OPINIÓN

Guardando las distancias: Unas explicaciones que no serían necesarias

La rapidez del mundo obliga a los artistas a anunciar parones habituales no hace tanto

Vetusta Morla en el último concierto que ofreció en Zaragoza.

Vetusta Morla en el último concierto que ofreció en Zaragoza. / EL PERIÓDICO

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

Estamos instalados en una vorágine de sociedad que va tan rápida que hasta parece que haya que dar explicaciones cuando alguien decide tomarse su tiempo para reflexionar sobre algo y decidir. Y en la Cultura, que no es más que una expresión humana, sucede un fenómeno muy parecido. Hace diez días, Vetusta Morla casi provoca unos cuantos parones cardíacos cuando anunció que detenía su actividad... temporalmente. Lo que en un principio podía ser un drama para sus seguidores se resumía en que necesitaban un poco de respiro y tras concluir una gira veraniega (más pequeña de lo que suelen realizar) harían un pequeño repliegue de dos años. Es decir, lo que habían hecho toda la vida las bandas de música, sacan un disco, hacen un gira grande o pequeña (dependiendo hasta dónde puedas llegar) y se replegaban a descansar, componer nuevo trabajo y seguir con la gira. Fácilmente podían pasar esos dos años (o muchos más) y nadie se alarmaba.

Pero, en 2024, Vetusta Morla se ha visto obligado a dar explicaciones a un parón que ellos consideran necesario para airearse y coger fuerzas. Algo parecido anunció Kase.O en su día (que se retiraba de los escenarios pero no de la música) o incluso el propio Bunbury (aunque esto es claramente un caso distinto). Lo que es llamativo y, para mí, importante en estos casos es que los artistas se ven obligados a dar explicaciones ante un retiro más espiritual que otra cosa. Estamos, como decía, en una sociedad en la que todo es una vorágine, en la que las redes sociales les obligan a estar activos casi todo el tiempo y en un mundo en el que si dejas de estar en el punto de mira unos meses puede parecer que has desparecido del mapa.

Desaparecer del mapa

No hace mucho, en una entrevista en este diario, los jóvenes (pero ni mucho menos poco exitosos) Fresquito y Mango venían a decir algo parecido. Habían estado un tiempo sin sacar ninguna canción y contaban con asombro que se encontraban con gente que pensaban que el proyecto ya se había terminado. Nada más lejos de la realidad, acaban de sacar un disco y tiene pinta de que los zaragozanos darán mucho que hablar en los próximos años en la música nacional.

La sociedad exige mucho y, al mismo tiempo, es muy injusta con los creadores culturales. Se les exige que estén en primer plano en todo momento, que, además, se posiciones en cada mensaje por el momento tan polarizado que vivimos, y, encima, se les olvida, en muchas ocasiones, tan pronto como dejan de ser omnipresentes en los medios o en las redes sociales.

Un problema global

No es un problema del mundo de la cultura ni mucho menos de Vetusta Morla, Kase.O y muchos otros que se han apresurado a dar explicaciones de su retiro, es un asunto que trasciende la propia actividad humana, pero que está ahí y que debería preocuparnos como sociedad.

La vida diaria y conseguir un equilibrio con uno mismo_(tarea en la que puede ayudar de manera notable la cultura como se ha demostrado en épocas tan duras como la reciente pandemia) exige de momento de sosiego, descanso y reflexión. Dicho de otra manera, hay que alejarse de todo el ruido que nos rodea para enfrentarse al ritmo diario que nos atrapa. De eso van el anuncio de las retiradas temporales de algunos de los artistas (fundamentalmente de los escenarios) pero el hecho de tener que justificar estos movimientos debería ser suficiente para plantearnos que quizá no estamos yendo por el buen camino. Y que, por supuesto, en unos años, quizá nos lamentemos porque no hay creación cultural que resista períodos de fertilidad sin descanso y cuando se llega a la saturación la vuelta atrás es muy complicada. 

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