No ha concluido aún el 2021 y estamos en plena explosión de casos de covid como, probablemente, nunca habíamos visto (teniendo en cuenta que en la primera ola no había pruebas diagnósticas prácticamente) pero los grandes festivales de la comunidad ya se han apresurado a anunciar que el año que viene se celebrarán por todo lo alto. Es el caso del Vive Latino que intentará por tercera vez (a ver si es la buena) estrenarse en España, concretamente en el recinto de la Expo zaragozana de la mano de Nacho Royo, artífice de que la cita llegue a la capital aragonesa o de Pirineos Sur que, dos años después, ha anunciado su regreso en una edición que, puede gustar más o menos en cuanto al cartel pero que se aleja definitivamente de la concepción de un Festival Internacional de las Culturas que fue como nació hace ya casi 30 años. Hay quien lo llamará adaptarse a los tiempos, yo creo que es mucho más sencillo que todo eso, se trata de rentabilizar una apuesta que ha dejado de ser pública al 100% para externalizar su realización al menos en el escenario de Lanuza. El único, por cierto, que tiene garantizado acoger conciertos este verano. De los Mercados del mundo de Sallent de Gállego y de su escenario de actuaciones musicales, de momento, nada se sabe y nadie confirma que vaya a reeditarse.

En cuanto al Vive Latino parece una apuesta casi segura reunir durante dos días a una buena parte de grupos en castellano de un lado y otro del Atlántico. Se echan en falta quizá algunos nombres (entre ellos, algún que otro primer espada como Andrés Calamaro que se ha caído del cartel con respecto a la idea original o Jorge Drexler) pero se da por hecho que es porque no ha podido ser. La previsión es reunir a casi 40.000 personas en el mes de septiembre en Zaragoza . Una cifra global a la que aspira también Pirineos Sur durante los cuatro fines de semana (uno más que de costumbre) en los que va tener programación.

La cuestión ya no es tanto si los carteles son buenos, malos, mejores o mejorables porque ese es un debate muy largo, cargado de argumentos en un sentido u otro y muy personal; y ni siquiera entro al debate del espíritu de los mismos ni de la pertinencia de realizar acontecimiento de una manera u otra.

Mi reflexión va en la dirección de si no habrá sido muy apresurada este anuncio del regreso por todo lo alto en medio de una pandemia que no sabemos hacia dónde va a dirigirse. Entiendo que no es el momento de quedarse parado y que los promotores han vivido en un estado tal de asfixia que necesitan que la rueda vuelva a girar y que se intente combatir la situación trabajando. Hasta ahí no pongo ninguna objeción. Sin embargo, uno acaba pensando que Pirineos Sur se ha presentado más pronto que nunca (recuerden que todavía faltan ocho meses para su celebración) y que el Vive Latino se ha lanzado ahora para aprovechar la campaña navideña, lo que me lleva directamente a la sociedad líquida, de estímulos y veloz que hemos creado entre todos al amparo de un capitalismo que sufre cuando todo se queda parado.

Ojalá, y lo digo desde la sinceridad, se puedan realizar estos eventos, todo salga bien e incluso sean tan exitosos que garantice por un lado su continuidad y, por otro, su supervivencia, pero a uno no le deja de martillear la idea de que quizá se esté intentando correr más de lo que, de momento, puede asumir el tren en el que vamos montados. A mí, por lo menos, a día de hoy, me dan escalofríos solo de pensar en juntar a 40.000 personas... pero, en cualquier caso, ya se está haciendo en los campos de fútbol. Cosas de la pandemia.