Las 'Turbulencias' de Javier Losilla: Servando y la fábrica de sueños

Discos Radiactivos Organizados (DRO) puso la 'banda sonora' a la España que empezaba a despertar

Cuatro vinilos y otros tantos CD contiene la caja del 40 aniversario de discos DRO. Además, Laura Piñero publica un libro sobre el sello.

Cuatro vinilos y otros tantos CD contiene la caja del 40 aniversario de discos DRO. Además, Laura Piñero publica un libro sobre el sello. / Alfredo Losada

Javier Losilla

Javier Losilla

En gran medida, la historia social de la España que acababa de despertar del letargo de la dictadura franquista está escrita en las canciones. Y más concretamente, en las contenidas en las grabaciones realizadas por ese sello pionero que se llamó, se llama y celebra ahora el 40 aniversario de su creación, DRO (Discos Radiactivos Organizados). No es la intención de estas turbulencias relatar la trayectoria de esa fábrica de sueños que salió de la imaginación de un piloto mutante: Servando Carballar, creador del grupo Aviador Dro y sus Obreros especializados

Una muestra notable del quehacer de DRO, desde su fundación en los albores de los años 80 del siglo XX hasta prácticamente la actualidad, se encuentra recogida en la caja conmemorativa del 40 cumpleaños del sello que plantó cara a las compañías multinacionales, absorbió otras aventuras independientes (Tres Cipreses, Grabaciones Accidentales y Twins) y terminó integrado, con capacidad de maniobra, en Warner.

Cuatro vinilos, otros tantos CD y un libreto de 20 páginas conforman la edición. Por otro lado, las 503 páginas del libro 'Aquellos años accidentales. DRO, la discográfica independiente que lo cambió todo' (Cúpula / Planeta), de Laura Piñero, con prólogo de Iván Ferreiro y epílogo de Diego A. Manrique, dibuja un retrato completo de la trayectoria del sello, de su fundación y desarrollo, de las personas que lo sacaron adelante, de los productores con los que contó y de algunos de los artistas que contrató. Pero vayamos por partes, como dijeron el descuartizador de Boston y otros colegas.

De 'La chica de plexiglás' (1980), de El Aviador Dro y su Obreros Especializados, a 'Amo' (2019) de León Benavente. En medio, todo lo que hayan podido bailar, corear o susurrar cuantas personas hayan tenido oído para la música española en el mencionado casi medio siglo: piezas insignia de Parálisis Permanente, Esclarecidos, Loquillo y Los Trogloditas, Gabinete Caligari, Duncan Dhu, Siniestro Total, Glutamato Ye-ye, Nacha Pop, Los Secretos, Hombres G, Os Resentidos, Los Nikis, Danza Invisible, Los Coyotes, Alphaville, Derribos Arias, Fangoria, La Dama se esconde, Los Rodríguez, Calamaro, Juan Perro, Extremoduro, Farmacia de Guardia, Los Elegantes, Malevaje, Los Cardiacos, Rosendo, Compay Segundo, Platero y Tú, Jorge Drexler, Barricada, Ariel Rot, Coque Malla y Jarabe de Palo, entre otros (la lista que anoto no es cronólógica). Los vinilos recogen 40 canciones y los CD contienen las mismas que los elepés y unas cuantas grabaciones más: 85 en total.

Darío Vico y Laura Piñero

En el libreto, Darío Vico relata sucintamente la larga vida de DRO, Laura Piñero resume (es un decir) en una página las muchas de su libro, y además, artistas, periodistas, mánagers y disqueros cuentan recuerdos, anécdotas, sentimientos, «traiciones y demás», como cantaba Gabinete (es broma): Servando Carballar, Cristina Lliso, Sabino Méndez, Antón Reixa, Mikel Erentxun, Jaime Urrutia, Andrés Calamaro, Santiago Alcanda, Alfonso Pérez... No falta, por supuesto, material fotográfico y el recordatorio de algunas portadas de discos célebres. 

El libro de Laura Piñero, por su parte, también ofrece instantáneas interesantes, pero la clave está en el texto. Armado con declaraciones de muchos protagonistas, es un trabajo minucioso, coral y directo, estructurado en capítulos breves y echando mano de recursos diferentes: la entrevista, la correspondencia, etcétera. La información es abundante y completa. Solo un par de asuntos hay que anotar en un debe que no invalida el conjunto: se puede perder el hilo en el paso de un protagonista a otro, y habría sido necesario algo más de esmero en la edición del texto para evitar, por ejemplo, repeticiones de algunas historias, como ocurre en el caso de Julián Hernández. Detalles