Aragón es tierra de artistas y ha dado a lo largo de su historia grandes referentes en diversos campos como la escultura, la pintura, el cine, la música o la poesía. En el 133 aniversario del nacimiento de Ramón Acín Aquilué toca repasar a algunos de los grandes artistas que ha dado la provincia de Huesca.

El 30 de agosto de 1888 nació en Huesca un todoterreno del arte: Ramón Acín Aquilué. Fue pintor, pedagogo, escultor y periodista, siendo triste víctima de la represión del bando sublevado en los inicios de la Guerra Civil Española por su conocida ideología anarquista. Hoy tomo su figura como punto de partida para hablar de varios artistas oscenses que han destacado en distintas disciplinas y siendo consciente de dejar a un lado (aunque no olvidados) a muchos más.

En primer lugar destaco al pintor León Abadías y Santolaria, nacido en Huesca en el año 1836 en un periodo turbulento de nuestra historia como fue la Primera Guerra Carlista (1833-1840). Y de hecho no podía ser más turbulento, pues al año siguiente la capital oscense fue testigo de excepción de una de las batallas más importantes de todo el conflicto y que sin embargo ha caído prácticamente en el olvido.

León Abadías fue discípulo del grandísimo pintor Federico Madrazo y llegó a ingresar en la prestigiosa Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. De profundos ideales carlistas, León Abadías fue también a su vez maestro de dibujo de un jovencísimo Santiago Ramón y Cajal, además de realizar numerosas obras pictóricas de las que destacan las decoraciones de los techos de la Diputación Provincial de Huesca, del ayuntamiento de la ciudad y sobre todo del techo de la tienda La Confianza, que fundada en 1871 es la tienda de ultramarinos en activo más antigua de España.

Ultramarinos La Confianza, Huesca. La decoración del techo fue realizada por León Abadía.

Ultramarinos La Confianza, Huesca. La decoración del techo fue realizada por León Abadía.

Si nos vamos al campo de la poesía y la literatura cabe destacar a Teresa Ramón Palacio, nacida también en la capital oscense y que nos dejó a comienzos del año 2020. Escritora y maestra ejerció su profesión sobre todo en su Huesca natal y también en localidades como Estadilla, Campo y Estada, además de Barcelona en sus últimos años de carrera. Teresa Ramón destacó por su literatura y por su obra poética además de la composición de letras de jota, lo que le valió ser nombrada académica de honor de la Academia de las Artes del Folclore y la Jota aragonesa. Entre sus obras destacan La Virgen de la Clemencia. Una historia para un cuadro y los libros Con los pies en mi tierra.

En cuanto a la escultura es imposible no hacer referencia al que quizás es el gran exponente oscense en este campo, y me refiero a Ángel Orensanz. Nació en la localidad de Larués a comienzos de la década de 1940 y podemos encontrar algunas de sus obras como Monumento a los oscenses muertos en lugares tan emblemáticos como el Parque Miguel Servet de Huesca.

Monumento a los oscenses muertos, de Ángel Orensanz.

Monumento a los oscenses muertos, de Ángel Orensanz.

Ya en la década de 1980, Ángel Orensanz se estableció en Nueva York donde ha desarrollado buena parte de su obra, la que le ha valido homenajes como el que le hizo en 2001 la Bienal de Arte Contemporáneo de Florencia o el ser galardonado en 2002 con la Medalla de Oro de la Academia de Bellas Artes en España. Sus obras se han expuesto en Londres, Tokio e incluso en lugares tan emblemáticos como el Central Park de Nueva York o en la Plaza Roja de Moscú. Sin duda es muy recomendable visitar el Museo Ángel Orensanz y Artes de Serrablo, situado en Puente de Sabiñánigo. Una casa tradicional que donó el propio artista y donde además de ver algunas de sus obras se puede encontrar un maravilloso museo etnológico que muestra las antiguas formas de vida y tradiciones de montaña de este rincón del Pirineo.

Y para finalizar con el campo de la música toca destacar al famosísimo Miguel Burró Fleta, el gran tenor nacido en Albalate de Cinca en 1897 y que para muchos llegó a ser el mejor tenor del mundo en la década de 1920. Desde muy joven comenzó a destacar en el canto, tal y como demostró en el concurso de jota de Villanueva de Gállego celebrado en el año 1917. Desde ahí se marchó al Conservatorio del Liceo de Barcelona para formarse, comenzando poco después una meteórica carrera musical que le llevó a los escenarios más famosos del mundo. Actuó en el Metropolitan Opera House de Nueva York, el Teatro Real de Madrid, en escenarios de Latinoamérica e incluso en Japón. Pero sin duda, uno de los momentos cumbre de su carrera fue su actuación en uno de los mayores templos del mundo de la ópera: el Teatro de La Scala de Milán. Allí estrenó en el año 1926 la grandísima Turandot, del compositor italiano Giacomo Puccini, con el papel del príncipe tártaro Calaf que se enamora perdidamente de la princesa china Turandot. El propio Puccini escribió la obra sabiendo que sólo quería a un tenor para interpretar al protagonista masculino de su obra, y ese era el aragonés Miguel Fleta, al que sin duda muchos pagaríamos por poder presenciar aquél ya lejano estreno y escuchar en directo y por primera vez la imponente aria Nessun dorma con la potente voz de Fleta.