Hace una apacible mañana de sábado en el Parque Grande de Zaragoza. Quedan menos de 24 horas para el maratón. Los atletas llegan frescos a la gran cita. Ya está todo el pescado vendido. Javier Ariño se ha dejado melena y tiene la media barba de todo buen maratoniano. El que fuera jugador de la División de Honor del Helios en los ochenta ya tiene la táctica clara para bajar de las cuatro horas. "Esto es correr con cabeza. Mi pique fundamental es terminar bien sin pararme", dice el zaragozano.

El año pasado terminó en 4.25. "Fue horrorosa. No pensaba volver a correr. Pero cuando acabé, prefería un maratón a jugar un partido de balonmano, que te deja molido", dice este dentista de 50 años.

Virginia Lahoz es la plusmarquista aragonesa de martillo. "Los lanzamientos son esfuerzos explosivos. Pero en el maratón te enfrentas al agotamiento físico y la fuerza mental", afirma. Este año ha estado casi inédita con el Simply Scorpio. Pero quiere cumplir una promesa y disputar el primer maratón en sus 31 primaveras. "Es especial y la he preparado con mucha dedicación". Su morfología ya no recuerda a una lanzadora. Está delgada, cara afilada y con la mirada llena de incógnitas ante la cita con lo desconocido. "Estoy nerviosa desde hace un año. Espero no derrumbarme en la prueba, pero sé que lo voy a pasar mal". Lahoz quiere terminarla. "Siempre he tenido alma oculta fondera. Soy una machaca", dice la atleta de 31 años, que es fisio en Huesca.

Relajados y dicharacheros

Félix Brocate Puri está relajado y dicharachero ante su tercer maratón. Tiene 53 años. "Para afrontar esta carrera hay que ser optimista. Más después de los dos meses que me he metido al cuerpo de entrenamiento. Pero esta última semana es la de la pasión y me duele todo el cuerpo", dice.

El que fuera árbitro internacional de balonmano y once años presidente de la territorial, correrá el maratón sin presión. "Esto demuestra que los directivos no estamos anclados. Voy a ir por sensaciones y tengo que escuchar a mi cuerpo. Pero el objetivo es finalizar". El año pasado bajó de las cuatro horas en Zaragoza. Tiene planta de buen fondista y sólo teme al cierzo. "Espero que haga buena mañana y que el público nos eche una manilla".

Javier Barra está habituado a los deportes de resistencia. Es uno de los compañeros de expedición de Carlos Pauner, con el que ha estado en el K-2 y el Broad Peak. El zaragozano de 45 años tiene gran capacidad agonística y un hándicap. Es diabético y tendrá que medir sus niveles dos veces en la carrera. Su novia Carmen le controlará fuera de la carrera.

Sólo ha disputado el maratón del año pasado. "Fue una experiencia disfrutona. Me gusta hablar del maratón dos meses y punto. No hago una preparación especial. He hecho hasta tres horas de trote gorrinero", dice este maestro del instituto de Miralbueno.