Beber del cáliz dorado o trasladar la vejez al retrato colgado en el salón. La leyenda del Santo Grial o el reflejo de Dorian Gray reproducen en mito el sueño universal de la eterna juventud. Un grupo de aguerridos aragoneses parece acercarse a esta esencia envidiada. ¿Cuál es su secreto? ¿Qué hace de Aragón una de las dominadoras de los campeonatos de montaña en veteranos? Buscamos respuestas en Toño Algueta (subcampeón nacional de Ultra Trail), Astrid García (campeona de España de skimo) Óscar Díez (doble campeón de Copa España de esquí de montaña), todos +50, pero podríamos hacerlo con Luis Royo, Miguel Caballero, Miguel Catalán, José Carlos Armendáriz... Tantos.

«Entre nosotros nos llamamos los viejóvenes», ríe Astrid García. Si no la conocen se la pueden imaginar yendo y viniendo en bici por Zaragoza, corriendo por cualquier camino en Castiello o, mejor, tirando para arriba con esquíes. Donde sea. Hasta en Sierra Nevada hace un par de semanas para 'campeonar' tanto en vertical como en individual. No para. Al menos dos días a la semana hace un ejercicio de fondo. Por ahí puede estar la clave.

"Querer seguir jugando, divertirme y superarme es un antidepresivo brutal", narra Astrid

También en que siempre ha hecho deportes de montaña y desde los 28 esquía por su patio de recreo. No hace tanto que compite. Sus motivaciones son variadas: «Querer seguir jugando, divertirme, pasar buenos ratos con la gente, superarme, que sí puedo y porque es un antidepresivo brutal», confiesa.

Fundadora de Montañeras Adebán porque conoce la carga añadida que el machismo incorpora a la mochila. Activa y activista, Astrid convierte la adversidad en refuerzo. «Compito porque casi no hay chicas. En chicos se juntan 20, 30 o hasta 50. Quiero que haya referentes», reivindica. Por eso, en Adebán forma a otras en esquí de montaña o se ha apuntado al curso de árbitros para que haya alguna mujer. 

Astrid García, durante una prueba. SERVICIO ESPECIAL

Gracias al deporte, la montaña y la competición es «más fuerte, valiente y feliz. Transmito esa positividad a los que me rodean, a mi padre cuando se encuentra mal o a mis hijas cuando vienen con problemas», lanza Astrid. Ahora una de ellas, la de 15, le acompaña en sus andanzas.

Y como Toño Algueta emite humildad. Cero postureo. No le queda tiempo para eso al cheso. De siete a siete atiende cualquier contingencia a la flota de camiones de Áridos y Hormigones Algueta, empresa familiar en Puente la Reina. Cuando sale al anochecer, va pitando a casa en Jaca y a entrenar. Desde el 3 de enero no paraba ningún día para revalidar el Campeonato de España de Ultra Trail. Fue segundo en Master 50 en Cazorla tras 72 kilómetros y 8.24 horas. Al acabar, como casi siempre, «me como un buen bocata de jamón». No hace dietas.

Toño Algueta, en plena subida. SERVICIO ESPECIAL

Han pasado los tiempos en los que en Hecho pensaban que «algo tenía averiado» porque se piraba al monte con la bici. «La escondía y me ponía a correr pero intentaba que nadie me viera». Hacía fútbol, pero lo dejó harto de que los demás no se lo tomaran en serio. Entonces hizo su primer maratón y ya con 35 se enganchó a las carreras de montaña cuando vio que «iba como una bala». En 2018 pasó de las carreras verticales, donde fue campeón de Aragón y España, a las kilometradas de la Ultra. ¿El secreto? «Puede ser genética, pero te tiene que gustar entrenar. Si empiezas a hacer deporte con esta edad y te planteas hacer una maratón, lo normal es que lo dejes a los dos días». A su disciplina suma la planificación de Luis Alberto Hernando, campeón mundial y su entrenador. 

 Este año quiere volver a la Transvulcania, a La Palma, y a la 100k de Chamonix. «El reto es conmigo mismo, encontrarme bien, ver que el cuerpo responde, esa satisfacción de gestionar un esfuerzo al límite te eleva la autoestima». Este buen hombre hará 51 en diciembre.

Tras los quebrantahuesos

Toño es amigo de Óscar. Aún le debe una visita a Piau para esquiar. Ese es el país de Óscar Díez. El Sobrarbe y el Pirineo. Allí entrena por trabajo. Este doble campeón de Copa de España de esquí de travesía sube y baja montañas detrás del quebrantahuesos. Y ahora de la nieve. «Volvía de un viaje a Pakistán de buscar el leopardo de las nieves y mi mujer me dijo que me había apuntado a un curso de esquí de montaña», recuerda.

Óscar Díez: "En la madurez te conoces y buscas deportes de menos impacto. La nieve, al deslizar, provoca menos lesiones, que es lo que te hace parar"

No sabía esquiar. De pequeño había hecho atletismo y luego compitió en triatlón. Hasta completó un Iron Man. «En la madurez te conoces y buscas deportes de menos impacto. La nieve, al deslizar, provoca menos lesiones, que es lo que te hace parar». El 4 de abril cumple 52. Dice conocer bien su cuerpo, que no lo sobrecarga como antes, que tampoco para, solo cambia de deporte y rebaja revoluciones. Ahora también le da al roller porque al ser una temporada corta y no haber tanta nieve, así puede mantenerse en forma.

Este año una lesión en el pectoral le dejó sin ir al Campeonato de España en Sierra Nevada, pero, como Astrid, hoy estará en Candanchú en las pruebas de equipos y parejas. Él irá con Jorge Palacios, un madrileño de 60 años, un ejemplo. «Si haces deporte te mantienes en activo y así afrontas con energía y positividad los problemas del día a día. No hay que buscar mucha explicación. O te gusta o no. Y si te gusta eso te da vida», concluye este ainsetano. Quizá sea ese el secreto de esa eterna juventud. Simplemente querer ser feliz. Querer vivir. Entre montañas.