LA MONTAÑA EN ARAGÓN

Mirando al futuro

Acompañamos al Grupo de Tecnificación de Esquí de Montaña de Aragón (GTEMA) en una concentración en Portalet. Diez promesas evolucionan en un deporte en alza y que será olímpico en 2026

Eduardo Batista (director GTEMA), Lucas Merodio, Edu Sola, David Vicente, Rosa García, Mara Sahagún, Isabel d’Asprer y José Antonio Hidalgo (técnico) frente al Midi.

Eduardo Batista (director GTEMA), Lucas Merodio, Edu Sola, David Vicente, Rosa García, Mara Sahagún, Isabel d’Asprer y José Antonio Hidalgo (técnico) frente al Midi. / SERGIO RUIZ ANTORÁN

Sergio Ruiz Antorán

Sergio Ruiz Antorán

«¡Buah! A mí es que me encanta el último disco. ¡La canción con Raw!». «Si me adoptáis ese día voy con vosotras al concierto».

A Mara, Isabel y Rosa les gusta el reggaeton, qué le vamos a hacer. Charla adolescente nada excepcional si no fuera por el escenario y el vestuario. Dialogan bajo la sombra del Midi D’Ossau enfundadas en su equipación de la selección aragonesa de skimo. «Yo subí al Midi con nueve años». Edu es navarrico, «de cerca de Sangüesa, pero tengo casa en Villanúa y soy del club Ibonciecho». Acelera el paso porque se ha retrasado. Delante van David y Lucas soltando palabros solo inteligibles para la Generación Alpha. Todos caminan en busca de la nieve por el Valle d’Anéu.

Cuando alcanzan un nevero calzan los esquíes. Eduardo les convoca a un círculo. «Vamos a activar el DVA». Obedientes, todos desfilan a su lado para comprobar que el dispositivo de localización en avalanchas funciona. La seguridad es lo primero.

Enfilan a buen ritmo la subida. No son unos cualquiera. Son el Grupo de Tecnificación de Esquí de Montaña de la Federación Aragonesa de Montañismo (GTEMA). Esta vez faltan cuatro, pero son diez: María Ariño (19 años) y Juan Tabuenca (18). Miguel Arruego (18), Mara Sahagún (17), Rosa García (17), Isabel d’Asprer (15), David Vicente (15), Edu Sola (14), Beatriz d’Asprer (14) y Lucas Merodio (14).

Todos proceden de la Escuela Ixarso, el programa de promoción previo para niños y niñas de 10 a 14 años, que desde 2017 está siendo un éxito de captación para un deporte en alza. Luego pasan una prueba anual de acceso a este grupo, donde se dividen en dos niveles de tecnificación de mejora y cualificada hasta que con 20 años pasan a senior. Este año hay cuatro novatos y hay paridad entre ellos y ellas. «Antes no había tantas chicas. Se ha compensado y eso enriquece al grupo», subraya Eduardo Batista, director de GTEMA desde hace cinco años.

Esta temporada ya han competido en la Copa de España en Espot y Andorra con buena cosecha de cinco metales, dos para Isabel y Edu y otra para Miguel. Ahora afrontan las últimas pruebas del calendario aragonés en Ruego y Panticosa antes de los Campeonatos de España de cada modalidad: individual, vertical, equipo, relevo y esprint. Estas dos últimas, más cortas y espectaculares, apropiadas para su consumo televisivo, serán olímpicas en 2026.

En la bajada del Aneu paran junto a una canaleta. Eduardo Batista vuelve a reunirles. «En montaña invernal el piolet y el crampón son indispensables. Siempre debéis llevarlos», indica. Imparte la clase sobre las técnicas de progresión con crampón, necesarias en las carreras para acometer cuestas heladas. «Lo importante es apoyar el mayor número de puntas», aconseja Batista.

Buenos resultados

Ahora toca pulir las transiciones donde se cambian el material. En parejas van probando levantados o de rodillas. Eduardo y su ayudante, José Antonio Hidalgo, van corrigiendo. «No os quitéis la mochila entera para sacar los crampones, perdéis tiempo. Soltadla de un brazo y giradla». Son trucos esenciales para rascar décimas esenciales para vencer en una carrera de esprint, la modalidad olímpica que más entrenan. Todos piden repetir, son metódicos y aplicados. La mayoría se sienten más cómodos haciendo el cambio de rodillas. «Pero primero clavad la derecha para luego poder fijar bien los esquíes en la mochila».

Los resultados de Aragón son buenos, teniendo en cuenta que otras federaciones tienen más músculo económico y mantienen equipos más numerosos. El mayor exponente es Miguel Arruego, ausente en este entrenamiento, que ya ha debutado en Copa del Mundo con la selección española. «En estas edades la diferencia la marca la técnica. Más tarde es el físico», puntualiza Eduardo.

Hay 25 concentraciones en todo el plan, incluida la Escuela Ixarso. Los entrenamientos van de octubre a abril. Su sede es la Escuela de Alta Montaña de Benasque, pero se van moviendo. «Normalmente trabajamos en entornos de estaciones de esquí porque nos permite montar circuitos y trabajar sobre nieve tratada, como ocurre en los campeonatos, pero también nos gusta salir fuera de pista», asiente el director del GTEMA.

Aprovechando puentes o algún fin de semana realizan concentraciones de doble jornada y pernoctan en la propia Escuela. Aprenden de todo, incluso se apoyan en el roller-ski, el trail y alpino. Practican el Paso María, para girar en los ascensos, perfeccionan el arte de patinar, deslizarse, zigzaguear en todo tipo de nieves… y también a saber orientarse o los puntos primordiales de seguridad. «Porque no solo formamos competidores y esquiadores, queremos que en el futuro sean buenos montañeros», cita Eduardo.

José Antonio dibuja unas líneas sobre la nieve con un bastón. «Son cuatro estaciones. Le llamamos 2x2, pero solemos hacerlo en 3x3 para que puedan deslizarse entre unas y otras. Sirve para trabajar todas las transiciones posibles», narra Eduardo. Los chavales se afanan en quitar y poner pieles de foca y soltar y poner fijaciones. Lo tienen muy interiorizado, mecanizado.

Casi todos están aquí por herencia familiar, padres y madres montañeros. El caso supremo es Isabel d’Asprer. Su hermana Beatriz, ese día enferma, también entrena en el grupo, y su hermano pequeño, Juan, está en Ixarso. «Y mi padre es árbitro. Ahora ha ido a la Copa del Mundo de Boi. Mi madre también esquía», indica esta estudiante de Escolapios de Zaragoza. El coste de los materiales, ligeros, no es barato y supone una inversión para familias que están volcadas y encantadas «porque de esta forma pueden estar con gente de su edad haciendo el deporte que les gusta. Si no sería imposible, porque no hay equipos», afirma Astrid, la madre de Mara. La FAM costea los gastos de los desplazamientos, comidas, estancias e inscripciones de las carreras, además de los técnicos y toda la equipación. Un grupo que funciona. Son el futuro.