Idas y venidas, cuestas y descensos representan el dibujo de la vida temblorosa con la que el Mann Filter está acometiendo su cuarta temporada en la Liga Femenina. A continuos estirones y desvanecimientos se está acostumbrando un equipo de doble personalidad. La derrota ante el Estudiantes abrió un nuevo bache en la existencia de un grupo obligado a mantener el ritmo que ha marcado durante sus últimas dos campañas, pero del que en la actualidad se ha alejado tras dos resbalones seguidos.

El cambio constante de rumbo marea a un equipo presa en ocasiones de un individualismo mal calculado y una defensa de plastilina al igual que en otras es capaz de explotar un voraz y comprometido juego colectivo. La situación no es catastrófica, para nada, pero quizá tampoco es la esperada. El Mann Filter es quinto con once triunfos y nueve derrotas, pero podría ser rebasado por el Yaya Maria, que lleva un partido menos. A falta de seis jornadas de la puerta del playoff , las zaragozanas están a un triunfo del tercero (Mendíbil) y del cuarto (Perfumerías Avenida), rival que visita hoy (18.00) si el tiempo lo permite.

Noviembre negro

A esta encrucijada se ha llegado tras zigzaguear por la clasificación desde un principio. El primer vaivén ocurrió por el lejano octubre. Un calendario ideado por el peor de los enemigos, la falta de entrenamientos para soldar una plantilla renovada con un técnico nuevo y la novatada europea provocó el primer zarandeo del Mann Filter. Tres derrotas seguidas (Ros Casares, Barcelona y la del Copa en la Fiba Cup) le postraron en el décimo puesto. La reacción fue inmediata y espectacular. Tres victorias en Liga y dos en el continente le elevaron a la quinta plaza.

Pero llegó noviembre y con él el desastre. El palo de caer en casa ante el Copra Alesandria resquebrajó el sueño europeo y el seísmo se notó, y de qué manera, en la competición local. Cuatro derrotas encadenadas devolvieron a un equipo perdido al décimo puesto (4-6) y pusieron a Corral entre la espada y la pared. La directiva acertó al mantener la calma y el Mann Filter, más compensado y trabajado, de nuevo tiró hacia arriba. El esprint no evitó la traumática eliminación de la Copa de la Reina, pero las siete victorias en ocho partidos (el único pero lo puso el Ros, lógico) hacían pensar que la normalidad se restablecía en el Príncipe Felipe. El cénit del Mann Filter llegó en la jornada 18. Era cuarto, empatado con el tercero (11-7).

Pero los últimos dos resbalones seguidos (Banco Simeón y Estudiantes) han originado el enésimo cambio de orientación y han abierto el síntoma de irregularidad de un equipo que invierte las alegrías en decepciones como si nada. Hoy le espera una dura prueba física tras el terrorífico viaje a Salamanca.