Tenía los personajes y el lugar y, sobre todo, una primera parte que había caído muy bien entre los lectores: “Un hipster en la España vacía es un libro agradable, divertido, que hace reír y despierta simpatía y complicidad…”, contesta el escritor aragonés Daniel Gascón cuando se le pregunta de dónde surge La muerte del hipster, un libro que esta misma semana ha anunciado Random House saldrá a la venta el 9 de septiembre, y que es una continuación de ese primer volumen cuyos derechos audiovisuales ya han sido adquiridos por Netflix. “Yo me divertía mucho escribiéndolo y, después de ver que gustaba, iba pensando más historias… Y teniendo el germen pensé ‘puedo hacer que pasen más cosas, que el mundo entero pueda pasar por este pueblo inventado de Teruel’. Y como yo me lo pasó tan bien escribiéndolo, pensé en cómo hacer que los demás también puedan hacerlo”, explica Daniel Gascón.

En La muerte del hipster, la trama va más allá y es que el covid se ha instalado en el mundo y esta pequeña localidad no va a ser menos. “A veces en este tipo de libros hay un lugar rural que es idílico y no cambia y justo lo que me pasaba a mí es lo contrario, que lo que ha cambiado es el mundo rural con la pandemia”, reflexiona Gascón. Lejos de suponer un problema lo que ha hecho el escritor es introducirlo en su escritura: “He incorporado la cuestión viendo bien cuáles me servían”, dice con timidez antes de desvelar algunos de los gags del libro que llegará a las librerías en septiembre: “Una de las primeras cosas que hacen en el pueblo cuando se hace la recomendación de la distancia social es que como la densidad de la población es tan baja, no piden que la gente se separe sino que se acerquen para estar en esos dos metros… También he metido la campaña de vacunación o he introducido el asunto de los fondos europeos con unos funcionarios que van para examinar el pueblo al estilo Bienvenido Mr. Marshall. O he tocado uno de los temas que más diferencias suscita entre la sensibilidad urbanita y ecológica y los ganaderos rurales y que es el regreso del lobo”, revela el zaragozano que, por si acaso había dudas, aclara que “los protagonistas siguen siendo los mismos. Está ese Quijote posmoderno que es Enrique y sus sanchopanzas".

Es decir, el tono humorístico, “la historia lo requiere”, sigue siendo pieza esencial también en La muerte del hipster, que ahonda en el éxodo rural de un modo peculiar: “En el primero, un hipster llega como a un pueblo del oeste y aquí lo que sucede es el traslado de la gente urbanita al campo. ¿Qué pasa? Que de repente a él, a Enrique, le parece que hay demasiados hipsters en el pueblo, como si estuviera en una situación intermedia que él ya no es como los demás. Algo que también da muestra de cómo vamos cambiando y adaptándonos a los sitios, que es una de las cosas que más me gustan y que es una de las ideas centrales en la obra en la parte no humorística”. Y es que uno de los grandes aciertos de esta serie (si se le puede considerar ya así) es que casi funciona también a modo de ensayo: “Me gustaba mucho esa idea de que el pueblo fuera un lugar muy remoto pero que al mismo tiempo sea el lugar en el que transcurren todos los temas y que tenga algo de microcosmos humorístico y expresionista, exagerado, pero que lo tuviera”, reflexiona Daniel Gascón, que explica por qué apuesta por el humor más allá de que el tono del libro lo exija: “Soy muy aficionado a la literatura de humor, los cuentos de Woody Allen o Wodehouse… Me gusta practicar este terreno y creo además que si me han hecho muy feliz muchos libros de este tipo, como los de Bryce Echenique, es perfecto si puedes hacer que la gente se ría un poco también. Y por otro lado, ese estilo enloquecido y delirante, te libera mucho y puedes hacer unos diagnósticos que a lo mejor son exagerados pero te permite contar las cosas de otra manera que resulte iluminadora en cierta manera”.