--¿Qué recuerdos tiene de esas dos Copas del Mundo?

--En Chile me lesioné en el primer partido, me rompí el menisco. Entonces no había cambios y tuve que aguantar como pude. Luego caímos en primera ronda tras un partido en el que el árbitro favoreció mucho a Brasil. En Inglaterra lo tuvimos cerca en el último partido contra Alemania, pero en los últimos 10 minutos le dieron la vuelta al marcador. En ese partido ya no estaban los italianos, que los había quitado después del primer partido. Ya con Lapetra y Marcelino ganamos el segundo a Suiza y merecimos ganar el tercero.

--¿No pudo jugar la Eurocopa del 64, la primera que ganó España?

--No, estaba lesionado, con un esguince de tobillo muy fuerte. El seleccionador, que era Villalonga, me decía que forzara, pero me fue imposible. Estuve en la concentración y fue muy especial, el ambiente era espectacular. Entonces la gente iba al fútbol a disfrutar. Nosotros podíamos ir a cualquier campo y nos aplaudían. No había lo que hay hoy en día. Antes el fútbol era más sano, no existía esa idolatría hacia ciertos jugadores como ahora. Éramos personas normales. Cuando llegué a Zaragoza, estaba en una pensión y muchas veces me invitaban otros a sentarme con ellos a comer o a jugar una partida de cartas.

--¿No había tantos egos en el fútbol de esa época?

--En el Zaragoza no, desde luego. Aquí no mandaba nadie, éramos una piña. Éramos amigos y esa fue la base del éxito.

--Se habló también de la versión nocturna de los Magníficos.

--No la comparto. Mire, por ejemplo recuerdo un lunes que estaba cortándome el pelo en la calle Requetearagonés y había un cliente diciendo que había visto a Marcelino en un sitio que se llamaba Cancela, un cabaret, el día antes de jugar ante el Barça. Cuando terminé, me dirigí al peluquero y le dije: "Dígale a ese señor que es un mentiroso, que Marcelino estaba en ese momento conmigo en la habitación del hotel". Sí, había habladurías, se decían muchas cosas, pero la mayoría no eran ciertas.

--¿Era muy especial Marcelino?

--Bueno, tenía su carácter y lo aceptábamos como era.

--¿Recuerda cuando casi no llega a la final de la Copa de Ferias?

--Sí. Tenía que ir a Barcelona con los demás tras la final de la Eurocopa y lo vimos en la tele con una bata blanca con Martínez Bordiú visitando un sanatorio. Así que el día que llegó a la concentración ni lo saludamos, por falta de compañerismo. Otros habíamos estado en Madrid y viajamos con el presidente. De hecho, no iba a jugar aquella final con el Valencia, pero le dijo al entrenador: "Métame que gano el partido". Y lo ganó. Marcó dos goles e hizo un partidazo.

--Ese equipo de los Magníficos fue muy admirado en España. ¿Llegaron a sentirlo?

--La gente lo que nos tenía era mucho respeto. Curiosamente, ganábamos más a los equipos grandes que a los pequeños, quizá por exceso de confianza. Probablemente por eso también no ganamos ninguna Liga.

--¿Qué recuerda del triste final de los Magníficos?

--Es normal que fuese triste. Yo me retiré en el 69 porque veía que no rendía lo que yo quería y ese año también se retiraron Pais y Lapetra y empezó a desmembrarse el equipo. Fue una pena porque a aquel equipo le quedaban dos o tres años de fútbol, pero no supimos verlo.

--¿Ya pensaba en la moda?

--Yo sabía que tenía que hacer alguna cosa porque mi destino era quedarme en Zaragoza. Tuve la oportunidad de conocer a unos amigos que me aconsejaron. Yo no tenía ni idea y empecé poco a poco a probar. Tuve mucha suerte porque los primeros proveedores que tuve les gustaba el fútbol y me aconsejaron bien.

--¿Le gustaba la ropa?

--Tenía cierta tendencia, pero no sabía cómo encauzar el negocio. Al principio tuve algunos desengaños y me ayudaron mucho. Aunque no sé si la gente venía a la tienda porque le gustaban las prendas o por ayudarme.

--¿Le ha marcado más en la vida el fútbol o la moda?

--Las dos. El fútbol era mi pasión desde pequeño y aquí pude desarrollar todas mis ilusiones. En la moda me pasó algo parecido.

--¿Nunca tuvo la tentación de seguir vinculado al fútbol?

--No. Al poco de retirarme fui al fútbol una vez y una persona que estaba a mi lado no paraba de insultar a un jugador del Zaragoza, diciéndole barbaridades. Le dije que si quería decírselo a la cara, que se lo presentaba al final del partido y lo hiciera, pero que no había derecho a eso. Con aquello se armó un pequeño revuelo y yo dije que no iba a consentir eso mientras estaba yo en el campo. Así que entendí que lo mejor era apartarme del fútbol. He vuelto muy pocas veces.

--¿Hace cuánto que no va a La Romareda?

--Casualmente estuve este año en el único partido que el Zaragoza ha ganado desahogadamente, el 3-0 al Tenerife. Si no voy más es porque sufro mucho, pero por la tele sí que lo veo.

--¿Qué le parece?

--Jugar en Segunda no es fácil, pero creo que con la base de equipo que tiene podría hacer un buen papel en Primera. El equipo viene de una situación de divorcio entre la afición y el presidente que le afecta muchísimo, pero va a subir si entre todos ayudamos.

--¿Conoce a Agapito?

--Sí. Con los veteranos tengo que decir que se ha portado maravillosamente. En el resto no me quiero meter.