La vida del Huesca ha cambiado por completo en apenas un año. Ahora es un equipo respetado a nivel nacional, a tenor de su capacidad hercúlea para reinventarse, sin apenas recursos, y conseguir trepar hacia lo más alto. Ya no es un club más de ese vasto purgatorio donde muchos clubs caminan en el anonimato. Ahora pertenecen a ese selecto grupo de equipos humildes que han conseguido asaltar la élite. Hoy vivirán un nuevo amanecer. Su primera vez en Primera, precisamente ante el Eibar, el pionero de esta saga de modestos empeñados en romper las reglas del juego. Este enfrentamiento evoca a tiempos pasados. A años de barro y silencio en la extinta Tercera División, que era la que hoy en día conocemos como Segunda B. En esa categoría se vieron las caras ambos equipos en varias ocasiones.

Sus primeros partidos fueron en blanco y negro. Sin apenas información, apenas tres líneas en los medios escritos. Como el 30 de mayo de 1965, el día en el que se disputó uno de los primeros enfrentamientos entre estos dos equipos. Se trataba de la segunda eliminatoria para ascender a Segunda. El Huesca terminó por sucumbir ante el poderío físico eibarrés, con un 0-3 en San Jorge y un duro 4-1 en Ipurua. Este choque se fue haciendo más frecuente en los últimos años de la década de los sesenta y durante el inicio de los setenta, ya que ambos conjuntos fueron integrados en el mismo grupo. Fue en la temporada 1968-69 cuando convivieron juntos equipos de la talla de Osasuna, Logroñés, Teruel, Barbastro, Monzón, Binéfar o Ejea. Aquel año, los oscenses volvieron a caer en territorio armero por 2-0, allá por el mes de mayo. El siguiente curso se volvió a disputar el encuentro por las mismas fechas, aunque el resultado fue algo más favorable, con un 1-1 en el rudimentario marcador de Ipurua. El precedente más abultado llegaría el siguiente curso, en la campaña 1970-71, cuando el Eibar le endosó un contundente 5-1 al club azulgrana en plena reforma del estadio.

A comienzos de los setenta se realizaron numerosas reformas en Ipurua, como la instalación de una nueva luz artifical, la creación del campo anexo al estadio, además del arreglo de las gradas. Mientras, los choques en la antigua Tercera se sucedían y, por cosas del destino, se produjo un estreno de Liga entre Eibar y Huesca en la primera jornada de campeonato. Será una reedición de lo que se vivirá hoy, un comienzo que ya tuvo lugar hace 47 años, curso 1971-72, y que se saldó con un empate a cero. El último encontronazo en zona armera en esta época tuvo lugar en la 72-73, con una nueva goleada eibarresa en la quinta jornada de Liga por 4-1. Un choque que dio carpetazo a unos años de enfrentamientos consecutivos, con los caminos de ambos equipos separados hacia distintas trayectorias. El Eibar pasó una larga temporada en el fútbol regional y, posteriormente, en la nueva Tercera —cuarta categoría—. Una línea pareja a la oscense, que también merodeó con asiduidad por esa división, sobre todo en los 90.

Mientras los armeros disfrutaron de un periodo de 18 temporadas consecutivas en Segunda entre el 1988 y el 2006, el Huesca pululaba por Tercera División hasta que asaltó la Segunda B, una categoría en la que estuvo solo cuatro temporadas hasta conseguir su ansiado ascenso en Écija. Curiosamente, ambos equipos se vieron en el ascensor. Uno subía y el otro bajaba. Hasta que se volvieron a ver las caras en la 2008-09, un año después, aunque el Huesca tampoco consiguió ganar en Ipurua. Como en los viejos tiempos. Los de Caldeón, con Camacho, Luis Helguera o Lluís Sastre perdieron por 2-0. Los años pasaron por la ciudad eibarresa, hasta que Gaizka Garitano creó una de las obras más milagrosas en la historia reciente del fútbol español. Con un presupuesto mínimo llevó al Eibar de Segunda B a Primera en tres años. Tras cuatro campañas en la élite volverán a encontrarse con el Huesca, rememorando aquellos años de barro en Ipurua. Esta vez será en lo más alto, señal de cómo han cambiado los tiempos.