Es una escena recurrente en las obras de ficción, y no deja de ser un reflejo de algo que sucede muchas veces en la vida. Tras porfiar largo tiempo por lograr un objetivo difícil, se produce una cierta sensación de vacío que lleva a una pregunta habitual: y ahora, ¿qué? El gran Gilbert Bécaud plasmaba esa sensación en su mítica Et maintenant: "Y ahora qué voy a hacer / Mi vida se desliza hacia la nada / Tú me has dejado la tierra entera / pero la tierra sin ti es pequeña". España, por ejemplo, ha logrado mejorar de forma espectacular su posición en el mercado en los últimos meses, por más que esa mejora no se haya plasmado todavía en la economía de las familias. Partiendo de donde veníamos es un logro notable, pero registra síntomas de fatiga.

Los analistas venían advirtiendo desde hace tiempo que se avecinaba una corrección, que a los inversores iba a entrarles vértigo y optarían por recoger parte de las ganancias acumuladas a la espera de nuevos estímulos. Pues bien, su profecía se cumplió esta semana. Los resultados de la banca, el mal dato de empleo de EEUU y las muestras de debilidad de Asia ofrecieron el motivo deseado para retraer posiciones.

El Ibex 35 rompió con siete semanas de subidas al cerrar las últimas cinco sesiones con un retroceso del 1,9% (1,01% ayer), hasta los 9.815,50 puntos, mientras la prima de riesgo sigue estancada en torno a los 240 puntos. Pero tampoco hay que ponerse negativos, que la cosa no pinta mal a medio plazo.