Marcelino explotó el sábado con el gol anulado a Ewerthon --no solo en sala de prensa-- y el enfado duraba ayer aún en el club aragonés, aunque también aquí lo mitigó el empate del Hércules, porque supuso conservar el billete de ascenso. No hay previsto, al menos no públicamente, una protesta ante Sánchez Arminio, presidente del estamento arbitral, ni en la federación, pero es verdad que el Zaragoza tiene motivos para sentirse perjudicado por las decisiones de los colegiados.

Quizá no deba sentirse agraviado en el global de la temporada, pero sí en los partidos ante rivales directos que han visitado La Romareda, donde el técnico acostumbra a decir que es fácil pitar decisiones en contra del conjunto aragonés por el escaparate de valentía que supone para el colegiado en cuestión. Una aseveración que, desgraciadamente, se está cumpliendo.

Echa cuentas el Zaragoza y le faltan siete puntos en las visitas del Rayo, el Hércules y el Tenerife. La sentencia tiene algo de irrealidad porque nunca se sabe cómo influye un error arbitral en el desarrollo de un partido. Sin embargo, es palpable si se mira solo a los hechos.

Pérez Montero, que ya había presentado alguna credencial en el estadio de Gran Canaria ante la UD Las Palmas (2-2) al expulsar a Zapater y obviar una agresión de Marcos a Pulido, se equivocó dos veces en la visita del Rayo Vallecano a La Romareda al final de la primera vuelta (jornada 21). No jugó bien el cuadro aragonés, pero no es menos cierto que el árbitro le empujó hacia la derrota.

El penalti de Zapater a Aganzo con 2-1 es dudoso, porque el ejeano apenas agarra al delantero, que marcó el penalti. Y Gabi vio la segunda amarilla con 2-2 por simular una falta que sí existió. De hecho, Competición le perdonó al centrocampista esa cartulina. En inferioridad, el Zaragoza recibió el tercer gol vallecano (2-3). La tercera exhibición de Pérez Montero fue en la visita del Nástic, donde anuló un gol a Pavón y otro a Caffa, pero no impidió el triunfo zaragocista (1-0).

Contra el Hércules en la jornada 27 el actor arbitral fue Iglesias Villanueva. El partido acabó en tablas, pero el colegiado anuló un gol de cabeza de Pulido por un forcejeo entre César y Ewerthon que solo él vio. Hubiera sido el 2-0 en la primera parte y se quedó en renta mínima (Ewerthon) para que el Hércules pudiera remontar en la segunda mitad. Zapater salvó un punto de falta directa (2-2).

Miranda Torres y sobre todo su asistente cerraron el sábado la trilogía de fallos ante rivales directos. El gol anulado a Ewerthon, legal porque su posición la habilita un central del Tenerife, suponía el 2-1 y una victoria de oro que no llegó.