Javier Aguirre se ha decidido por Leo Franco en lugar de Toni Doblas, la medida más antipopular del técnico mexicano desde que sustituyó a José Aurelio Gay en el banquillo. Es la primera vez que la mayoría de la afición recrimina a un entrenador al que ha elogiado y respetado por su experiencia, sensatez y solidaridad con el equipo. El Vasco, además, ha sido considerado como el gran referente de futuro de un club a la deriva, como el único hombre cualificado para armar un grupo competitivo con el escaso capital financiero y humano del que dispone ahora mismo la institución.

Con Roberto elegido para la titularidad, Aguirre tenía un problema para escoger al segundo de a bordo en la portería. Simpatiza con Leo Franco, un guardameta de largo e irregular recorrido en la élite, pero el hincha es incondicional de Toni Doblas, un jornalero hecho a si mismo que colaboró a manos llenas en el ascenso a Primera División y, la temporada pasada, en la permanencia. Al final, suponemos que por cuestiones meramente técnicas, el preparador ha optado a favor de su opinión y en contra de la grada.

El desencanto y el enfado generados entre los incondicionales del andaluz --con el tiempo todos los incendios deportivos se sofocan-- son más que comprensibles. La diferencia profesional entre uno y otro no es abismal, por lo que la elección se podría realizar por baremos éticos e incluso de beneficio económico. En esa encrucijada en nada vital, Doblas merecía la continuidad por su valiosa aportación en dos momentos cruciales de la historia contemporánea del Real Zaragoza. Y porque es muy posible que no haya dos sin tres. Relevó a López Vallejo en Segunda y al propio Leo Franco en Primera. Pudiera darse el caso de que lo tuviera que hacer también con Roberto. Si se produjera esa circunstancia, entraríamos a valorar quién es mejor y posee mayor experiencia en esa espinosa trinchera. No caba duda, Toni Doblas.

Aguirre se ha equivocado al deshojar la margarita. El mexicano es un buen entrenador, pero en ocasiones peca de oficialista simulando una cierta distancia con el poder que no es tal ni por asomo. Ve en Leo un discutible toque aristocrático y en Toni, un héroe pasajero del pueblo. Debería haber considerado que la preferencia popular no es, en absoluto, caprichosa. La gente duerme tranquila si un buen portero guarda sus sueños, pero si tiene pesadillas, prefiere despertarse junto a Doblas que al lado de otro cualquiera.