La montaña en Aragón. La Travesía CMP Pirineos de esquí de montaña

La montaña en Aragón: Un lento ascenso

Panticosa acoge en una semana un campeonato de España que visibiliza la pausada entrada de mujeres a la competición

La granadina Ana Alonso, campeona de España, comanda el grupo durante la pasada edición de la Travesía CMPirineos.

La granadina Ana Alonso, campeona de España, comanda el grupo durante la pasada edición de la Travesía CMPirineos. / Alejandro Peña

Sergio Ruiz Antorán

Sergio Ruiz Antorán

La cuesta cuesta. Unas más que otras. O a unas más que a otros. La presencia de mujeres en competiciones de montaña sigue siendo una reivindicación de igualdad. El ascenso es lento. Existe. Visible en gestos como el realizado en la Travesía CMP Pirineos de esquí de montaña. La imagen de Ana Alonso promociona este año todo un Campeonato de España. La organización estima que alrededor del 30% de los participantes que se reunirán en una semana en Panticosa serán de categoría femenina. Buena cifra, lejos de la paridad, en comparación con el porcentaje (del 15% al 25%) más habitual.

Es tan complejo visibilizar a la mujer en un deporte minoritario como reconocer a la prota de la foto para el público medio. Una granadina que lleva dos podios en la Copa del Mundo del 2023 y luchará en un mes por el Campeonato del Mundo en Boí. Que si lo hace un futbolista todos lo sabríamos. Viene a Panticosa con ganas de revalidar su triple título nacional. «La individual es una de las más bonitas. El entorno es una pasada, solo salir del Balneario y ver ese circo», indica Ana.

Eso sí, le gustaría tener más competencia. A su edad (28) se ve sola. «Cuando empecé en sénior éramos más, competíamos veinte en sprint y el año pasado fuimos dos. Se está trabajando bien desde los Grupos de Tecnificación y hay cantera, pero se nota el abandono de la competición cuando se entra en la universidad», confirma.

Ana Alonso, tricampeona de España: «Cuando empecé en sénior éramos más, competíamos veinte en sprint y el año pasado fuimos dos. Se está trabajando bien, pero se nota el abandono de la competición cuando se entra en la universidad»

Aragón es testigo de este estirón femenino en formación desde el GTEMA. Y Ana Armendáriz (19) ha vivido esta rápida explosión. «Cuando entré éramos dos chicas y ahora estamos seis, más que chicos. Desde la FAM se está estimulando este cambio», indica esta zaragozana que estudia segundo de Derecho en Pamplona. No ha abandonado las tablas pese al sacrificio que conlleva y que, entiende, no anima a otras compañeras a seguir. «Dejas de estar con tus amigas los fines de semana para entrenar o competir y tienes que adecuar el calendario de estudios. Este esfuerzo no hace muy atractivo este deporte, pero sé que seguiré. Me gusta», afirma Armendáriz.

Detrás de ella asciende Mara Sahagún. Es más joven (16). Comenzó hace cuatro dentro del programa Ixarso, con el que la FAM promociona el skimo. Luego pasó al GTEMA. «En Espot, en la primera prueba de la Copa de España fuimos trece en mi categoría», afirma. Ella antes entrenaba atletismo. Ahora está muy enganchada al esquí y difunde su entusiasmo. «Una de las nuevas chicas del grupo es compañera de instituto. Al conocerme se animó a hacer las pruebas», afirma sonriente.

Mara lo tuvo más sencillo porque de ella tiraba su madre, Astrid García, campeona de España de veteranos. No se queda ahí. Socia de Montañeras Adebán, activa y activista, se involucra por la causa para romper barreras. «Decidí apuntarme al curso de árbitro porque no había ninguna mujer en Aragón. Ahora hay más interesadas», dice desde Jaca. Está convencida de que las cifras crecerán por el ánimo de FEDME de potenciar el deporte femenino en la montaña y considera que sería básica «la creación en Aragón de un Esquí Estudio donde los deportistas pudieran entrenar y estudiar, como en Cataluña o Andalucía».

Otro frente es el crecimiento en las carreras populares. En Aragón existe una Liga con tres pruebas donde no se termina de dar un trasvase a la competición desde el creciente número de aficionados al esquí de travesía. La FAM potencia añadiendo alicientes, rebajando cuotas, repartiendo la misma bolsa regalo que a los élite o eliminando clasificaciones. 

Para Irune Omeñaca, del Pirineos, el problema reside en que «no se adaptan recorridos y son muy exigentes. Hay quien prefiere irse al monte y no competir». Ella recuerda cuando a mediados de los noventa la «liaron» a meterse en una carrera y terminó siendo internacional. «Eran muy distintas. Fuera de estaciones, alpinas y en parejas, con mayor compañerismo y divertidas. Nos parábamos a comer el bocadillo a mitad», recuerda. 

El horizonte olímpico de 2026 puede ser un reclamo que ayude a la visibilización, como ha ocurrido con la escalada. Un futuro que Ana Alonso mira como «un sueño» para ella, como referente del skimo femenino español, y «una motivación para las jóvenes que vienen», pero resalta un mensaje para todas: «Los Juegos serán dos días y nos quedan tres años y muchísimas carreras. Lo importante es pasarlo bien. Porque se puede ir a competir y sufrir, pero también a disfrutar y eso engancha».

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