NOVEDAD EDITORIAL

Rodrigo Fresán: "Me gustan los ‘best sellers’ pero cada vez están peor escritos"

El escritor presentó ‘El estilo de los elementos’ esta semana en la librería Cálamo de Zaragoza

El escritor argentino Rodrigo Fresán, autor de ‘El estilo de los elementos’.

El escritor argentino Rodrigo Fresán, autor de ‘El estilo de los elementos’. / ALFREDO GARÓFANO

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

No se inquieta ni mucho menos se molesta cuando se le insinúa que su libro quizá no es fácil de leer. Y es que no le pilla de nuevas la pregunta: «A mí me perturba y me causa cierta gracia que se piense que la lectura debe de ser sencilla, es una actividad muy compleja, es combinar una cantidad de signos que entre por el ojo y genere sentido en tu cabeza», empieza su explicación el argentino Rodrigo Fresán. Acaba de publicar 'El estilo de los elementos' (Random House), que hace unos días presentó en la librería Cálamo de Zaragoza: «Las primeras páginas del libro ya advierten al lector casual e incauto cómo viene y que está a tiempo de irse, creo que es honesto hacerlo, Mis experiencias gratificantes como lector que escribe han sido las que me causaron una cierta dificultad, un desafío y cuando lo superas te sientes bien», asevera con naturalidad.

En 'El estilo de los elementos', Rodrigo Fresán aborda la autoficción («esa manía de etiquetar todo») aunque de una manera muy especial. «Me causa mucha gracia cuando hablan de la literatura del yo y de la autoficción como algo novedoso porque para empezar aunque un libro transcurra en Marte o en la Edad Media siempre va a ser autobiográfico para el escritor porque la obra es parte de la vida. Pero yo hago 'tren ficción' o 'camión ficción', una cosa un poco más contundente con más velocidad y de enjundia, cuerpo y potencia. La autoficción que me interesa es la que hace Dickens con 'David Copperfield'», suelta a bocajarro antes de seguir con contundencia: «No me interesa tanto el personaje 'per se' sino todo el contexto de la época, lo que marca el tiempo… Lo que me perturba de la autoficción es que suele usar una lente muy estrecha y muy micro, como ‘me rompí una uña’. Ya ves lo que me interesa a mí o la muerte de los padres, el divorcio… A mí me gusta más el cinemascope que el super 8».

Land, trasunto del propio Fresán

En 'El estilo de los elementos' está el inocente Land, trasunto del propio Fresán. Con su infancia en la capital argentina, hijo de padres intelectuales, comprometidos y bohemios. Con su convulsa y muy lectora adolescencia en Caracas, obligado por el exilio familiar. Para acabar, en un futuro próximo, en una posible Barcelona, la ciudad a la que llegó hace 25 años y donde nació su hijo Daniel. Lo cuenta a su manera digresiva, enfebrecida, divertidísima y enferma de literatura.

"Me perturba y me causa cierta gracia que se piense que la lectura debe de ser sencilla"

Dialogar con Rodrigo Fresán es hacerlo sobre una concepción de la vida y la literatura haya publicado el libro que haya publicado, pero sí deja claro algo que le está pasando con esta obra que acaba de llegar a las librerías: «Aquí hay hechos que comparto con el protagonista, sobre todo lo que la gente no se cree, como que yo fingiera ir al colegio durante dos años y no se dieran cuenta mis padres, y es lo más verdadero del libro. Todos los libros míos tratan sobre leer y escribir y sobre olvidar y recordar que son actos paralelos. Cuando lees estás como olvidando para volver a recordar, todo está muy implicado», explica al mismo tiempo que observa con interés al entrevistador cuando le repregunta sobre esta cuestión: «Es que es un movimiento diástole siástole, ¿sabes? Cuando decides recordar algo, estás decidiendo olvidar algo y luego está la reescritura de eso que decidas recordar. Es un poco como los sueños, cuando tú cuentas un sueño tienes algo difuso, cuentas el recuerdo de un recuerdo de un recuerdo, los sueños nunca se recuerdan fielmente».

Una mirada a la familia

En El estilo de los elementos hace un repaso a la familia, pero deja claro que «sin ánimo de revancha ni venganza. Mi familia no es la del libro sino un modelo de familia de los años 60 y 70, de la intelectualidad porteña. Eran chicos a los que sus padres les decían algo escalofriante como yo solo quiero ser tu mejor amigo. Es terrorífico, tu mejor amigo te lo buscas, tú trata de ser el mejor padre. No imagino el libro como algo sórdido y expresionista en blanco y negro sino como una película de Wes Anderson, con colores, objetos… Yo soy de picaresca. Con la generación de mis padres además de padecerla la compadezco porque no lo tuvieron fácil porque tenían un mandato sociocultural del momento de que tenían que cambiar el mundo y no salió bien. No debe ser sencillo lidiar con eso».

"La autoficción que me interesa es la que hace Dickens con ‘David Copperfield’"

Inevitablemente la conversación vuelve a la escritura y la literatura: «No pido que todo el mundo sea hipersofisticado. También esos libros menos difíciles suelen ser los más vendidos y permiten la publicación de libros como los míos o los de Vila Matas. A mí me gusta leer los 'best sellers' pero el problema que veo es que cada vez están peor escritos. Hubo una época en que estaban muy bien, te hablo de Morris West, Leon Uris, Robert Ludlum, o la propia Anne Rice. Si comparas sus vampiros con los de crepúsculo dices, ‘joder, qué ha pasado aquí’. ¡Cómo van a ir los vampiros a la escuela si no envejecen nunca!», afirma.

Rodrigo Fresán es argentino y no se puede obviar preguntarle acerca de Javier Milei, el nuevo presidente argentino: «La política y la ficción se repelen. No me interesa que mis libros tengan mensaje, la palabra realidad, como decía Nabokov, debería escribirse siempre entrecomillada porque es una idea consensuada para no volvernos locos, pero todas las realidades son distintas. Hay casos de escritores a los que admiro y admiré mucho que en cuanto se meten en política escriben peor, el caso de Cortázar por ejemplo es muy paradigmático. Cambiar a los fantasmas por estatuas no es un buen negocio ni para ellos ni para los lectores», concluye. 

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