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TURBULENCIAS

Sobre una tumba, una rumba

Sin apenas obituarios, en los últimos días se ha marchado un puñado de artistas notables

Sobre una tumba, una rumbaEL PERIÓDICO

Esto es un sinvivir, y disculpen el chiste involuntario. En pocos días un puñado de artistas ha abandonado el edificio dejando a la música un poco más huérfana. La mayoría de ellos, pese a su indudable valía, apenas ha tenido un mínimo recordatorio en los medios de las españas; de ahí que hoy les dediquemos estas Turbulencias. Y una aclaración: no hablamos del gran Charlie Watts, Lee Scratch Perry y Mikis Theodorakis, pues sus partidas han sido ampliamente difundidas (más la de Charlie, claro). Por lo demás, larga vida al legado de todos los que se han ido. Es lo que permanece; de ahí el titular, tomado de una pieza de la cantante y compositora cubana María Teresa Vera.           

Junto al bajista Bobby Valentín, el pianista Larry Harlow fue uno de los primeros artistas que contrató Fania Records cuando el sello salsero fundado por Johnny Pacheco y Jerry Massuci. Harlow no era latino: era un judío-americano bregado en los pentagramas del jazz y del rock, pero cultivaba una enorme pasión por el son, fruto de su estancia en durante varios años en Cuba. Sus colegas de Fania All Stars lo conocían con el sobrenombre de El Judío Maravilloso; pero más allá de sus participaciones en ese colectivo, Harlow registró con orquesta propia suculentos álbumes en los que destacaba su vigoroso tumbao. Salsa es sin duda una de sus grabaciones más notables. Aunque con menos fortuna abordó la traslación de la ópera-rock Tommy al universo latino en el álbum Hommy. Por arriesgar que no quede.

Modelo de transustanciación en la mixtura de africanías varias y meneos caribeños, la Orchestra Baobab nació en Senegal a comienzos de los años 70 del siglo XX, y el guitarrista Barthélémy Attisso, nacido en Togo, fue uno de sus fundadores. El feeling y el sabor mestizo de su toque imprimieron a la Baobab su sonido característico. Attisso ha sido uno de los grandes guitarras africanos, uno de esos músicos que dieron a la música del continente negro pasaporte universal.

Antiguo acompañante de Omara Portuondo y Celina González, el cubano Adalberto Álvarez (El caballero del son) creó en 1978 el grupo Son 14 y más tarde Adalberto Álvarez y su Son. Renovador de la cubanía de su época junto con formaciones como Los Van Van, a Adalberto le gustaba la salsa caliente «en la que el cantante se entrega a fondo». Composiciones suyas como A Bayamo en coche, Son de la madrugada, Esperando a María y Qué tú quieres que te den han formado parte del repertorio de no pocos artistas latinos y están instaladas en el imaginario popular.

El guitarrista Jacob Desvarieux ha sido parte fundamental de una de las formaciones más excitantes de las antillas francesas: Kassav’. De la mezcla de tradiciones afro-caribeñas, soukous congoleño y guitarras funk y rock nació el zouk, ese ritmo irresistible, creación de Kassav’. Y en sustento de esa estructura sonora ha jugado un papel extraordinario la guitarra de Jacob Desvarieux.

Las sublimes armonías vocales y las danzas del trío (quinteto, inicialmente) femenino sudafricano Mahotella Queens dieron forma, en su unión musical con Mahlathini, a la cocción de elementos sonoros del país, jazz y cantos a capela llamada mbaqanga. En ese trío brilló Nobesuthu Gertrude Mbadu. Mahotella Queens abandonó la escena durante unos años, volvió a finales de los 80 con Mahlathini y a lamuerte de este inició carrera en solitario. 

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