No tienen muy claro cuál fue el momento pero todas coinciden en que la cultura drag en Zaragoza está viviendo un importante repunte. Los nuevos tiempos, la zona del ambiente en el entorno de la calle Fita y el formato televisivo Drag race España están detrás de un movimiento con buenos visos para el futuro.

En lo que también coinciden es en sus orígenes: todas comenzaron solas, ante el espejo de su habitación y a la espera de una oportunidad en el momento en el que estuviesen listas para salir a escena. «El drag para mí empezó como un hobby, una afición que me apasiona», cuenta Mónica. Un comienzo que se parece mucho al de Labrady Merybrown, aunque en su caso tuvo algo de ayuda: «Siempre me había gustado disfrazarme y cantar, pero fue gracias a Diamante –una de las drags más importantes de los últimos años en la escena zaragozana– que comencé a tomármelo en serio».

Es ese salto a la profesionalización el que más le cuesta dar a todas las participantes. Muchas comparten que, mientras les resulta sencillo practicar en sus casas, exponerse frente al público necesita de una dosis extra de valentía. Para conseguirlo, el humor y la música suelen ser las salidas escogidas por la mayoría de las artistas. «Hago performance de canciones famosas, que me gustan», explica Elliot Ednorog, mientras que Neo Fénix canta «versiones propias, en las que se abordan temas como la bisexualidad o la identificación de género». Otras, como Rita Lorén, apuestan por formatos «entretenidos, con los que cualquier persona del público puede pasárselo bien».

Al puro entretenimiento que transmiten todos los shows planteados por las drags zaragozanas también les sigue una parte educativa. «Siempre intento ser un poco profesora sobre el escenario», defiende Neo Fénix, que admite querer que «el público comprenda que no hay que ponerse límites a lo que uno quiere expresar». Una línea que defiende Carmela Pela, que considera «educativo» el simple hecho de que una drag suba al escenario: «Siempre es interesante que la gente se atreva a presumir de su identidad».

Los grandes formatos

La explosión de los espectáculos drag ha venido de la mano del programa de Atresplayer Drag race, con el que artistas del género de toda la geografía española han podido dar a conocer sus trabajos.

«El programa es un formato positivo porque antes de su emisión nadie hablaba en España de las drags», reflexiona Lorén. Para sus compañeras, este programa televisivo también tiene un impacto bueno para la sociedad, «porque da mucha más visibilidad a lo que nosotras hacemos». «Cuanto más drag se haga y más drag se vea, más se va a interesar la gente por este mundillo», opina Neo Fénix. Entre las pocas exigencias para el formato, están las de Merybrown: «Estaría bien que se emitiese en una televisión de mayor alcance», en referencia a que las ediciones de Drag race España se emiten en Atresplayer Premium, la plataforma de pago del grupo Atresmedia.

Labrady Marybrown empodera en sus actuaciones a las mujeres latinas. ANDREEA VORNICU

Aunque no todos los efectos de este programa pueden ser positivos. «Existe el riesgo de que la gente pueda pensar que en España solo están las drags de la tele», considera Marybrown. Un golpe que sentenciaría uno de los males de la ciudad: como en otras disciplinas artísticas, deben ir a Madrid o Barcelona para poder hacer su trabajo.

Zona de confort

Mientras Zaragoza trata de asumir el crecimiento de la cultura drag, sus componentes se mueven entre la comunidad de la zona de la calle Fita y la necesidad de buscar nuevos horizontes: «Hay que sacarlo poco a poco del ambiente, aunque hay gente que no está acostumbrada».

Locales como el Urano o el Imán cuentan, con cierta asiduidad, con espectáculos de este género. Enmarcados muchos en Club Sierpe, la iniciativa de Rita Lorén, estos formatos no han dejado de crecer, aunque quieren más: «La calle Fita está muy bien como refugio, pero debemos salir de nuestra zona, porque son espectáculos que seguro gustan a más gente». La propia Lorén pone como ejemplo las dos actuaciones hechas en el Gorila, donde «gente que estaba tomando el vermú nos conoció por primera vez y alucinó con lo que hacíamos».

Las tres patas que sustentan al colectivo drag parecen ser las que van a mantener, también, su proyección de futuro. Con el humor por bandera y la televisión como escaparate nacional, la educación puede conseguir que la gente quiera conocer qué hay en su ciudad. «Zaragoza es una capital muy abierta de mente que puede acoger estos shows», aseguran las artistas, que sueñan con poder «dar charlas y talleres en colegios e institutos, para que los más jóvenes conozcan cómo somos». ¿Una predicción? «El futuro del colectivo drag tiene muy buena pinta».