NOVEDAD EDITORIAL

El cuplé sicalíptico, un modo de contar los felices años 20

Antonio Gómez rescata en ‘Las picardías de nuestros abuelos’ este género de la canción popular

Gómez, ya jubilado, es una de las referencias del periodismo musical en España de las últimas cinco décadas.

Gómez, ya jubilado, es una de las referencias del periodismo musical en España de las últimas cinco décadas. / Antonio Gómez

Antonio Ibáñez

Antonio Ibáñez

Hace un siglo, España también se intentaba recuperar de los estragos de una pandemia y vivía sumida en una profunda crisis política y económica, hundida por los desastres de la guerra africana, la conflictividad social, en plena continuidad de la decadencia borbónica y a punto de caer en la dictadura de Primo de Rivera. A pesar de ello, los años 20 fueron un momento de efervescencia, con una sociedad que se intentaba divertir y que comenzaba a disfrutar de algunas actividades culturales importadas de Estados Unidos y sobre todo de Francia que convirtieron esa década en una época de diversión en la que el placer y la fiesta convivía con las férreas imposiciones morales del país.

En ese contexto se enmarcan los cuplés sicalípticos, un género de canción popular procedente de París, cuna de la bohemia y el pecado, que tuvo notable éxito en España. Un siglo después, el veterano periodista especializado Antonio Gómez, publica Las picardías de nuestros abuelos, un documentado y original repaso a ese género que tanta importancia tuvo en la España de los años 20 y que empezó a decaer en la República para ser censurado y readaptado en pleno franquismo. El libro de Gómez es además un completo análisis de la sociedad de la época y la historia de una etapa en la que convivía una España atrasada y reprimida con otra que se entusiasma con la llegada del avión, los coches, el fonógrafo, el cine o las sustancias químicas empleadas como actividad lúdica.

La sicalipsis es, como dice el autor de este libro, "la insinuación, el decir sin nombrar, lo que está en la cabeza frente a la evidencia de la pornografía". Pronto lo sicalíptico se convirtió en un género extremadamente popular y convivió con las postales eróticas y el incipiente cine pornográfico al que tan aficionado fue el propio rey Alfonso XIII. Es la época de los teatros y music-halls, abundantes en Madrid y en Barcelona, y también en Zaragoza, donde perduran reciclados el Oasis y el Plata.

 A través de los 80 textos de los cuplés rescatados en el libro se rinde homenaje a aquellas mujeres que gozaron de fama y seguidores y se recogen las letras de esas canciones de un humor sobrecargado de insinuaciones que a los ojos de un lector contemporáneo pueden resultar inocentes a pesar de su evidente carga erótica.

Gómez reivindica con este libro ese grupo de mujeres artistas que considera las precursoras inconscientes del feminismo. Desinhibidas, dueñas de su cuerpo y su vida, independientes y con mucha personalidad, el periodista encuentra en ellas, mujeres de procedencia humilde y obrera, el complemento a las mujeres intelectuales y cultivadas que en esa misma época reivindicaron los derechos de la mujer, como Victoria Kent, Margarita Nelken, Emilia Pardo Bazán o Maruja Mallo, entre muchas otras.

Las cupletistas como La Fornarina, la Chelito, La Bella Dorita o las aragonesas Raquel Meller (aunque pronto abandonó lo sicalíptico para profundizar en el cuplé sentimental) o Mercedes Serós (que popularizó La chica del 17) interpretan "canciones escritas por hombres cantadas por mujeres con su perspectiva".

Agrupados de forma original por temas (las que tienen como protagonista a "animalillos indiscretos", las "fantasías hortofrutícolas", los objetos y otros fetichismos, las máquinas o "la irresistible atracción del exotismo") el trabajo de Gómez es un documentado libro fruto de muchos años de investigación contado de forma tan desenfadada como lo eran los propios cuplés y sus intérpretes.