A ESCENA

Aitana Sánchez-Gijón (estrena 'La madre' en Zaragoza): "El teatro es un refugio que expande el universo, no lo limita"

La intérprete protagoniza desde este jueves hasta el domingo en el Teatro Principal la obra en la que desde su papel cuestiona cuáles son los límites de la soledad, el vacío, la cordura y hasta el amor

La actriz Aitana Sánchez-Gijón, en el Teatro Principal de Zaragoza.

La actriz Aitana Sánchez-Gijón, en el Teatro Principal de Zaragoza. / JOSEMA MOLINA

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

-¿‘La madre’ es una obra de amar bien?

-Hay un momento en el que Ana dice que no se puede amar demasiado a alguien, o se ama o no se ama. Amar bien supone no cargar en el otro ni tus expectativas ni tus necesidades. Esta maternidad de Ana, la protagonista, es una maternidad muy desesperada, que ahoga, que limita al otro, por terror a una soledad. Ella tiene borrados los límites porque la vida ha acabado devorándole a ella por esa sensación de estafa por haberlo puesto todo sin límite y sentirse repentinamente abandonada por todos.

-También se habla de la soledad.

-Sí, habla de hasta qué punto podemos cargar a los demás con nuestra propia soledad o qué límite hay en una pareja cuando sientes que no funciona y no la terminas por ese terror a estar sola cuando ya estás terriblemente sola.

-¿Es algo educacional? No me imagino a un hombre con estos dilemas...

-No, no, no tengas la menor duda de que no se daría el caso, a lo mejor en un 0,01%, por lo menos en hombres heterosexuales. Claro que responde a una realidad heredada a lo largo de los siglos por un rol asumido que ha constreñido a la mujer a un ámbito privado. Evidentemente ya somos muchísimas mujeres emancipadas que tenemos una vida más allá, pero es cierto que nos seguimos ocupando de manera mayoritaria de los cuidados, no solo de los hijos sino también de las personas dependientes. Asumimos de una manera muy automática sin cuestionarnos otra posibilidad el hecho de que nos toca a nosotras, además de todo lo demás.

Aitana Sánchez-Gijón, este miércoles, en el patio de butacas del Teatro Principal de Zaragoza.

Aitana Sánchez-Gijón, este miércoles, en el patio de butacas del Teatro Principal de Zaragoza. / JOSEMA MOLINA

-¿Cómo es Ana?

-En esta caso, Ana no tiene todo lo demás y por lo tanto su situación emocional y mental cae en una depresión, se agudiza ese vacío porque no se tiene a sí misma. Yo como mujer emancipada con hijos, que uno ya voló y la otra casi, es un duelo la marcha de los hijos a pesar de que tengo mi vida llena de otras cosas. Yo no soy Ana y tengo un equilibro mental razonable pero digamos que Florian_Zeller (el autor del texto) lo lleva al extremo y es verdad que todavía reconocemos a muchas mujeres en ese papel.

-Como madre, ¿qué pensó cuando le llegó el papel?

-Cuando me lo ofrecieron hace un año y medio largo estaba en una situación familiar delicada y me pensé si aceptar o no. Afortunadamente como las obras tardan mucho tiempo en montarse mi periplo personal me colocó en otro lugar. Sentí que era un lugar peligroso para mí pero luego supe colocarme en un lugar de distancia trabajando desde la diferencia y desde lo que me identifica.

-¿Pensaba que iba a ser tan exigente como ha sido?

-Lo mas difícil ha sido el proceso de estudio, de bucear en esa estructura, comprenderla y encontrarle un sentido lógico. La dificultad ha sido la de trazar el camino, qué elecciones hacer y permitirnos la incomodidad de trabajar en vacío. El propio espacio está casi en vacío, el director fue quitando elementos para aprovechar esa incomodidad y ese vacío que es el que está viviendo y sintiendo Ana. Y desde ahí encuentras un camino de libertad profundo porque entras en un terreno de juego y posibilidades que se multiplica en cada función.

-¿El teatro es su refugio mental?

-Es un refugio espiritual, vital, existencial. Es un refugio pero sin la connotación única de que te protege del mundo porque no solo, al mismo tiempo expande el universo, no lo limita, no lo encierra, lo expande. Es un lugar de comunión en el que suceden cosas importantes para nosotros y para el público. Tiene utilidad para la vida.

-¿Le cansa tener que defenderse constantemente de los que les llaman subvencionados?

-Sí, porque son bulos instalados, falacias que son difíciles de desmontar. Funcionan como matriz destructiva para quitarle valor a lo que hacemos pero hay que seguir haciendo pedagogía y que la gente entienda que el 92% de mis compañeros no pueden vivir de su trabajo. Somos muy pocos los privilegiados que podemos vivir de esto, muchas veces se trabaja en precario y hay muchos momentos que podemos vivir de vacío, de no poder trabajar en esto, cuesta mucho sacar los proyectos… Vivimos de nuestro trabajo, no de las subvenciones. Generamos riqueza cultural y también económica. Si no hay un compromiso cultural por parte de lo público habrá ciudades con vacío cultural. Entonces los ciudadanos también tienen que decidir si quieren cultura en sus ciudades y que estén más abiertos al mundo… o no.

-¿Quizá a algunos partidos políticos no les interesa eso?

-(Sonríe). 

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