Los Pou, Patxi Usobiaga, Ichi Martínez… El Rodellar Climbing Festival es un All Star. ¿Cómo se siente entre tanto monstruo?

Es un honor. Esta gente es referente y ser parte de este equipo es increíble. Mi origen es el esquí alpino y el trekking y ahora mi objetivo es escalar los 14 ochomiles sin oxígeno, un mundo alejado a la escalada, mucho más técnico, en el que voy haciendo avances, pero estoy a años luz de Patxi o los Pou.

Rodellar, Montrebei, Maladetas… Pisa Aragón con frecuencia. 

En verano de 2021 estuve con Tamara Lunger y Caro North encadenando la Faja de las Flores con un montón de tresmiles en Ordesa. Me encantó. Me quedé con la espina de escalar el Tozal del Mallo. Desde abajo es espectacular. El Aneto fue mi segundo tresmil y el primero con esquíes. Tengo familia en Senet, en el valle de Barrabés. De pequeña crecí allí. Tengo fotos en Llauset con las chirucas, que no me daba ni cuenta de donde estaba, pero ya tenía la montaña metida en la sangre.

De Llauset al K2. Buena ruta.

Nunca me lo hubiera imaginado. Vengo del esquí, mi padre era formador y yo, cuando dejé de competir, me hice monitora. Un día mi primo me retó a subir la Pica d’Estats. Fue donde nació todo. Se abrió un mundo nuevo que fue creciendo... Aneto, Kilimanjaro, Elbrus, Denali, Aconcagua, Ama Dablam… Sin quererlo me planté en los ochomiles. 

¿Qué encuentra en la montaña?

Es donde he nacido, crecido y vivido. Es mi libertad. El lugar donde puedo respirar, dormir tranquila y ser yo misma.

¿El Chogori ha sido un reto más físico, mental o emocional?

Una mezcla de todo. La parte técnica ha sido durísima. Agradezco que solo hice una rotación que acabó en cumbre tras la aclimatación que hicimos en el intento al Broad Peak. Es una montaña muy vertical que añade la altura. Había estado en otros dos ochomiles, pero eran de 8.100 y este es un 8.600 y puedo decir que hay un mundo.

Subió con Nirmal Purja, primer ser humano en hollar el K2 inviernal y el más rápido en subir los 14 ochomiles, pero, con oxígeno.

Tengo la suerte de formar equipo con él. Es una figura controvertida, que tanto gusta como se critica mucho, algo que comprendo. Ha batido récords de velocidad a su manera y eso choca con el alpinismo ortodoxo. También tengo que decir que ningún ochomil es fácil. Fuimos al Broad Peak para aclimatar y no subimos. Es durísimo. Cada montaña es terrible.

Justo en el K2 se vieron este verano colas y acumulación de basuras. ¿Cuál es su opinión?

Vivimos en una sociedad sensacionalista donde gusta resaltar lo que más choca. Es una situación real y es triste, pero también es verdad que, por ejemplo, esas basuras no son solo de este año, llevan tiempo y que para sacarlas sería necesario un equipo para eso.

Esa masificación comercial daña la carrera a los 14 ochomiles como la gran aventura del himalayismo. ¿Por qué trazó esta meta?

Mi primera expedición fue al Nanga Parbat. Estábamos cuatro gatos, un estilo más auténtico, al menos más que cuando fui al Manaslu, donde había 500 permisos. Hay montañas más masificadas que otras, pero en temporada alta, por las vías normales, es lo que te vas a encontrar. Y lo sabes. Tengo patrocinadores detrás y un proyecto así es más goloso. Hacer Fitz Roy es un sueño personal a larga distancia. Me encantaría probar algo tan técnico cuando cuente con un grupo de confianza para jugarme la vida. Ahora no lo tengo, así que me quedo con completar los ochomiles acompañada de un sherpa, que no está mal.

¿Por qué no lo ha encontrado?

No es fácil. En Pirineos o Alpes voy con un grupo cerrado de amigos. El Himalaya y el Karakorum, es distinto. Son expediciones de uno o dos meses y allí los caracteres se realzan, sale lo bueno y lo malo. En el ochomilismo hay mucho ego y el hecho de ser una chica no lo facilita, porque te buscan la comparación, porque tú tienes unos apoyos y otros no. Me ha pasado de estar con gente un mes en Alpes compartiendo furgoneta e ir a Nepal, no entendernos y terminar cada uno por su lado.

«Me queda la espina de subir el Tozal del Mallo. Desde abajo es muy espectacular»

Habla de conflictos de género. ¿Siguen siendo los campos base un coto del machismo? 

En los últimos años hay un cambio, hay más mujeres, algunas con mucha experiencia y otras con menos. He tenido la suerte de compartir con algunas fortísimas que son una inspiración. Pero desde pequeña he estado más con chicos y estoy muy acostumbrada, pero es verdad que es más cómodo cuando encuentro chicas con mi misma mentalidad, abiertas, como soy yo. En Andorra tengo una compañera con la que hago muchas cosas. Pero no es fácil topar con chicas con la misma determinación y las mismas ganas.

Triunfa en redes sociales con una imagen que atrae marcas, suma alientos y multiplica recelos.

Al principio llevaba muy mal la parte negativa. Por el hecho de ser una chica e ir con los labios pintados me machacaban un montón. Hasta que no demuestras que sirves, te vapulean. Y eso me afectaba. Me pasé muchas noches llorando porque no se veía el esfuerzo que había detrás. Ahora lo ignoro, me quedo con lo que suma. Y las redes son una herramienta en la que he encontrado una gente fantástica, mucha que ni he visto, pero son parte de mi familia.

Pelos de colores, tatuajes, cascos y piolets rosas, labios pintados... ¿Molesta su estética?

Al principio mis seguidores eran más hombres. Las mujeres eran reacias y estaban en contra. Me he llevado muchas hostias. Ahora pasa lo contrario. Recibo muchos mensajes positivos de ellas. Tengo una anécdota con Tamara Lunger. La primera vez que quedamos, al volver de la actividad me dijo que era una chica de puta madre, que no parecía la de Instagram. Se crean un estereotipo superficial porque ven en las fotografías mis labios y mis tatuajes.

Y es que puede ir como quiera.

No soy nada presumida y nunca me había pintado. Como me quitaba las pieles de las uñas y de la boca, un día probé a pintármelos y dejé de hacerlo. Ahora es parte de mí. Al ir a la montaña vi la reacción de la gente. Me miraban mal. En el Toubkal, en el refugio escuchaba los cuchicheos. Cuando vieron que llegué arriba me empezaron a tratar de otra forma. Me gusta provocar ese efecto.