Guardando las distancias: En Pirineos Sur también existen los grises

El presidente de la DPH, Isaac Claver, y el director de Pirineos Sur de esta edición, Sergio Vinadé.

El presidente de la DPH, Isaac Claver, y el director de Pirineos Sur de esta edición, Sergio Vinadé. / Jaime Oriz

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

Que los tiempos cambian es algo que no es nuevo y que ya se utiliza como lema desde hace muchos años, incluso siglos. Es por eso que tratar de entender Pirineos Sur con el misma prisma con el que nació hace más de tres décadas es un ejercicio cuanto menos arriesgado. Ya nada volverá a ser lo mismo en el festival ni, por supuesto, en el concepto, que apadrinó en su día, de 'world music'. Los nuevos tiempos hicieron que la DPH se desprendiera de la organización directa del festival que pasó a estar externalizado a través de un concurso público. Y, a partir de ahí, los matices ya empiezan a ser otros, y con razón, me atrevo a decir yo. Es obvio que Pirineos Sur no es un festival al uso y no solo por la propia concepción con la que nació sino también por el lugar y la idiosincracia del paraje donde nació. Eso impide que se haya convertido en un festival multitudinario (el aforo es el que es y no hay posibilidad de ampliación en ningún caso) y que, más allá de la programación, mantenga un aroma especial y una esencia diferente.

Este año (en el que ha estado a punto de no haber habido festival por la sucesión de recursos de las empresas perdedoras en el concurso) se estrenan Last Tour y Big Star en la gestión como UTE (Big Star ya estuvo al frente la primera vez que se externalizó la cita). Y ambas han pergeñado, con bastantes dificultades dadas las premuras con las que ha habido que trabajar por los citados recursos, un cartel en el que todas las miradas se han ido a Ricky Martin... para lo bueno, pero, sobre todo, para lo malo. Los detractores de este nuevo Pirineos Sur han encontrado por ahí la manera de ejemplificar en lo que ellos creen se ha convertido la cita. No es momento ni lugar de hablar de la valía (o no) del cantante de Puerto Rico ni siquiera de analizar la conveniencia o no de programarlo en ese espacio. Dejo para otros los debates, legítimos, eso sí.

Lo que sí creo es que Ricky Martin ha nublado todo lo demás. Y creo que bajo el nuevo concepto de festival, abierto a todo tipo de género sea el que sea, la edición de este año (aún queda un fin de semana por anunciar) es una de las más variadas de estilos de los últimos años. Obviamente, hay propuestas más comerciales (si es que esto es en sí mismo un género, que también tendría un debate largo y apasionado) con nombres que van a asegurar un llenazo en Lanuza, pero este año hay otros artistas que abrazan quizá ese espíritu cosmopolita que siempre ha tenido el festival y apuesta por programar noches un poco diferentes. Un rápido repaso al cartel lleva a nombres como Mon Laferte, Lila Downs, Lorena McKennitt, Rawayana, Silvia Pérez Cruz, Sara Baras, Grupo Niche, Mulatu Astatke,... Luego estaría la cuestión de si estamos ante propuestas que solo se podrán ver en Pirineos Sur. La respuesta es no, pero es que creo que esos tiempos han pasado en casi cualquier festival.

Pirineos Sur ha cambiado, sí. Pero ni todo es tan malo ni todo es tan bueno. Aunque cada vez lo parezca menos con la sociedad que tenemos, existen los grises. Y ahí es donde todas las opiniones en un debate caben.

Por cierto, este año hay una gran novedad en Pirineos Sur. No se podrá circular ni estacionar en el camino de Lanuza a Sallent de Gállego en pro de la «sostenibilidad y la seguridad». Ya hay voces que han expresado sus quejas a través de las redes sociales. Creo que es una gran medida que ayuda a modernizar una cita que tiene que tener en su ADN un respeto por el medio ambiente y la naturaleza que no digo que no se tuviera hasta la fecha, pero que esta medida ayudará en pro de ese objetivo. El siguiente paso debe ser conseguir reducir el impacto que produce toda la basura que se genera y el plástico. Un reto que no es único de este festival, desde luego.