Reencontrarse consigo mismo, recuperar la identidad perdida es uno de los principales objetivos del CAI esta noche. A las 21.00 horas recibe al Ourense, decimosegundo en la tabla, con la intención de volver a saborear una victoria en el Príncipe Felipe y de demostrar que éste es el mismo equipo que logró doce triunfos seguidos porque la duda está ya en el aire. La pregunta sobre las posibilidades reales de ascenso del conjunto rojillo, que hace un mes parecía ridícula, se está instalando entre la afición al comprobar la transformación de un equipo de apariencia invencible a otro muy distinto, endeble, sin recursos, que resulta perdedor en cualquier choque.

Y puede que tenga que volver a intentarlo sin Matías Lescano, cuya baja ha coincidido con el bache del equipo. El argentino tenía marcado este encuentro en su particular calendario de recuperación como el gran día para reaparecer, pero su posible comparecencia en la pista no se decidirá hasta esta mañana, cuando Lescano se someta a una última prueba con el médico del club, Pepe Sarasa. En caso negativo, su vuelta al equipo se retrasaría hasta el próximo martes.

Pero, excepto el argentino, el resto de jugadores, más Esmorís, son los mismos que encadenaron doce victorias consecutivas y que ahora no sólo no consiguen vencer sino que, además, son capaces de caer por una diferencia cercana a los 30 puntos, sin opción de disputar el partido. Les ocurrió en Bilbao (92-63) y en León (85-57).

VOLVER A LA CABEZA La aspiración del CAI no debe ser otra que recuperar parte del terreno perdido en los dos próximos partidos en casa, en los que deberá medirse a conjuntos teóricamente inferiores que luchan por evitar los últimos puestos. Si logra imponerse hoy al Ourense y, el martes, al Ciudad de Huelva, el equipo que dirige Alfred Julbe puede volver a ocupar la tercera plaza en la Liga, aspiración notable cuando, a día de hoy, restan cinco jornadas por disputarse (6 para el CAI) y lo más importante es lograr una buena posición de cara a los playoffs .

El primer paso en esa ascensión es vencer al Ourense de Shoemaker, el pívot que consiguió la última jornada la consideración de jugador más valioso de la LEB con una valoración de 50, récord en la historia del club. Junto a Ricky Wright forma la pareja de norteamericanos más temida de la competición. El juego del COB pasa por las manos de Juanjo Bernabé, un base cuyo juego marca la temperatura del equipo: si él lo hace bien, el Ourense también.

Esta simple regla se cumple, sobre todo, en casa, donde los gallegos no pierden desde el parón navideño y acumulan ya seis victorias consecutivas. Otra cosa muy distinta es salir del hogar. El Ourense no conoce la victoria en casa ajena desde el 29 de noviembre. Desde entonces, la competición ha dado una vuelta completa al calendario. Los gallegos hacen cuentas y resuelven que necesitan dos victorias más para asegurar la permanencia, único objetivo del club después del recorte presupuestario, y saben que pueden llegar en los dos encuentros que les restan por disputar en casa.

JUGAR CON LOS NERVIOS Los gallegos ven la Liga de otra manera desde que le ganaron al Granada el último partido, y Angel Navarro, su técnico, considera que una victoria en Zaragoza o frente al Gijón la próxima jornada resolverían los problemas de su equipo. Los gallegos jugarán la baza que consideran más válida para ganar, que no es otra que intentar poner nervioso al CAI y al público del Príncipe Felipe tomando la ventaja en el marcador. Los aragoneses tendrán que tomar la iniciativa para recuperar el pulso vital como equipo y para demostrar, ante su incondicional público, que las aspiraciones de ascenso siguen intactas.