Los orígenes de nuestros reinos tienen muchos episodios sumidos en mil incógnitas, empañadas por leyendas que quieren explicarlos. Uno de ellos es el que novela brillantemente el académico Roberto Benedicto Salas en un librito precioso, delicado en sus descripciones, sugerente en sus informaciones, agradable de leer y escrito con un inmenso amor a estas tierras que tan bien conoce. Incluido el relato certero de cómo se levantan las iglesias de ese primer románico, en el que Benedicto es reconocido como un muy notable especialista.
En el libro navega el debate del arquitecto, que pugna por diferenciar arquitectura y construcción, y late el alma del enamorado de esta tierra aragonesa que habla de esos paisajes, como dice de esa naturaleza tan lejana y tan cercana, de esos momentos de la historia en los que el atardecer se hace noche.
La historia relatada es muy sencilla. Es la corta estancia de Guillermo Isárnez, conde de Ribagorza entre los años 1010 y 1017, en cuya persona todos veían asegurada la independencia de Ribagorza, un condado amenazado por las apetencias del vecino Pallars. Pero, el joven Guillermo murió asesinado en el valle de Arán, a manos de sus habitantes, instigados –sin duda– por los condes de Pallars. Y la noche se cernió sobre esta tierra aragonesa hasta la llegada del poderoso rey Sancho el Mayor de Pamplona, casado con una condesa castellana, vinculado familiarmente con los condes ribagorzanos y dispuesto a liberar el territorio de los de Pallars.
Desde el año 1006, con la terrible invasión musulmana de las tropas de abd al-Malik hasta el año 1017 con la muerte del conde Guillermo, la novela nos presenta el relato de esos años decisivos para este territorio aragonés, que el propio monarca Sancho el Mayor convirtió en el reino de Sobrarbe y Ribagorza.
Disfruten la novela (La caída del condado altomedieval de Ribagorza), que no es la primera de Roberto Benedicto Salas (arquitecto de profesión), que se asoma a estas páginas con el guiño entrañable del maestro, constructor de iglesias y su esposa Teresa, la hacedora de bellos jardines. Les aportará luz en nuestra historia.
