ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL ARAGONÉS

40 años sin el genio de Luis Buñuel

El cine y la trascendencia del transgresor cineasta calandino está más vigente que nunca 

Luis Buñuel maneja la cámara en el rodaje de una de sus películas.

Luis Buñuel maneja la cámara en el rodaje de una de sus películas.

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

Hubo un tiempo en el que Luis Buñuel era esa persona de la que casi todo el mundo en Aragón había oído hablar pero sobre el que mejor no iniciaras un debate con alguien sobre su figura y su cine porque, probablemente, el receptor no hubiera visto casi ninguno de sus filmes. Poco a poco esa sensación se ha ido disminuyendo y la reivindicación del cineasta calandino es ya una constante que provoca que a veces lo que haya que hacer es precisamente luchar contra su institucionalización. Algo que es un absurdo más en la trayectoria de Buñuel tan irreverente como era y tan poco amigo de agradar al poder.

Hoy hace cuatro décadas que el aragonés falleció en México y se puso fin a una trayectoria intensa de vaivenes pero que, sin duda, ha pasado a la historia primero por su inteligencia a la hora de plantear sus películas y, sobre todo, por ser capaz de hacerse un hueco con un cine en ocasiones prácticamente anticomercial en unas situaciones nada sencillas ni a nivel histórico (no hace falta hablar del franquismo español) ni a nivel artístico ni desde el punto de vista social.

Palma de Oro en Cannes

No en vano, día de hoy, Buñuel sigue siendo el único director español que ha ganado la Palma de Oro en Cannes (lo hizo con 'Viridiana' en unos meses en los que sucedió todo lo que le puede suceder a una película rodada en medio de una dictadura) y en su palmarés cuenta también con un Oscar (a mejor película en lengua extranjera) por 'El discreto encanto de la burguesía'. Un galardón que llegó tardíamente después de su extraña y contradictoria relación con Hollywood y que Buñuel no recogió. Sí estuvo en la cena que le hicieron en su honor los grandes cineastas del momento en una clara demostración de la admiración que se le tenía al español entre las grandes figuras del séptimo arte. La nómina de la cena, de hecho, es abrumadora: George Cukor, Alfred Hitchcock, Rouben Mamoulian, William Wyler, George Stevens, Billy Wilder, Robert Wise y Robert Mulligan, Fritz Lang y John Ford. Casi nada.

Se podría considerar que fue la culminación de su carrera que había comenzado ya de manera brillante con Un perro andaluz y que, nunca alejada de la polémica, eso sí, tiene títulos tan brillantes e impactantes como 'Los olvidados', 'Las Hurdes', 'La edad de oro', 'Nazarín', 'El ángel exterminador', 'Simón del desierto', 'Belle de jour', 'Tristana' (con la que también estuvo nominada a un Oscar que no ganó) y 'Ese oscuro objeto de deseo', última de sus producciones en la que no desterró ninguno de los grandes temas de su carrera, la crítica a la educación cristiana y a la sociedad burguesa. 

Incorregible hasta el final

Incorregible como era, en su creación y en su exposición pública, Buñuel llevó el humor hasta sus últimas consecuencias en muchas ocasiones. Un ejemplo claro es cuando recibió la nominación al Oscar por 'El discreto encanto de la burguesía'. En un chiste que no se entendió en Hollywood y que a punto estuvo de costarle un disgusto, aseguró en una entrevista que iba a ganar el galardón porque le había costado 25.000 dólares. No contento con el revuelto que se había montado cuando lo ganó, aseguró con contundencia: «Los estadounidenses son hombres de palabra».

La realidad es que 40 años después, Buñuel está reconocido sin discusión como uno de los directores de cine más importantes de la historia y su influencia es más que notable no solo en el séptimo arte sino también en otras disciplinas artísticas. Con su nombre en boca de mucha gente, es el momento de reivindicar que su transgresión, su manera de trabajar y sus indudables resultados artísticos no están al alcance de cualquiera. Cuatro décadas después, eso sí, bien haría Aragón en creer en el potencial y el poder de atracción de ser el lugar donde nació uno de los cineastas que ha marcado el paso de la historia del cine mundial. 

La producción que provocó hasta una destitución en el franquismo

La aventura de ‘Viridiana’ está plagada de anécdotas que culminaron con la negativa del propio Luis Buñuel de recoger la Palma de Oro en Cannes, probablemente, al ser consciente de la que se iba a liar en España cuando la película trascendiera. «Al equipo de la película se le ocurre que la mejor manera para evitar conflictos posteriores es ir a la puerta de la habitación del director general de Cinematografía del Gobierno franquista, José María Muñoz Fontán, y convencerle de que él era el adecuado para recoger el premio. Le dicen que tiene que recogerlo en nombre del Estado español, que va a honrar al país... A él se le viene el ego arriba y lo recoge con orgullo. La estrategia era que así el Estado asumiera como propia la película porque ya eran conscientes de la que se iba a preparar...», explicaba Amparo Martínez Herranz, profesora de Historia de cine de la Universidad de Zaragoza y coordinadora del libro ‘La España de Viridiana’ a este diario con motivo del 60 aniversario del hecho. Al poco tiempo, el Vaticano lanzó una fuerte diatriba contra el filme en ‘L’Obsservatore Romano’ y los hechos se precipitaron. Muñoz Fontán fue fulminantemente destituido al pisar suelo español y el franquismo decidió darla por inexistente ni siquiera la prohibió sino que la hizo desaparecer. De hecho, solo se pudo ver bajo pabellón de México.

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