«Su padre es aragonés, llegó al club con 16 años y es muy zaragocista. Cuando se marchó a Inglaterra al acabar los partidos lo primero que hacía era mirar cómo había quedado el Zaragoza». Palabra de capitán, de Xavi Aguado, sobre el entrenador de moda, el técnico que ha llevado a Bélgica a las semifinales del Mundial eliminando a Brasil y destacando con un juego ofensivo y divertido. Roberto Martínez triunfa ahora a ojos del mundo entero tras una carrera más discreta en lo futbolístico y que ya apuntaba maneras en los banquillos del Swansea, Wigan y Everton. Desde hace un año dirige a los diablos rojos belgas, con los que de momento ha igualado la mejor clasificación histórica (cuartos en 1986), y ya ha renovado por dos cursos más, con la Eurocopa a la vista.

Aguado le conoce muy bien desde hace algo más de 25 años y después de compartir cinco temporadas en Zaragoza en las que el central ganaba títulos y Roberto Martínez jugaba en el filial. «Como llegué cedido un año para hacer la mili el club me ofreció vivir en la residencia que tenían y allí coincidí con Roberto. Aunque le sacaba cinco o seis años, era como mi hermano pequeño», explica el exjugador. Ambos han mantenido la relación a lo largo de los años. «Él estuvo en mi boda y yo en la suya, tenemos contacto muy a menudo», añade Aguado, que ha acudido a visitar a Roberto varias veces en su periplo británico y que no se perdió su debut como local con Bélgica.

«Estuvimos en el vestuario y la verdad es que ya se percibía el ambiente que había con él, que la gente creía en él. Y ahora están recogiendo sus frutos a pesar de entrar por la parte más difícil del cuadro, pero la perspectiva es que ahora Bélgica va a ser una selección grande en los próximos años», valora Aguado, que también durante el Mundial intercambia mensajes con él. «Estoy muy orgulloso de lo que está haciendo porque además tiene capacidad para ello y solo necesitaba un respaldo como este. Ha sido un poco la culminación de muchos años de buen trabajo. Aunque también ganó la FA Cup con el Wigan, que eso tiene un mérito aún mayor», recuerda.

Desde 1995 anda Roberto Martínez por las islas británicas, primero jugando y, desde el 2007, como entrenador. Su paso a los banquillos fue inmediato, casi sin tiempo para pensárselo. «Ni acabó la carrera futbolística. Estaba en un equipo escocés y le llamó el Swansea para decirle, si mañana cuelgas las botas, entrenas aquí. Fue de la noche a la mañana». Sin embargo, no fue ninguna sorpresa que cambiara las botas por la pizarra porque siempre había mostrado inquietud por las cuestiones tácticas. «Ya se le advertía. Cuando le conocí ya tenía sensibilidad por el tema táctico técnico, siempre estaba preocupado por aspectos tácticos, que era extraño en un chaval tan joven. Era muy sensible con el tema de la posesión, de tener la pelota y creo que es un poco su modelo, también después de hacerse amigo de Jordi Cruyff y de toda la familia en Manchester».

UN PIONERO / Pese a llevar tantos años en Inglaterra su estilo, en cambio, tiene poco que ver con el de los inventores del fútbol. «No era un jugador de estilo británico, era muy técnico, un mediocentro de mucho nivel, de mucha llegada, con un perfil más europeo que británico. Se adaptó muy bien, aprendió la cultura británica y se casó con una escocesa, así que casi es un británico más, pero a nivel de gustos era más sensible con la cultura que había aprendido tanto en Zaragoza como cuando conoció a Jordi Cruyff», apunta Aguado.

Encontrarse con el hijo del genial técnico holandés fue lo que acabó de definir el estilo de Roberto Martínez, a juicio de su buen amigo, y lo que le convirtió en un pionero. «Ahora sí hay técnicos de ese perfil en las islas, pero cuando él empezó no era muy usual que un entrenador propusiera lo que proponía Roberto, tanto en el Swansea como en el Wigan y en el Everton», valora. Un estilo que mantiene con la selección belga, que se ha destapado como uno de los mejores equipos del campeonato junto a Francia y Croacia. «Su estilo es el mismo, siempre adaptado un poco a lo que tiene. La tendencia siempre ha sido ser protagonista en los partidos, llegar a base de combinación, rehuyendo bastante el juego directo. De hecho Lukaku en el Everton modifica mucho la forma de jugar, él venía de un estilo de juego directo, de aguantar bien la pelota pero con Roberto muchos partidos juega en banda, como el viernes, para tratar de llegar a base de combinación y de juego posicional», analiza.

Bélgica ha juntado una generación espléndida de futbolistas en su momento óptimo de forma y rendimiento. Además, cuenta con un entrenador que toma decisiones y cambia los partidos. «Lo del viernes contra Brasil no era muy popular. Mertens estaba jugando muy bien pero el equipo necesitaba a Fellaini. Posiblemente antes del partido la gente pensaba que Roberto había modificado el estilo pero ya se vio que para nada. Lo que hizo era para evitar esas incursiones por dentro, que creo que le preocupaban muchísimo. Cuando coge la pelota Neymar y entra en segunda línea Coutinho es demoledor, por eso optó por dar entrada a Fellaini y adelantar la posición de De Bruyne, para que tuviera más llegada desde arriba. Demostró que un entrenador está para tomar decisiones arriesgadas», indica.

A juicio de Aguado el mayor mérito de Roberto Martínez es haber hecho de una selección un equipo. «Tú ves la selección belga y parece un equipo, que es lo más difícil con una selección. Él sabe que ha tomado decisiones que no han sido bien vistas, como ayer sentar a Mertens que estaba jugando muy bien, y sobre todo no llevar a Nainggolan, que toda Bélgica estaba un poco asustada porque es un jugador determinante en la Roma, pero él entendía que para lo que él quería no le iba a funcionar. Él cultiva mucho la cultura de equipo», asegura.

Bélgica apostó por un entrenador que no es del país y que nunca ha jugado ni entrenado allí, pero que conoce perfectamente a la mayoría de jugadores belgas porque militan en la Premier. «Estoy convencido de que gente como Lukaku, que le había tenido, o Mirallas comentaron su versión. Y en cuanto te reúnes con él Roberto te seduce y te convence del trabajo que puede hacer». El mismo Roberto Martínez que llegó con 16 años a la residencia del Real Zaragoza ha convencido y seducido al mundo entero.