Kiny y Serrucho, los populares payasos zaragozanos, cumplen 30 años sobre los escenarios. Y para celebrarlo han escrito y producido 'Gran Hotel Maravilla', un espectáculo que mantiene intacta su esencia pero introduce nuevos elementos que enriquecen su propuesta como por ejemplo la música en directo. Hace ya muchos años que Jano, hijo y sobrino de Kiny y Serrucho, se enroló en la compañía haciendo aún más grande Producciones Kinser. «Este nuevo espectáculo nace de la ilusión y las ganas de homenajear los 30 años de mis maestros», ha destacado este martes Alejandro García (Jano) en la presentación de la obra, que se estrena el sábado y el domingo en el Teatro Arbolé.

Sin perder nunca de vista su compromiso de dignificar la figura del payaso clásico, la compañía familiar ha ido introduciendo en los últimos años un componente cada vez más teatral en sus espectáculos, incluyéndolos dentro de una trama. Además, han ido añadiendo otras disciplinas como la pantomima, los malabares, el teatro gestual, el uso de instrumentos o la incorporación de canciones. 'Gran Hotel Maravilla' contiene un poco de todo ello.

Sus producciones, eso sí, continúan siendo obras en las que «pesa el payaso» y donde su figura es el centro de todo. «El que venga que sepa que viene a ver payasos», ha subrayado José Luis Sierra (Serrucho). Lo que tampoco cambia es la cara de un niño cuando los ven aparecer en escena. «El alma del niño no cambia; si lo sientas en un teatro es capaz de disfrutar como hace 30 o 60 años», ha destacado Serrucho, que ha apuntado que los payasos «siguen teniendo la misma magia».

Con todo, Joaquín García (Kiny) reconoce que ahora son muy conscientes de que sus espectáculos tienen que tener mucho más ritmo que antes, cuando todos «teníamos menos prisa». «Las nuevas tecnologías y las 'tablets' hacen que los niños de ahora sean más impacientes y pidan estímulos casi constantemente», ha apuntado Jano. En un mundo que gira tan rápido, hasta los payasos han tenido que revisar un oficio que corre el riesgo de quedar apartado.

Kiny y Serrucho llevan 30 años poniendo su granito de arena para que esto no sea así. Y su nuevo espectáculo es buena muestra de ello. 'Gran Hotel Maravilla', recomendado a partir de 4 años, es una obra para toda la familia que transporta al público a un establecimiento hotelero con un pasado de lujo y glamour que reabre sus puertas. Un espectáculo de una hora y 20 minutos en los que el humor está asegurado teniendo en cuenta que Kiny, Serrucho y Jano serán los gerentes del hotel. «Es una obra familiar con una trama muy sencilla apta para niños y para ancianos», ha señalado Jano, que ha destacado que en la función hay «cuatro grandes músicos en escena». Algo que es de elogiar en estos tiempos pandémicos con aforos limitados que dificultan la rentabilidad de los shows.

Hace ya algunos años que se unió a la saga familiar Silvia García, que ha estudiado en la Escuela Municipal de Teatro de Zaragoza y es hija de Kiny. Silvia, que en Gran Hotel Maravilla representa hasta a seis personajes diferentes, también ha impulsado con su llegada este nuevo enfoque de la compañía, que ha creado una doble vertiente impulsando también nuevos proyectos teatrales.

Ahora están centrados en este espectáculo pensado, escrito, dirigido y producido por payasos, una obra que dignifica la figura del clown clásico y que llega este sábado (18.00 horas) y domingo (12.00 y 18.00 horas) al Teatro Arbolé (entradas a 8 euros).

Jano ha reconocido que todo el sector, también ellos, vive un «momento complicado», pero ha asegurado que el futuro es ahora algo más halagüeño. «Por suerte tenemos un público fiel y nos están saliendo bastante bolos para este verano. Hay que seguir hacia delante y este espectáculo lo queríamos y lo íbamos a hacer con o sin pandemia», ha destacado.

«Esto lo hacemos por ilusión y por amor a nuestra profesión», han apuntado Kiny y Serrucho, que no tienen ninguna intención de colgar las botas. «Esto no se acaba. El que le gusta lo que hace no quiere acabar nunca», ha concluido Serrucho. A esta saga de payasos aragoneses les queda cuerda para rato.