La montaña en Aragón

La montaña en Aragón: Normalizar la igualdad

Riglos acoge este domingo el encuentro ‘La montaña con M de mujer’ con actividades de varias disciplinas guiadas por mujeres para visibilizar el empoderamiento de las montañeras

Rebeca es vicepresidenta de Montañeras Adebán.

Rebeca es vicepresidenta de Montañeras Adebán. / REBECA GÓMEZ

Sergio Ruiz Antorán

Sergio Ruiz Antorán

Tres mujeres, tres generaciones y una pasión. Encordadas a la montaña de por vida, en un ascenso imparable hacia la igualdad. Belamtza tiró brava para escalar el muro más alto de la discriminación. Rebeca siguió esa brecha para demostrar que sí podían. Ahora Andrea fortalece la reunión hacia una normalización que es la cima real en una cordillera de prejuicios caducos.

Este domingo se juntarán en Riglos para visibilizar esa avalancha imparable, en la que unas muestren a las otras que liderar un grupo no tiene género. Un encuentro organizado al alimón por Montañeros de Aragón y Montañeras Adebán, cercano al Día Internacional de la Mujer, con un programa múltiple de disciplinas y niveles, abierto a todas, en una llamada para visibilizar ese progreso imparable de las montañeras empoderadas.

Belamzta es Belén Letona (70 años), «militante de la montaña» y socia de Montañeros. En Riglos guiará la ruta senderista al Camino del Cielo como ha hecho tantas veces con ese ímpetu identitario del matriarcado vasco. Criada entre Urbasa y Aizkorri, nunca se creyó eso de que «no iba a poder», como le decían. 

Andrea se defiende en distintos ámbitos de la montaña.

Andrea se defiende en distintos ámbitos de la montaña. / ANDREA MOLINOS

Porque su referente eran esas mujeres que subían con las ovejas al monte o «mi tía que andaba cuarenta kilómetros al día para ir a coser a un taller. Se llevaban pan y una lata de sardinas». Por eso su hermano mayor se la tuvo que llevar tozuda a Picos. Ella siguió esas sensibles huellas de las pioneras en un tiempo oscuro, donde el machismo era la norma de yugo y crucifijo. «No podías ir sola, siempre acompañada a escalar, o no te dejaban apuntarte a las carreras, hasta que llegó el negocio», indica. 

Le daba igual. Hizo lo que quiso, «nunca acepté un despropósito», aunque sí vivió discriminaciones descaradas. Como cuando se presentó a un puesto como forestal en su querida Sierra de Urbasa. «Éramos dos candidatos. Yo sabía conducir y euskera, él no, y yo conocía el monte como la palma de mi mano, pero le dieron la plaza por ser hombre». 

‘Belamtza’ nunca empequeñeció ante las cargas por su género.

‘Belamtza’ nunca empequeñeció ante las cargas por su género. / BELÉN LETONA

Siguiendo su rastro ha avanzado Rebeca Gómez (44). «Su generación era a la que no dejaron y luchó por hacer. La mía fue la primera a la que le dieron la oportunidad y demostró que era posible». Habla con hechos, desde su experiencia en la carrera militar. «Fui de la primera promoción en el Grupo de Alta Montaña en puestos operativos», narra. Ser la excepción en un mundo hasta entonces netamente masculino no supuso una flaqueza. Todo lo contrario. «Claro que sufría micromachismos, pero si me hacían un comentario me ponía a la altura, contestaba directa, para mostrar que no era débil».

Como en ese ejercicio hacia la Tuca de Paderna. «Calzo un 37 y, como no había material para mujeres, tuve que ponerme unas botas del 40. Al volver tenía los pies desollados y al ir al botiquín un mando me menospreció porque pensaba que iba por unas ampollas... hasta que vio cómo llevaba los pies. Demostré que, pese a las dificultades, no iba a dejar de hacer mi trabajo, igual que ellos. Después de eso me dejaron llevar mis botas y al año siguiente ya hubo de otras tallas y ahora tienen hasta ropa para embarazadas».

Andrea Molinos: «Mi generación y las futuras recogerán el fruto del sacrificio de las montañeras que vinieron antes»

Rebeca, vicepresidenta de Montañeras Adebán, será la monitora de la ruta de BTT en Riglos. «Hace cinco años ni sabía montar en bici. No quiero que suene pretencioso, pero mi referente he sido yo, poco a poco me he ido demostrando mis capacidades, me he empoderado y eso te da tal subidón que engancha».

La clave es la educación

A Andrea Molinos (23) le viene el monte de cuna. Del CM Pirineos, hace de todo. Espeleología, barrancos, esquí, corre... «me inicié yendo con hombres», ahora percibe que algo ha cambiado. «Este encuentro no es una demostración hacia fuera, sino hacia dentro. Antes era complejo encontrar a una mujer deportista top, también en la montaña. Ahora si aparecen, y eso es clave para que las otras quieran hacer, vean que es posible, se atrevan».

Belamtza defiende que «siempre ha habido mujeres en la montaña». Por ejemplo, en su club «hay muchas excursiones en las que somos el 80%. La sensación de desigualdad hay que romperla desde nuestro propio empoderamiento. La valía de las mujeres da miedo», sentencia. 

Rebeca ve avances hacia la «normalización» porque «cada vez hay más guías profesionales que son mujeres, que pueden llevar a un barranco a cinco tíos y no pasa nada». Es lo que vive Andrea en su grupo de amigos. «Cada vez hay más mujeres solas en la montaña o que lideran grupos. Es verdad que los tiempos han cambiado; la forma de pensar, actuar y de contestar ante comentarios que ya no asumimos como normales». 

Belén Letona: «Lo peor que me han podido decir por ir al monte es que dónde había dejado a mis hijos»

Sí coinciden en que hay aspectos en los que queda por avanzar como la conciliación familiar. «Lo peor que me han podido decir por ir al monte es que dónde he dejado a los niños», lamenta Belamtza. Ese concepto de mala madre que soportan si deciden salir de excursión en vez de quedarse en casa. «Lo que no entienden es que si yo estoy mejor conmigo, voy a ser mejor madre». La misma Rebeca, al quedarse embarazada, tuvo que renunciar a su trabajo. Ahora es Policía Nacional, lo que le ha permitido tener turnos más estables, aunque en este proceso, entre sacarse la oposición y dos embarazos, «estuve diez años sin poder ir a la montaña como a mi me gustaría, algo a lo que mi marido no tuvo que renunciar».

Rebeca Gómez: «Hay más mujeres guías profesionales, que llevan a cinco tíos a un barranco y no pasa nada»

Desde su perspectiva, ven el horizonte de las montañas más despejado. «Es la generación de Andrea la que tiene que consolidar lo conseguido», manifiesta Rebeca. «Sé que será mi generación y las futuras las que recogemos el fruto del sacrificio de estas montañeras. Es un cambio definitivo y llegará desde la educación», dice Andrea. Belamtza lo sabe. Ahora es ella la que acompaña a sus nietos al rocódromo. «Los intento educar en la igualdad, ya se verá. No hay que bajar nunca la guardia».