la fiesta de la lectura llega a su fin en la capital aragonesa

El Parque Grande se afianza como sede estable de la Feria del Libro de Zaragoza

Los expositores apuestan por mantener la ubicación en un futuro y destacan la gran afluencia de público y las buenas ventas registradas en esta trigésima edición

Rubén López

Rubén López

Tan solo dos ediciones ha necesitado el Parque Grande José Antonio Labordeta para afianzarse como la sede más idónea de la Feria del Libro de Zaragoza. La cita literaria más importante de la ciudad tras el Día del Libro cierra este domingo sus puertas y la sensación generalizada entre expositores y visitantes es que la feria ha encontrado por fin su sitio. «Esta semana volveremos a pasar la encuesta entre los participantes, pero parece que el parque se consolida aún más como sede estable de cara a un futuro», ha subrayado a este diario César Muñío, presidente de la Comisión Permanente del Libro de Zaragoza (Copeli), organizadora de la cita.

Aunque no hay una cifra oficial de visitantes, todas las fuentes consultadas coinciden en que esta edición ha sido incluso mejor que la del año pasado, cuando más de 25.000 personas visitaron la feria. De hecho, los 20.000 marcapáginas que había preparados se quedaron cortos y la organización repartió otros 5.000 más durante los últimos días, sin duda un claro síntoma de que la afluencia ha superado incluso las expectativas gracias también al buen tiempo. 

Las ventas, por su parte, han sido similares a las del año pasado y en muchos casos superiores. «Nosotros estimamos que han crecido en torno a un 10% respecto a la edición anterior; la verdad es que ha sido una feria excelente», ha subrayado Daniel Viñuales, de la editorial aragonesa especializada en cómics GP Ediciones.

Así, la satisfacción generalizada entre los expositores y la buena respuesta del público constatan por segundo año consecutivo la idoneidad del nuevo emplazamiento. «Reconozco que yo fui de los que vino a regañadientes el año pasado, pero pronto vimos los beneficios del parque. Es un lugar más fresco, que invita a pasear y además está cerca del centro», ha añadido Viñuales. 

En este mismo sentido se han manifestado la encargada de la Librería Central, Ana Belén Casanova, y Javier Lafuente, editor de Doce Robles. Este último ha advertido además de la importancia de fijar una sede permanente para la feria. «Es fundamental que el público lo interiorice y que identifique el lugar y las fechas. Espero que no se mueva de aquí porque creo que la feria ha encontrado su sitio», ha aseverado Lafuente. 

Las novedades de esta edición

La nueva disposición de las casetas, instaladas este año en dos hileras enfrentadas, también ha sido muy bien recibida, así como la nueva carpa ubicada al final del paseo y que ha acogido las actividades paralelas. Con todo, la organización ya ha apuntado los aspectos a mejorar, como por ejemplo la altura de los estands, que impedía ver a niños y personas con discapacidad física. «Además, caben menos libros que en las casetas del año pasado, aunque estas tienen mejor ventilación», ha apuntado Casanova.

Así, Copeli va a seguir trabajando para que cada año esta fiesta de la lectura sea mejor y Zaragoza tenga «la feria que debería tener», como indicó Muñío en la presentación. La de esta trigésima edición va por el buen camino, con nada más y nada menos que 250 escritores, 48 expositores repartidos en 66 casetas, 800 actos de firmas a lo largo de nueve días y la programación añadida del Kiosco de las Letras. La feria, inaugurada el 3 de junio por Luz Gabás, está organizada por Copeli con la colaboración de la DGA, la DPZ y el Ayuntamiento de Zaragoza.