Hemos roto un maleficio", sentenciaba el rey Juan Carlos al salir del vestuario, al término del partido. El monarca resumía así el sentimiento de la selección y los aficionados españoles que habían visto como, 88 años después, conseguían derrotar a Italia y, tras 24, cruzaban la frontera maldita de los cuartos en una gran competición. "Siento mucha emoción y una gran satisfacción porque ya era hora", condensaba el rey, que se sentía "optimista" respecto al cruce ante Rusia.

"Hace mucho tiempo que la historia nos debía una", señalaba Villa. El Guaje, exultante, lamentaba no haber podido sentenciar el encuentro en el tiempo reglamentario ni la prórroga. "Hemos sido superiores y hemos tenido ocasiones más claras, pero al final hemos llegado a los penaltis. Gracias a Dios, y a las dos paradas de Casillas, han caído de nuestro lado". El delantero asturiano, pichichi del campeonato con cuatro goles, prometió a Quini --su ídolo-- que volvería a ver puerta el jueves. "Le prometí un gol y lo marcaré en la semifinal, que será el que nos dé el pase a la final".

ESPALDARAZO A UN JOVEN EQUIPO "Es formidable, es imposible encontrar las palabras para expresar la emoción que siento --señalaba Cesc, el autor del penalti definitivo--. Es una victoria importantísima para este joven equipo". Un análisis en el que ahondaba Xavi. "Este equipo se lo merece por la hermandad que hay". Iniesta, otro de los cerebros en el mediocampo de la selección, se alegró de que, por una vez, hubiera salido cara. "Hemos tenido la suerte que nos ha faltado".

Capdevila, el lateral que ha brillado esta campaña en Villarreal, se arrodilló ante el héroe del partido. "A Casillas le he dicho que es Dios". El lateral señalaba el triunfo como el rito de transición del bloque. "España ha madurado de un tiempo hasta esta tarde y estamos preparados para lo que sea". En este sentido, Torres sacó pecho ante los fatalistas. "Para los que no creían en este equipo, les hemos demostrado que hay motivos para creer".