La casa natal de Goya en Fuendetodos acoge desde este 10 de febrero y hasta el 10 de abril la exposición de Lorena Domingo, Murió la verdad, una iniciativa que se incluye en el programa de actuaciones que el Gobierno de Aragón y la Diputación Provincial de Zaragoza han organizado con motivo del 275 aniversario del nacimiento de Francisco de Goya. La muestra, que ha sido inaugurada este jueves por el director general de Cultura del Gobierno de Aragón, Víctor Lucea, y el coordinador del Área de Ciudadanía de la DPZ, Juan José Borque, ha contado con la presencia de la artista Lorena Domingo y Niño de Elche, artista sonoro, indisciplinar y ex flamenco, que contribuye con una instalación sonora realizada ex profeso para esta ocasión.

En el marco de la programación realizada en torno al 275 aniversario del nacimiento de Goya, la Dirección General de Cultura realizó una convocatoria pública en 2021 de proyectos de investigación y producción artística contemporánea que debían relacionar conceptualmente los lugares de nacimiento (Fuendetodos) y de fallecimiento (Burdeos) de Francisco de Goya con su amplia y diversa creación artística, propiciando de este modo una red de trabajo y de cooperación entre diferentes lugares clave en la vida del pintor. El proyecto que resultó ganador de convocatoria fue el de la artista zaragozana Lorena Domingo (1984) Murió la verdad y que se materializa en un proyecto expositivo itinerante que podrá verse primero en Fuendetodos y 14 de abril al 2 de junio en Burdeos, en la casa en la que falleció Goya, sede actual del Instituto Cervantes. El comisario de la muestra ha sido Ignacio Cabrero.

El proyecto de Lorena Domingo pretende dialogar directamente con los espacios de la casa natal, y su adaptación posterior a la casa donde murió Goya. Para ello la artista invade los espacios de tránsito en la casa en Fuendetodos, abrazando la esencia espiritual de su hogar para cuestionarse cómo y por qué es posible hoy –todavía– la pintura.

Rescatando la propia voz de Goya, quien estuvo en contacto siempre con las ideas de su tiempo, especialmente las ilustradas, Lorena Domingo subraya e indica capítulos del pasado y los trae al presente. Frases que aparecen a través de la pintura de la artista, dejando espacios en blanco que invitan al espectador a completar. Junto a ella, el artista sonoro, indisciplinar y ex flamenco, Niño de Elche (Elche, 1985). Ambos artistas comparten interrogantes sobre las concepciones artísticas contemporáneas, en una continua búsqueda de la razón, y la sinrazón, para transmitir una verdad, pues como ya adelantara Goya, «murió la verdad».

Para Domingo, lo más interesante del genio de Fuendetodos es «su mirada hacia la pintura y cómo se transforma con la modernidad». La artista zaragozana ha admitido que se ha replanteado «muchas cuestiones» a raíz del estudio de Goya, del que aprecia en especial sus grabados, porque es «donde dejaba ver su verdadero arte».

La misma línea de admiración ha presentado Niño de Elche, que ha encontrado «muy interesante» adaptar el arte gráfico del aragonés a la música, «pasando de un arte que se ve a uno que no». «Lo misterioso rodea a Goya me ha atraído desde siempre», ha concluido.

Sin lugar. El susurro de la ausencia

Participar en esta propuesta de poner en relación esta casa natal en Fuendetodos, con la casa donde falleció el genio en Burdeos, forma parte de «un dejarse llevar» propio de los que no paran de experimentar, como el propio Goya realizó hasta el final de sus días. Y así debe el espectador pasear y perderse por los espacios de las casas, y vivir esa experiencia propia del «flaneur», experimentando y dejándose llevar.

El resultado de este proyecto expositivo se formaliza con una serie de obras que dialogan e intervienen directamente en los diferentes espacios de la casa. Obra pictórica, cerámica e instalaciones que encajan perfectamente con ese grado de indeterminación que nace de la pregunta qué puede ser pintura hoy, y otras obras más relacionadas con las presencias y ausencias fantasmagóricas, como una suerte de interacción con el espacio, a través de nuevas creaciones pictóricas relacionadas con el interior y el exterior de la casa.

Cerámicas que parecen formar parte de la casa natal, pero que ironizan sobre la imposibilidad de ser útiles. Pinturas como acontecimiento, como pintura que la artista ha dejado trabajar de manera autónoma, pero con un control exhaustivo del soporte, extendiendo la materia de manera superficial y apariencia no terminada. Pinceladas que le permiten arrastrar y expandir la pintura y dejar aparecer la voz de Goya.

Ascendiendo al final de la escalera, el susurro del Niño de Elche invade al espectador. Parecen cantos y susurros que vienen de la planta alta de la casa, invocando la presencia del genio, o poniendo voz a su ausencia. El artista ya tiene experiencia en cómo pensar un espacio museístico desde una perspectiva sonora, alejándose de la arquitectura y el poder del propio espacio, ampliando el significado del verbo pensar para dotarle de una dimensión activa, escuchar, y así acercarnos al sentido histórico y filosófico del lugar. Pues, según sus propias palabras, «escuchar es el acto más revolucionario que un hombre puede hacer».

Y al fondo de la cocina, mirando hacia el paisaje exterior de la casa, se invita al espectador a visualizar el vídeo donde la artista Concha Jerez habla desde el Museo del Prado de Madrid sobre Los fusilamientos de Goya, y la influencia de su obra en el arte contemporáneo.

El resultado de la intervención de las obras de Lorena Domingo en esta casa natal de Goya, se expondrá también en la casa donde falleció el pintor, actual sede del Instituto Cervantes de Burdeos. Allí, también se podrá escuchar una pieza específica del Niño de Elche. Un susurro que parece salir del pedestal destinado al busto de Goya, invitará a inclinarse para escuchar el sonido interior, tal vez del genio. Este acto provocará que el reflejo de la cabeza de los espectadores en el espejo se convierta en el propio busto de Goya, evocando su cabeza desaparecida.