El Periódico de Aragón

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MÚSICA

Crítica de Javier Losilla del concierto de C.Tangana: Comerte entera

Tangana aúna tradición y modernidad, clasicismo y vanguardia, chulería y proximidad, narcicismo y generosidad

C.Tangana, en el concierto que ofreció el viernes en el pabellón Príncipe Felipe. ANGEL DE CASTRO

Me lo como to’ / me lo como to’ / los garbanzos del puchero y las liebres con arroz, canta La Chiqui de Jerez, coplilla que bien podría incluir C. Tangana en su repertorio, pues no hay duda de que el madrileño devora no pocas manifestaciones de la música popular, las fagocita y las suelta con tal savoir faire que se permite la ironía de llamar a su gira ‘Sin cantar ni afinar’. Cierto, no es un gran cantante el muchacho, aunque no desafina; pero la clave de su éxito, la explicación de por qué embruja a miles de espectadores en sus conciertos (9.200 en Zaragoza, de todas las edades, todos los gustos, todos los tamaños y todas las profesiones) hay que buscarla en su talento creativo, en su habilidad para armar canciones de factura notable y en un cierto riesgo en sus propuestas. Tangana aúna tradición y modernidad, clasicismo y vanguardia, chulería y proximidad, narcicismo y generosidad.

Y por lo a que sus directos se refiere, ha comprendido muy bien que la comunicación en tiempos de internet es crossmedia o no será. Su escenario es un club en el que se mezclan el lujo y la taberna (botella de anís incluida), y que alberga, mientras un camarero sirve las oportunas libaciones, una sección de cuerdas, otra de vientos, músicos diversos e invitados varios. Un hallazgo, cuando menos dentro de los espectáculos no operísticos. Pero hay más, claro: lo que ocurre en ese escenario, que responde a un cuidado y estudiado guion, conforma una película realizada (espléndidamente) en directo, que se ofrece al espectador en pantalla panorámica y calidad extra. O sea, nada que ver con los típicos vídeos de los conciertos con pretensiones de acercar al artista a las filas de público más alejadas del escenario.

Pero volvamos al club. Ahí se confecciona y se ofrece al espectador un menú de tres platos y postre, en cuya elaboración, además de los músicos citados, intervienen Niño de Elche, Juan, Lucía y Marina Carmona, Rita Payés, El Bola, Noemí Humares y La Tana. Juntos y revueltos con Tangana cocinan un oferta sonora que liga el flamenco con el pop, la copla, el trap y el rap y los pespuntes electrónicos y la música orquestal, en una macedonia de canciones propias, melismas de Antonio Molina, recuerdos de Ketama, navajita Plateá y Alejandro Sanz.

Tres platos y postre

En los entrantes se ofertaron delicias como El milagro, Te olvidaste, Cambia!, Te venero, Yelo, Bobo, Párteme la cara, Ateo (¿recuerdan el vídeo en la catedral?), Yo quiero ser matador, Nominao y Demasiadas mujeres; en los primeros, servidos por los artistas sentados alrededor de una mesa (más tabernario, imposible) la cosa transitó entre Me maten, No estamos locos y Malita, Ingobernable, Noches de Bohemia y Corazón Partío, Aunque tú no lo sepas, Los Tontos y Tranquilísimo; los segundos, contundentes, respondieron por Lujón, Llorando en la limo, Comerte entera, Muriendo de envidia, Hong Kong (con Calamaro ausente, pero no su estilo)… Y de postre, Antes de morirme, Tú me dejaste de querer, Suavemente, un cante flamenquísimo de La Tana, Veneno

Y mientras salen los créditos de la película; es decir, del concierto; es decir, del grandísimo espectáculo de Tangana, El Bola canta a la italiana Al di la, la canzone que popularizó Emilio Pericoli y Tony Dallara: No creía posible que se pudieran decir estas palabras: más allá del bien precioso estás tú / más allá del sueño más ambicioso estás tú. Puro Tangana: más allá del traje vintage, el cerebro; más allá de una presentación de circunstancias, una representación brillante. Lo dicho: ¡comerte entera!

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