No sé muy bien las razones que me han llevado a este libro (Comida y basura), supongo que esa necesidad de saltar a historias diferentes que se explican de forma diferente y que me hacen sentir diferente. Conviene que el lector esté preparado para poner de su parte, que tenga imaginación y hambre, y se dedique a saciarlas a ambas. Porque el autor y anfitrión, Álex Prada, incluso se atreve a intercalar recetas de cocina, cosa que a priori no parece combinar bien con el género de la novela, pero que aquí tiene su punto, ya no sé si de sal o de vista. En realidad, complementan lo que se ha quedado en el aire en las páginas anteriores, narración que desconcierta o diálogos que saben a poco pero que saben a gloria y que necesitan de una mirada que tiene puesto un ojo en el clasicismo y otro en la vanguardia.

René y Rosario son pareja, y con solo mirarse se leen el pensamiento. Se dedican a vender lo que pueden y lo que se tercia en el mercadillo de la plaza en el que no faltan tenderetes ni cacharros, tampoco griterío ni entusiasmo. Tienen tantas tablas que distinguen rápidamente lo útil de lo inútil, que es como reconocer el lujo a la primera de cambio. Buscando acaparar la atención, adivinan las intenciones de quienes recurren al regateo como una nueva, vieja más bien, forma de hacer negocio. Todo sirve y todo puede aprovecharse, también lo obsoleto, lo cutre y lo absurdo, artículos varios que podrían reservarse hasta para preparar un caldo si se terciara. Porque con las sobras, en esta época del reciclaje, hay quien es capaz de hacer poesía.

Reconozco que no es esta una estructura fácil, pues la lírica se asoma cuando quiere, y se larga cuando le apetece, dando paso a textos que primero asustan, después encajan y por último exigen ser releídos, porque parecen remitirnos a otros conceptos y sin embargo el hilo conductor se hace poco a poco más grueso y más firme. Predomina cierto humor con un ápice de provocación como telón de fondo que aflora a la superficie sin olvidarse de las tradiciones y permitiéndose las contradicciones que todo buen texto exige para aunar interpretaciones.

El ambiente rural se palpa y se respira como si no existieran más escenarios que cupieran en una ficción. Tiene una fuerza arrolladora porque la razón de que todos los personajes sean ellos radica en que en gran medida les arropa su exterior. No hace falta explicar demasiado para percatarse de que les resulta difícil adaptarse a los cambios a pesar de que lo que en un momento dado ocurre provoca lo que habrá de ocurrir después, y así en adelante. Pero para verdaderos protagonistas: los animales, que fieles a su naturaleza suponen un segundo negocio.

Me gustan las palabras pronunciadas y los silencios otorgados, la frescura con la que se manejan en sus encuentros con aquellos que les son familiares sin dejar de ser pintorescos. Importantes son igualmente los viajes al pasado aludiendo a cuando René, siendo todavía un niño, comenzó a recibir influencias y enseñanzas que han condicionado sus decisiones conforme se acercaba la edad adulta y de las que no ha logrado desprenderse. Ni entonces ni ahora le ha abandonado la curiosidad. Y el conjunto que componen todas estas piezas se convierte en una especie de fresco por el que se suceden retazos de sensaciones, afectos y búsquedas sin salirse de la carretera que le da de comer.

El lenguaje es crudo, limpio, sin matices ni eufemismos. Es un lenguaje cuidado que no busca ser cuidadoso. Es un lenguaje puro que identifica y defiende raíces. Marido y mujer hablan entre ellos como les sale de dentro, y así actúan cuando se relacionan con los demás. Observan el entorno y lo describen con cuatro apuntes, su actitud es suficiente. Grande Rocío, que construye otro universo con apariciones escuetas que de inmediato acaparan la atención. Y no es la única pues por estos capítulos cortos, una pincelada de esperpento que se alterna con una de realismo que rezuma oscuridad, reciben a otras tantas criaturas dignas de exposición que quizás abunden más en cualquier calle de cualquier ciudad de lo que se pueda intuir.

Publicada por Seix Barral, esta es una novela que sorprende y descoloca, que se refugia en el mundo de antaño y respira modernidad. Que aproveche.