Dos pasiones le mueven a Ricardo Arregui. Una de ellas es el amor por la montaña. La otra es su gran afición por el balonmano. El guipuzcoano es una eminencia en el tratamiento de las congelaciones de los montañeros junto al aragonés José Ramón Morandeira. Es el Jefe del Servicio de Neurocirugía de la Mutua de Accidentes de Zaragoza y ha curado a montañeros tan famosos como Juanito Oiarzabal, Juan Vallejo o Edurne Pasabán. Además, es amigo intimo de Sebastián Álvaro, el director del programa de TVE Al Filo de lo Imposible.

Nacido en Irún hace 52 años, Arregui cumplió uno de sus sueños en el año 92. "Estuve en la cara tibetana del Everest con una expedición cívico-militar de Jaca. Aquello me cambió la vida".

Toda su vida ha estado ligado al mundo del balonmano. Fue jugador del equipo juvenil del Bidasoa y a los 34 años emigró a Zaragoza para estudiar Medicina. Allí jugó en La Salle y Dominicos y fue el médico del Helios que subió a la División de Honor. En agosto del 2003 se convirtió en el presidente de un Rótulos Plasneón de División de Honor B que estuvo a punto de desaparecer.

Le pasaron el testigo un grupo de amigos encabezados por Chuchi Gómez Pitarch, exjugador del Helios y Olvido Miguel, anterior presidenta de la entidad. El siguiente objetivo era claro. "Quiero que lleguemos a la Liga Asobal".

Tras un primer año en el que el equipo dirigido por Fernando Bolea logró una honorable cuarta posición, en abril del 2005 llegó la explosión del Rótulos. El CAI alcanzaba en el pabellón Príncipe Felipe el ansiado ascenso. En una jornada de contrastes, por la mañana Arregui asistía al entierro de su segunda esposa y por la noche celebraba el ascenso con sus jugadores.

Pero tras las grandes alegrías llegaron los malos tiempos para el ambicioso Arregui. Bolea dejaba el banquillo y era sustituido por el servo-sueco Veroljub Kosovac, fichado a mitad de campaña. Bolea se convertía en el nuevo director técnico del nuevo proyecto, lo cual era el sinónimo de su dimisión.

Se producía un terremoto en la junta del CAI. Chuchi Gómez Pitarch, Olvido Miguel, Jesús Relancio y Martin Maturen, que mantuvieron la llama viva del balonmano de élite, se fueron con Bolea, acusando a Arregui de una desmedida sed de poder.

Arregui se volcó con el CAI a muerte y siguió construyendo el futuro de la entidad. Paco Poblador, Carmelo Postigo y Javier Ariño se convirtieron en sus hombres de confianza en la directiva. Dio todos los poderes a Valero Rivera para que construyera el nuevo club y contrató a Óscar Mainer como director técnico y cara amable del equipo aragonés.

El CAI iba viento en popa. El año pasado terminó en una satisfactoria séptima posición en la Asobal y se clasificó para disputar la EHF con un equipo encabezado por Ortega y Zaky. Pero no todo son luces. Buena parte de la cantera aragonesa no se siente involucrada con la entidad, mientras ha sembrado de grandes amigos y enemigos irreconciliables. El remozado equipo ha empezado la liga con un juego decepcionante y algunos piensan que el futuro de Kosovac no es muy halagüeño. Pero Arregui sigue a lo suyo, escalando posiciones. Ayer alcanzó un nuevo campo de altura. Ya es el nuevo presidente de la Asobal en sustitución de Miguel Roca. Un nuevo paso para llegar al Everest, que para algunos podría ser al menos la presidencia de la Federación Española.