CONTRACORRIENTE

María Marco: «Viajar sola permite a una mujer encontrarse a sí misma»

Esta zaragozana residente en Barcelona, conocida en redes como Mayo Bambú, tiene un 'podcast' y sacará este mes el libro 'Gracias por sonreír, señorita', en los que cuenta las experiencias de sus viajes en solitario e invita a todas las mujeres a hacerlo

María Marco Villate

María Marco Villate / E. R. Franquesas y D. Riba

¿Por qué es tan difícil, al menos hasta ahora, ver a una mujer viajando sola? ¿Existe un miedo cultural? ¿se sienten más vulnerables?

En nosotras, por la condición de mujer, existe un miedo arraigado. Viajar solas nos obliga a tener más controlado el entorno en el que te mueves. De hecho, en mi primer viaje sola me basé en un libro titulado Viajeras, en el que se clasificaba a los países por la dificultad de moverse, la seguridad, la relación cultural respecto a los hombres... Aparte de ese miedo está que no siempre podemos permitírnoslo, por ejemplo una madre necesita su espacio para un viaje o su tiempo, a mí la primera vez me costó porque tenía que dejar durante un tiempo mi trabajo.

A pesar de todas esas cortapisas, usted recomienda hacerlo ¿Por qué?

Porque cuando te vas de tu entorno habitual ves tu vida con perspectiva; es bueno para observar con claridad qué está pasando con ella y cómo seguir, qué decisiones tomar. En el día a día todo va tan deprisa que no te paras a comprobar si lo que estás haciendo es lo que quieres. Viajar sola te permite pensar y verlo todo con unos prismáticos que te dan claridad para tomar decisiones. Y también porque cuando vas a otro lugar, nadie te conoce y puedes ser quien tú quieres. A veces el entorno nos limita y salir fuera te permite sacar otras partes de nuestra forma de ser.

¿Cómo fue la decisión de viajar sola primera vez?

La primera vez venía de un suceso que me había causado un estrés postraumático y decidí hacer ese viaje. Como he dicho me basé en el libro Viajeras y también decidí que donde fuera tenía que hacer algo. El viaje tuvo dos destinos muy distintos, Bali, donde hice un voluntariado, y Nueva York, donde fui en un intercambio a casa de una familia que tenía una web con recetas de cocina; yo les rehice la web y ellos me dieron alojamiento.

¿A lo largo de sus viajes se ha encontrado con muchas situaciones problemáticas?

He tenido situaciones difíciles, pero nunca problemas de seguridad con respecto a los hombres. También he cuidado mucho, por ejemplo no salir por las noches. Las situaciones complejas han sido más a nivel emocional, el sentirte sola, añorar a la familia y a los amigos, los miedos que pueden surgir por la noche en la habitación. El mayor reto es a nivel mental y viajar me ha ayudado muchísimo. De ahí que quiera trasmitirlo en mis libros y en el podcast.

¿Qué le han aportado estos viajes en solitario?

Yo nunca tuve un carácter aventurero, por lo que irme sola era un reto. Me han ayudado a entenderme por dentro, a apreciar lo que tienes y ver lo que quieres. También a respetar otras culturas y te da herramientas sociales pues tienes que sacarte las castañas del fuego en todo momento. También a aprender a gestionar miedos, incertidumbres, momentos incómodos y la soledad. Es ponerte en una situación para ver cómo funcionas y ver que eres capaz de resolver esas situaciones.

Hablábamos de que hasta hace poco era difícil ver a una mujer viajar sola, pero en los últimos tiempos eso ha cambiado y cada vez son más las que lo hacen. ¿A qué se debe?

Lo que está pasando es que hay una mayor búsqueda de otro tipo de viajes, viajes solo travel y mindfulness, y son las mujeres las que necesitan más ese tipo de viajes. Había un gran hueco en este mercado, aunque muchas se dedican a hablar de la parte turística, mientras que yo me intereso más por ellas, saber por qué lo hacen.

¿Y qué les motiva a hacerlo?

Normalmente siempre hay un detonante, un fallecimiento, una ruptura ... pero no tiene por qué ser necesario. Es simplemente la necesidad de tomar las riendas de tu vida y tomar decisiones. Y, por cierto, no te tienes que ir a la otra parte del mundo, si puedes irte tres días a una playa cercana, ya está bien; la cuestión es buscar ese tiempo para ti misma y calibrarte por dentro para coger esa energía que te da comer sola en un restaurante o tener que solucionarte todo y, luego, aplicarla a tu vida diaria.

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