El 8 de noviembre del año 1501 Alonso de Aragón fue consagrado como arzobispo de Zaragoza a pesar de que ya llevaba 22 años en el cargo. Sería la primera y última misa que cantó en toda su vida, dedicada a sus verdaderas pasiones: la política y el arte.

Alonso de Aragón nació en la localidad catalana de Cervera en el año 1470, fruto de los escarceos amorosos entre la noble Aldonza de Iborra y Fernando, por entonces infante y heredero al trono de Aragón y ya rey de Sicilia. Fue un hijo ilegítimo, ya que Fernando ya estaba casado desde hacia unos meses con la que sería Isabel la Católica. Sin embargo, Fernando acabaría por reconocer a su hijo, quien pudo así ostentar el apellido Aragón y tener además un papel importantísimo en la política hispánica y sobre todo del Reino de Aragón a finales del siglo XV y comienzos del XVI.

El rey Juan II de Aragón, padre de Fernando y abuelo de Alonso, llevaba ya años enfrascado en una lucha política con Roma en la que buscaba tener la prerrogativa de poder elegir él mismo a quienes serían los obispos y arzobispos en los territorios sobre los que gobernaba. Esa prerrogativa solo correspondía a la curia papal, por lo que no fueron pocas las disputas que este tema provocó entre ambas partes.

De hecho, el rey Juan tuvo también un hijo ilegítimo al que le puso su nombre y que consiguió que fuera admitido como arzobispo de Zaragoza. El control de la elección de estos cargos era más importante de lo que pueda parecer, ya que si el monarca tenía la capacidad de elegir a los prelados se aseguraba su lealtad. Algo básico, dada la enorme influencia que por entonces tenía la Iglesia.

Cimborrio de la Seo de Zaragoza, fruto del mecenazgo de Alonso de Aragón

A la muerte del arzobispo Juan de Aragón, el rey se apresuró a seguir controlando el puesto y propuso a su nieto Alonso para tal menester aún a pesar de que solo contaba con 5 años. Esto provocó un tremendo enfado en Roma, no solo por la edad del pretendiente al cargo, sino por la nueva injerencia en la elección por parte del monarca aragonés. Por ello, el papa Sixto IV lanzó un órdago y nombró como arzobispo al valenciano Ausias Despuig. Juan II nunca le aceptó en el cargo y Despuig acabó renunciando al mismo, forzando la aceptación por parte del papa del joven Alonso como arzobispo, cargo que asumió en mayo de 1479 con 9 años.

Tal y como era frecuente entre la nobleza y realeza, los hijos varones que no iban a heredar solían dedicarse al oficio de las armas o entraban en la Iglesia precisamente para ocupar cargos de gran poder. Eso hacía que en las altas esferas eclesiásticas fueran pocos los sacerdotes que tuvieran una verdadera vocación religiosa, y ese fue el caso de Alonso de Aragón.

Dotes para la política

A pesar de su corta edad pronto mostró muy buenas dotes para la política pero sin dar la menor señal de querer dedicarse a asuntos religiosos. De ahí que en 1501 y tras 22 años en el cargo, tanto su padre Fernando como Isabel la Católica le obligaran a ordenarse como sacerdote, cosa que ocurrió el 7 de septiembre de aquel año. Al día siguiente fue consagrado como arzobispo al cantar su primera y a la vez única misa de su vida.

Sin embargo, la política de su padre Fernando II hizo que este estuviera cada vez menos en tierras aragonesas, lo que llevó a Alonso a ir adquiriendo un mayor peso político en la gobernanza del Reino de Aragón. En el año 1507 fue nombrado Lugarteniente General del Reino de Nápoles sustituyendo al Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba, de quien Fernando el Católico comenzaba a no fiarse por la enorme popularidad que había adquirido.

Se convirtió también en diputado del Reino de Aragón por el brazo eclesiástico ante las cortes aragonesas y su influencia fue creciendo día a día, sobre todo cuando su padre le ordenó liderar al ejército aragonés que desde Tarazona debía invadir el Reino de Navarra en el año 1512. Mientras tanto, se convirtió a la vez en un gran mecenas del arte, siendo gran responsable de la visión que tenemos hoy en día de la Seo de Zaragoza. Y es que fue el artífice de la ampliación del templo de tres a cinco naves además de la construcción del magnífico cimborrio en forma de estrella de ocho puntas, aunque las obras las acabaría su hijo y también arzobispo, don Hernando de Aragón. Y es que hay que volver a la ya mencionada escasa vocación religiosa de Alonso, que aun siendo arzobispo estuvo públicamente amancebado con Ana de Gurrea con la que tuvo al menos siete hijos.

Más poder

En 1512 aumentó todavía más su poder al ser nombrado arzobispo de Valencia, y ya a la muerte de su padre Fernando en enero de 1516 le dejó en su testamento como Lugarteniente del Reino de Aragón hasta la llegada de Carlos de Habsburgo, quien debía asumir el trono aragonés. Pero la oposición al reinado de un extranjero, pues era así como se veía al futuro emperador Carlos V, despertó no pocos recelos entre la nobleza aragonesa. Muchos preferían como monarca al infante Fernando, hermano menor de Carlos pero que había nacido en Castilla y se había criado junto a su abuelo Fernando el Católico. El mismo monarca estuvo dudando hasta sus últimos días sobre si entregar en herencia sus territorios de la Corona de Aragón a Fernando o a Carlos, optando por este último para no provocar una guerra civil entre ambos hermanos.

Alonso fue nombrado en 1517 como el primer virrey del Reino de Aragón, y cuando Carlos llegó a Zaragoza en mayo de 1518 el arzobispo jugó un importantísimo papel como conciliador para que las cortes del reino juraran y reconocieran como monarca a Carlos, lo que conllevó la confirmación de sus cargos políticos. También, y mientras las revueltas se extendieron por los reinos de Castilla, Valencia y Mallorca con los comuneros y las germanías, Alonso logró mantener al Reino de Aragón con cierta tranquilidad.

En 1520 y en la cumbre de su poder, se desató un brote de peste en Zaragoza y Alonso se marchó de la ciudad, pero ya era tarde. Contrajo la enfermedad y murió en la localidad de Lécera el 24 de febrero de 1520, reposando sus restos en la Seo que él mismo había ordenado ampliar.