No es la primera vez que sale a relucir el fuerte carácter de D´Alessandro, un futbolista tan genial como temperamental. A diferencia de otros, que esconden bajo una aureola de timidez un temperamento también difícil, Andrés va de frente, no se esconde nunca y eso que es positivo a la hora de afrontar cualquier partido también supone su perdición muchas veces. Desde el primer día que llegó dejó claro que iba a ser el azote de los árbitros con sus continuas protestas y que con sus compañeros no se iba a callar ni debajo el agua durante los partidos, pero el primer incidente se produjo con César y con Víctor Fernández en un mismo entrenamiento, el del 28 de septiembre.

Primero se encaró en la distancia con el meta. "Que no me digas nada, pelotudo", le espetó el Cabezón, que no tenía un buen día y estuvo a punto de ser expulsado después de la sesión por el técnico. "Si estás, estás y si no es mejor que te vayas para casa", le dijo Víctor con una voz autoritaria que no tuvo ayer.

Ese fue el incidente más sonado en un entrenamiento el curso pasado, aunque hubo otros menores, pero el peor llegó en el partido en casa ante Osasuna el 3 de diciembre. D´Alessandro, que era objeto predilecto de Víctor en los cambios, se enfadó al ver que su número era de nuevo el designado. Se marchó protestando, no dio la mano a Lafita ni atendió a Víctor y pateó una botella, que acabó en el césped. El club no le multó, pero sí habló con él.

Este curso, con cuatro años de contrato ya firmados, el árbitro Ramírez Domínguez pidió a Víctor que le cambiara en el partido ante el Recre del Colombino porque llevaba una amarilla, no dejaba de protestar y en cualquier momento iba a ver la roja.