Trece años, con una pandemia de por medio, le ha costado a Miguel Sola cumplir uno de los sueños de su vida. Londres 2008, Nueva York 2010, Tokio 2014, Chicago 2017, Boston 2019 y finalmente este pasado domingo Trinkel (así le llaman sus seres queridos) completó la maratón de Berlín y cerró con éxito los World Marathon Majors. Es decir, ha participado y terminado las seis maratones más prestigiosas del planeta.

Ese era el objetivo con el que viajaba el deportista zaragozano a su primera carrera de gran fondo desde hace dos años, debido al parón obligado por el covid. «Igual que en otras ocasiones he ido a buscar mejorar mis marcas, el objetivo primordial esta vez era terminar», confiesa ya satisfecho y aliviado. «La preparación para Berlín fue mucho más corta que para otras citas debido a la situación sanitaria por la pandemia y además he tenido problemas con los isquiotibiales que en algún momento me hicieron pensar que no sería capaz de cruzar la meta», reconoce. Pero lo consiguió, lo que le convierte en miembro de un selecto grupo de menos de 300 corredores españoles que han logrado completar las seis grandes.

Pero Miguel tenía otro gran objetivo: disfrutar. Y vaya si lo hizo. «Planteé un maratón como nunca lo había hecho. "Decidí grabar con una pequeña cámara que llevé encima como es una carrera como esa desde dentro", explica. Y con su cámara recogió a lo largo de los 42 kilómetros de longitud multitud de anécdotas: bailes con batucadas, visionado de conciertos y hasta juegos con el público. «Incluso en el último kilometro me permití el lujo de parar un par de minutos a contemplar la Puerta de Brandeburgo y, por supuesto , de darle un beso a mi mujer que me esperaba pocos metros antes de cruzar la meta», reconoce risueño el atleta. Ni una humedad superior al 88% ni unas temperaturas más altas de las habituales en estas fechas en tierras alemanas pudieron frustrarle el largo recorrido a Trinkel. Era su día, iba a poder volver a la competición y en su mano estaba (o en sus pies) alcanzar el hito de cerrar el círculo de las grandes maratones. Y afortunadamente todo salió redondo.

Y es que ya nadie le podrá arrebatar al corredor la medalla acreditativa de su logro, que luce con orgullo, aunque por encima de todo se queda con haber podido vivir una situación que «considera única e irrepetible». «Por supuesto que también se disfruta en una carrera cuando vas a intentar superarte y batir tus propias marcas, pero lo del domingo fue algo muy especial que no creo que pueda olvidar», recuerda emocionado. «De lo bien que me lo estaba pasando incluso me dio pena que terminara la carrera», añade.

¿Y ahora que le queda a un hombre que ha cumplido el sueño de su vida? ¿Se siente vacío? Pues para nada, a Miguel todavía le quedan retos por delante. Correr las seis grandes en un año sería un gran desafío para él pero, más que ganas, faltan medios. «La inversión económica sería gigantesca para un corredor popular como yo. Así que de momento voy a intentar seguir viajando y disfrutando de las maratones de ciudades históricas como París, Amsterdam, Roma o Atenas», asegura. De hecho el zaragozano no descarta en aventurarse en carreras más exóticas como maratones en el Ártico o en el desierto de Marruecos.

Pero el corredor no tiene que irse siempre tan lejos para disfrutar de su pasión, aunque en esta ocasión el aragonés lo hará desde el otro lado. El próximo 24 de octubre se celebrará la Maratón de Zaragoza, con salida y llegada en la Plaza del Pilar. Aunque esta vez Miguel no se calzará las zapatillas sino que colaborará en la organización y en la difusión del evento. «Hay que volver a promover la celebración de eventos deportivos. Se ha demostrado que son seguros y si lo que se busca es mejorar la salud de la población, la práctica de deporte tiene que ser uno de los caminos», defiende.