NOVILLADA

Feria de San Jorge: Cristiano Torres pone boca abajo La Misericordia

El Melli corta una oreja al mejor novillo y Tristán Barroso se va de vacío

Cristiano Torres ha salido por la puerta grande de la plaza de toros de La Misericordia.

Cristiano Torres ha salido por la puerta grande de la plaza de toros de La Misericordia. / Jaime Galindo.

Carmelo Moya

Carmelo Moya

El novillero zaragozano Cristiano Torres ha salido este lunes por la puerta grande de la plaza de toros de La Misericordia tras cortar las dos orejas al tercer utrero en la tarde de su presentación como novillero con picadores.

La faena fue realmente rotunda ante ese primer animalillo mediocre, corrientucho, y el torero, una apisonadora que arrasó todo a su paso noqueando, literalmente, a sus dos compañeros de cartel. 

Los dejó totalmente desubicados, buscando argumentos para competir con la obra que acababa de rubricar. El público, impactado, se hubiera saltado con gusto los dos novillos siguientes para pasar directamente al sexto, segundo del turno del zaragozano.

Uno de los méritos de El Melli, que salía en cuarto lugar después del seísmo, fue no dejarse ir un novillo escurrido al que ni siquiera le partieron la piel en el tercio de varas (ni sangró) pero que derrochó un buen puñado de embestidas con mucho de movilidad y varias fases de humillación y cara abajo. 

Ya con el capote le largó percal en abundancia por verónicas para terminar con cuatro medias que hubiera prolongado si su banderillero no le corta al novillo. 

En respuesta a Cristiano se plantó en la boca de riego para principiar con lo rojo postrado de rodillas. Los incesantes viajes del novillo aportaron transmisión y El Melli fue sumando, sumando, sumando muletazos hasta casi pasarse de faena. Sobró, al menos, la última serie. La cosa fue a pachas entre la contribución del novillo y la del novillero. Oreja incontestable.

En el que abrió plaza, un colorao acochinado que lucía dos infames defensas no hubo ni toreo ni emoción. El vacío.

Cristiano Torres, este lunes.

Cristiano Torres, este lunes. / Jaime Galindo.

A esas alturas, Tristán Barroso, que padeció la inmovilidad de un utrero huero en su primera oportunidad pechó con un torillo flacucho como una tabla que se tapaba por la cara (el pienso está por las nubes) pero que terminó arrastrando al torero por cuatro tendidos diferentes de la plaza. Se puso pesado hasta el punto de escuchar un aviso antes de montar la espada. Ganó el torillo.

Pero todos los comentarios giraban en torno al suceso protagonizado por Cristiano Torres en ese novillo al que arrancó las dos orejas.

El primer sorprendido (y agradecido por siempre jamás) habrá de ser el ganadero porque supo tapar los muchos defectos de la res y optimizar al máximo las escasísimas cualidades que pudieran atribuírsele.

Hubo recursos y repertorio de cara A y cara B. En la primera atacando desde el primer instante con el capote; comenzando la faena de muleta para recibir a 20 metros el viaje del novillo con una arrucina sobrecogedora.

Ese comienzo explosivo metió al personal en una faena que discurrió sobre las rayas de picar (acertada elección). Allí se prodigó en redondo por ambos pitones para ir acortando, poco a poco, los terrenos y darle lo suyo y lo de los otros en cuatro metros cuadrados.

En esas cercanías imposibles en las que tan a gusto se siente sustentó la segunda parte de su labor. Asustando sin inmutarse, a puro huevo pero sin resultar temerario.

La plaza ya era una locura y la estocada entera, tirándose a matar o morir le puso las orejas y la puerta grande en las manos. ¡Menuda presentación en Zaragoza!

Pocas o nulas opciones le daría el último de la tarde, el más aparente de todos pero sin un ápice de bravura o, al menos, movilidad.

Al finalizar el festejo el empresario Carlos Zúñiga sufrió una indisposición compatible con el infarto de miocardio según la primera exploración in situ. Fue trasladado a un centro hospitalario consciente y estable con el fin de someterlo a un diagnóstico completo.