Cuando los 15 hombres de negro se planten hoy en Twickenham (17.00 horas, Canal+) e inicien uno de los rituales más imponentes del mundo del deporte, sino el que más, sus 15 rivales no bajaran los ojos. Les mirarán cara a cara, con el respeto que exige ese momento pero sin pizca de miedo. Nadie en el mundo del rugby baja nunca la mirada, pero muchos gigantes habrán sentido un extraño cosquilleo mientras los All Blacks golpean sus muslos y sus brazos como guerreros poseídos que van a la guerra, el origen de esta danza tribal: "¡Muero! ¡Muero! ¡Vivo! ¡Vivo!".

La haka va mucho más allá de lo que algunos pueden interpretar como una actuación folclórica. La haka es una parte de la vida los All Blacks, tan intensa y vital como el más duro de los entrenamientos. Entre el cada vez más amplio equipo técnico que acompaña a una selección de rugby, ellos también tienen un especialista en hakas, una figura con el que entrenan esa admirable coreografía. No deja de ser chocante la imagen de estos gigantes frente a un espejo puliendo estos movimientos tal que fueran un grupo de danza. Desde luego no lo son.

Gesto de degüello

Durante años, los All Blacks han ejecutado la haka más tradicional (Ka mate), pero en el 2005, en un partido frente a Sudáfrica, la escenografía cambió. Nadie lo esperaba. El equipo de Nueva Zelanda adoptó una nueva haka (Kapa o Pango) que pasa por ser más violenta, en especial al introducir un gesto con el pulgar alrededor de la garganta que fue interpretado como una acción de degüello.

La federación tuvo que emitir un comunicado informando que esta haka era el resultado de un año de preparativos y de consultas con expertos de la cultura maorí y que solo se utilizaría en ocasiones especiales. Lo hicieron en la semifinal ante Sudáfrica y es probable que lo repitan hoy.

Ningún Wallaby rehuirá ese cara a cara antes de la batalla de verdad. Nadie conoce mejor a Nueva Zelanda que sus vecinos australianos (suman ya 154 duelos y han ganado dos de los tres enfrentamientos en un Mundial), aunque curiosamente será su primera final en las ocho ediciones del Mundial, y que reforzará el dominio del hemisferio sur con el séptimo título.

Pocos equipos han ganado tanto como los All Blacks. Desde 1903, suman 412 victorias en 537 partidos oficiales. En los últimos cuatro años, sus cifras son tremendas: 48 victorias, 2 empates y 3 derrotas. Catorce de los 23 jugadores del actual campeón fueron campeones hace cuatro años, y siete de ellos serán hoy titulares. Es un equipo imponente, los grandes héroes de un país de 4,5 millones de habitantes, dispuesto a conquistar este mundo ovalado. Para muchos seguidores de este deporte, se trata del mejor equipo que ha existido en todos los tiempos.

Un árbitro gay

Pero Australia no sucumbirá fácilmente. Frente al excepcional ataque neozelandés, los Wallabies se presentan con una defensa de hierro. Acumulan 200 placajes más, una diferencia fruto de la inalcanzable posesión de sus vecinos en todos los partidos. El aura casi mística que rodea a los All Blacks había provocado estos días un curioso rumor. En las charlas con los jugadores, el entrenador sudafricano, Michel Cheika, nunca les citaba con su apodo por superstición, como si el hecho de citarles abocara a la derrota.

Además del espectáculo deportivo, en el rugby el árbitro es un personaje secundario, pero al de la final le acompaña una historia singular. Nigel Owens se ha ganado el respeto de todo el mundo. En el 2007 decidió declarar su homosexualidad: "En una profesión como la mía es un enorme tabú ser gay, por eso he tardado tanto tiempo en decirlo".