Reza el dicho popular que la unión hace la fuerza. El topicazo deportivo afirma que un equipo en casa, sin su afición, se empequeñece en momentos calientes y se envalentona menos cuando la situación se pone jugosa para ello. También que los visitantes, con afición, sienten esa presión, ese pequeño temblor de mano extra. Quizá todavía no esté toda esa fuerza que empuja, porque la maldita pandemia aún no lo permite; y quizá tampoco sea la forma más intensa y bonita de vivir el baloncesto, pero qué gusto da volver a sentir el Príncipe Felipe. La Marea Roja, aunque lejos del llenazo, sigue mostrando que es una de las grandes aficiones de España. Todavía queda mucho hueco libre que ojalá pronto se pueda ocupar, pero el espíritu sigue intacto.

Ya había regresado el público el curso pasado para dos encuentros de la Basketball Champions League, cuando la pandemia apenas daba respiro. También con el equipo femenino, pero el de ayer ante el San Pablo Burgos fue prácticamente el regreso canónico por ser ante un rival de ACB. Fue el preludio de la verdadera vuelta, la que tendrá lugar la semana que viene ante el Baxi Manresa, ya al fin en partido oficial de Liga Endesa.

Se volvió a recuperar esa maravillosa costumbre de buscar a amigos y familiares en la grada brazo en alto y móvil en mano, la alegría de un canastón o los abucheos ante un tiro rival para tratar de despistar. Pequeños gestos que ahora se añoran y se saborean con más dulzura.

Tampoco todo el espectáculo que rodea a un encuentro de baloncesto es lo mismo sin público. Los concursos, los juegos de los tiempos muertos y, sobre todo, la presentación de los jugadores y el cuerpo técnico. Aún le deben molestar los oídos a Okoye ante la tremenda ovación que se llevó del público que tanto le quiso y le quiere. Tampoco Hlinason se quedó atrás, lo mismo que Seibutis y Krejci, que fueron muy aplaudidos ya que dejaron dos mensajes en vídeo para toda la familia del Casademont.

Quizá la única lástima es que, por momentos, el encuentro no acompañó, ya que la diferencia en el marcador a favor del San Pablo Burgos enfrió los ánimos e impidió que, en los minutos finales, los jugadores de ambos equipos supiesen de primera mano y en su propia piel lo que el Príncipe Felipe es capaz de provocar pese a estar lejos todavía del lleno.

Para terminar, una frase que se dijo por megafonía, cuatro palabras de gigantesco significado: «Nunca más sin vosotros». Ojalá así sea.