A Luis Aragonés se le agotó el alma de tanto sufrir. Se le cansó el corazón de tanto padecer. Al técnico, que cumplirá 70 años en julio, el fútbol le devolvió algo que le debía a España desde hace 24 años. O, al menos, eso sostenía él cuando apura sus últimos días con la selección. Cuando España pierda, Luis se irá. Pero España no pierde. Y así, paso a paso, se ha colado en las semifinales, donde le espera la prodigiosa Rusia de Hiddink. "Lo merecíamos, claro que sí", comentó el técnico, sin desprender demasiada euforia en sus palabras.

No estaba ayer Luis pegando botes. Ni mucho menos. A pesar de que tenía razones para disparar su alegría, eligió el camino de la contención. Como si no hubiera hecho en Viena nada extraordinario. "Me satisface el deber cumplido", afirmó el seleccionador, consciente de que hace unas semanas España entera reclamaba su destitución porque había ignorado a Raúl.

Ni el propio Luis. Tranquilo, sereno, cómodo y hasta profundamente reflexivo, ajeno a la algarabía que se instaló en el país. "Estoy contento, como todos los componentes del grupo. Pero solo hemos ganado una pequeña batalla y desde el punto de penalti", recordó el seleccionador, quien consideró que España mereció "por poco" ganar a Italia.

"EL REY ES DE MI QUINTA" Después de los penaltis, después de las manos mágicas de Casillas, Luis estaba calmado. Los demás corrían, los demás reían, los demás disfrutaban. Y él, enfundado en su clásico chándal rojo, el de la selección, comentaba divertido la anécdota con el Rey Juan Carlos, quien bajó al vestuario para felicitar a la selección. "El Rey es de mi quinta, ya lo conozco desde que era Príncipe", dijo el técnico. "Nos dio la enhorabuena y nosotros le dimos las gracias porque haya venido a vernos".

Hubo algo más entre el monarca y el seleccionador. Pero no quiso explicarlo. "Hemos hablado entre él y yo. Bueno, entre el Rey y yo", afirmó Luis, quien se saltaba todo protocolo porque su relación cercana se lo permitía. Cuando el técnico se puso a hablar del partido, deslizó algunos detalles. No estaba muy contento con el partido. Normal. No fue extraordinario. Pero sí lleno de intensidad. "Ha sido un encuentro bastante igualado. Los dos equipos hemos querido jugar a la contra. No hemos hecho un buen fútbol", admitió el seleccionador.

EL ATAQUE RUSO En esa línea autocrítica prosiguió Luis, consciente de que a España le toca solucionar algunos problemas tácticos para eliminar en las semifinales a Rusia. "Tenemos que mejorar en algunas cosas. Somos un grupo que va siempre hacia adelante. Somos una piña", explicó el técnico, seguro de que esa cohesión que ha logrado en la convivencia del vestuario le permite "soñar" en todo. Y todo es ganar la Eurocopa. Pero anoche Luis se marchó a dormir con una sensación especial. España estaba en las nubes y él solo pensaba en Rusia: "Está en su mejor período. Será muy complicado. Tienen un equipo muy bello, uno de los mejores ataques en este momento. Pero el equipo cree en llegar a la final". Dicho queda.