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Sancho Ramírez: el rey 'fundador'

El monarca fue el segundo rey de Aragón y el auténtico impulsor del reino

La catedral de Jaca, donde Sancho Ramírez recibió sepultura.

La catedral de Jaca, donde Sancho Ramírez recibió sepultura. / EL PERIÓDICO

Sergio Martínez Gil

Sergio Martínez Gil

Sancho Ramírez está considerado como el segundo rey de Aragón y, en mi opinión, no se le da suficiente importancia a su figura y reinado, pues bien podría ser considerado como el verdadero fundador del reino. Era hijo de Ramiro I de Aragón, a quien consideramos rey pero que en realidad jamás utilizó ese título en la documentación que se ha conservado. Y es que, al fin y al cabo, Ramiro, que era el primogénito del rey Sancho III el Mayor de Pamplona, en realidad fue un hijo tenido fuera del matrimonio y por lo tanto no podía gozar de la primogenitura y heredar el trono principal, que por entonces era el del potente reino navarro. Tuvo que conformarse con recibir el condado de Aragón, que había quedado asociado a la monarquía pamplonesa por vía matrimonial desde la década del 920. Aragón volvía a iniciar así un camino independiente como entidad política, pero era un territorio de montaña, pobre y poco poblado, sin apenas urbanismo, pues Jaca era apenas una pequeña villa siendo generosos.

En teoría a Ramiro I se le debió considerar conde y no rey de Aragón, pero tampoco firmó sus documentos con ese título. Siempre lo hizo como «Ramiro, hijo del rey Sancho», para tratar de poner énfasis en que su sangre era real, aunque no fuera un hijo legítimo a ojos de la sociedad de la época. Pero lo importante es que todos sus coetáneos, tanto en Aragón como fuera, trataron a Ramiro I como si de un monarca con todas las de la ley se tratara.

Pero para su hijo y sucesor, Sancho Ramírez, esto no era suficiente. Quería que nadie pusiera en duda su legitimidad como monarca y además estaba empeñado en convertir a ese pequeño territorio al que su padre había añadido también los condados de Sobrarbe y Ribagorza en una potencia en la región. Nada más morir su padre en el año 1063 intentando conquistar Graus a la taifa de Zaragoza, Sancho se lanzó a una misión todavía más difícil: conquistar Barbastro. Para ello consiguió que Roma proclamara una cruzada con la que atrajo a numerosos caballeros en busca de luchar contra los musulmanes y de conseguir fortuna. Los cruzados consiguieron conquistar Barbastro, aunque el gran rey al-Muqtádir de Zaragoza la recuperó al año siguiente. Pero ya todo el mundo sabía el gran potencial que tenía Aragón gracias a las alianzas que estaba forjando.

Retrato imaginario del rey Sancho Ramírez de Aragón.

Retrato imaginario del rey Sancho Ramírez de Aragón. / EL PERIÓDICO

Lo siguiente que hizo Sancho fue crear una fuerte alianza con el papado, y eso lo hizo viajando personalmente hasta Roma en el año 1068 donde se declaró vasallo de la Santa Sede, logrando así su protección y además ser coronado como rey por el mismo papa Alejandro II. Ya nadie podría poner en duda la legitimidad de la monarquía aragonesa. Con esta alianza además se introdujo a través de Aragón al resto de la península Ibérica el rito romano abandonando el rito mozárabe o visigodo, con todo lo que ello supuso de obediencia a Roma por parte de la cristiandad hispana.

También algunas teorías colocan el origen de las barras de Aragón en ese momento al adoptar el rey Sancho los colores del papado como vasallo suyo que era. Unos colores que ahora son el amarillo y el blanco, pero que hasta inicios del siglo XIX fueron el rojo y el amarillo. También fortaleció las estructuras del propio reino, sobre todo con la concesión del Fuero de Jaca en el año 1077 con el que atrajo a mucha población y la convirtió en una verdadera urbe, impulsando también la construcción de su maravillosa catedral románica. Desde entonces, Sancho Ramírez se lanzó a la conquista de pequeños pero importantísimos enclaves hasta que en el año 1094 puso a la misma ciudad de Huesca bajo asedio, algo que le costó la vida. Pero durante su reinado puso las bases de lo que iba a ser un poderoso reino que cambiaría la historia de la península, de Europa y del Mediterráneo.

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