Entender+ con la historia

¿Cómo ha sido la evolución histórica de la Semana Santa zaragozana?

Ya en los siglos XIV al XVI hay constancia de su organización en la ciudad

Procesión el Jueves Santo en Zaragoza.

Procesión el Jueves Santo en Zaragoza. / Miguel Ángel Gracia

Sergio Martínez Gil

Sergio Martínez Gil

Hoy es Domingo de Ramos, una fecha que marca tras la Cuaresma el inicio de una de las celebraciones más importantes del calendario cristiano que, además, trasciende con mucho el plano religioso. Y es que la gran importancia cultural que tiene la Semana Santa hace que en todas partes se acerquen a participar en ella de una u otra forma gentes de todo tipo, creyentes o no, pero que sienten como propia esta celebración. Es un evento que también difiere mucho en su estilo dependiendo del lugar de España en el que nos encontremos, lo que la enriquece sobremanera y casi nos garantiza el no ver una misma Semana Santa en dos lugares diferentes. Y eso se debe a su larga historia, lo que ha provocado una evolución distinta dependiendo de la región, e incluso de cada ciudad o pueblo. Hasta se ven influencias importantes fuera de España, por ejemplo, en la isla de Cerdeña, en la que se siguen viendo hoy en día reminiscencias de la Semana Santa de diferentes partes de lo que fue en su día la Corona de Aragón. En esta ocasión me centro en la Semana Santa zaragozana, la cual no es precisamente famosa a nivel nacional pero que sorprende a todo el que la disfruta.

Para acercarnos a la historia de la Semana Santa de Zaragoza tenemos que irnos ocho siglos atrás en el tiempo para ver a dos instituciones inseparables de los inicios de este fenómeno: la Venerable Orden Tercera de San Francisco de Asís y la Hermandad de la Sangre de Cristo. Ya entre los siglos XIV al XVI hay constancia de la organización por parte de ambas de diferentes actos en Semana Santa, ya fuera por separado o de forma conjunta, como la celebración de las procesiones del Encuentro, el Santo Entierro y el Domingo de Resurrección. Concretamente de la procesión del Santo Entierro, una de las más populares, tenemos ya constancia histórica de su celebración desde el siglo XIV, lo que nos muestra la gran antigüedad que atesora la Semana Santa zaragozana.

En los siglos siguientes no hubo demasiados hitos, más allá del progresivo encargo y adquisición de diferentes pasos, sobre todo a partir del siglo XVII, o la construcción del templo dedicado a Santa Isabel de Portugal, iniciada en el año 1682 y cuya portada es una maravillosa joya del barroco aragonés. Este templo acabó por convertirse, como sigue siendo hoy en día, en el epicentro de la mayor parte de las procesiones. Justo también en esos años tenemos fechada en 1770 una reglamentación para la celebración de la Semana Santa y se documenta el Sermón de la Pasión, el Descendimiento de la Cruz y la celebración del Domingo de Pascua.

Los Sitios de Zaragoza destruyeron casi todo el patrimonio de la Semana Santa.

Los Sitios de Zaragoza destruyeron casi todo el patrimonio de la Semana Santa. / Miguel Ángel Gracia / EL PERIÓDICO

Pero serían la Guerra de la Independencia y los dos brutales asedios que sufrió Zaragoza entre junio de 1808 y febrero de 1809 los que marcaron un antes y un después en las características de la actual Semana Santa que vemos en la actualidad. Y es que muchos de los conventos y monasterios que atesoraban las imágenes devocionales y enseres que salían en las procesiones se convirtieron en baluartes defensivos de la ciudad, sufriendo en consecuencia los horrores de la guerra y la pérdida de la mayor parte de ese patrimonio, que se fue rehaciendo a lo largo del siglo XIX. Por ejemplo, la imagen del Santísimo Cristo de la Cama fue la única imagen de todas las que salían en el Santo Entierro que sobrevivió a los Sitios.

Pero poco a poco se fue reconstruyendo esa tradicional Semana Santa zaragozana, llegando al trascendental siglo XX. De entrada, se aprobó en el año 1909 la reforma de la procesión del Santo Entierro y la creación de un nuevo programa iconográfico, lo que supuso un desembolso realmente importante y en el que se pidió la colaboración tanto de las hermandades como de las autoridades, comerciantes y ciudadanos. Pero fue sobre todo a raíz de la guerra civil y de la posterior dictadura franquista sustentada en lo que se llamó el nacionalcatolicismo cuando comenzó la proliferación, con el apoyo tanto de las instituciones eclesiásticas como civiles, de numerosas cofradías, especialmente a finales de esa década de 1930 y también en la de 1940.

El siguiente gran cambio se produjo ya en la Transición, que dio el pistoletazo de salida a una nueva transformación de la Semana Santa de Zaragoza caracterizada por la incorporación de diferentes instrumentos tradicionales, especialmente el timbal y sobre todo el tambor y el bombo, creando una nueva identidad propia ayudada por el ingreso de muchos nuevos cofrades a las diferentes corporaciones que dieron un nuevo aire. Pero estos cambios no fueron los últimos, y es algo que nos hace ver que la Semana Santa, una tradición con tanta historia y que hunde sus raíces en el tiempo, sigue estando muy viva y que a pesar de las apariencias siempre está dispuesta a seguir evolucionando para seguir atrayendo a miles de personas. Así se fueron incorporando también ya en la década de 1990 nuevos instrumentos como las cornetas, por no mencionar el esfuerzo por restaurar los pasos, muchos de ellos del siglo XIX, o la creación de nuevas imágenes que son auténticas obras de arte. Como vemos, la Semana Santa de Zaragoza tiene una larguísima historia, pero a pesar de todo, sigue mostrándose plenamente viva para seguir sorprendiendo no sólo a los zaragozanos, sino a todos los visitantes que vienen estos días de vacaciones para conocer un poco mejor nuestra tierra.

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