Eigo, la constructora fiel de los colosos de la logística

La compañía aragonesa se ha convertido en líder nacional en la edificación de macronaves gracias a los cimientos éticos de su forma de trabajar con los que ha fidelizado a Amazon y los grandes inversores internacionales del sector

Uno de los grandes edificios logísticos desarrollados por la constructora aragonesa Eigo.

Uno de los grandes edificios logísticos desarrollados por la constructora aragonesa Eigo. / EL PERIÓDICO

«Un negocio no debe ser de corto plazo. Prefiero ganar poco muchas veces en lugar de exprimir una mandarina al máximo pero una sola vez». La frase resume el modus operandi que el ingeniero industrial Ricardo Martínez Jordán (Zaragoza, 1975) aplica en Eigo, la constructora de edificios logísticos e industriales que puso en marcha hace solo ocho años, convertida hoy en la número uno en España en naves de gran tamaño o XXL. Ha logrado alcanzar esa posición de liderazgo gracias a los colosales proyectos que le han confiado grandes promotores del sector y gigantes como Amazon, uno de sus clientes de cabecera. La fórmula del éxito radica, según su fundador y director general, en los criterios «éticos» sobre los que se cimienta la empresa, que prima en su manera de trabajar la transparencia en los costes o las buenas prácticas ambientales y laborales, lo que destierra las rémoras y picarescas que arrastra este negocio del pasado. Con ese valor diferencial se ha abierto un importante hueco en este competitivo mercado, con más de un millón de metros cuadrados construidos y grandes perspectivas de futuro en esta y otras ramas del ladrillo.

Todo comenzó en el año 2016, cuando todavía coleaban en la construcción algunos coletazos del pinchazo inmobiliario de 2008. Tras 25 años de experiencia profesional en distintos puestos de responsabilidad en constructoras logísticas, Martínez se lanzó a emprender la suya propia. El detonante fue la obra de un almacén que gestionó como ingeniero para electrodomésticos Jata en Tudela, una empresa con la que hizo migas. «Había una buena entente y decidimos acometer un proyecto conjunto», explica. Así nació Eigo, en la que los dueños de la industria navarra – en manos de la familia García– pusieron el «músculo financiero» y el ingeniero zaragozano, la experiencia y el conocimiento experto del sector.

Las previsiones iniciales eran conservadoras. El plan de negocio marcaba como objetivo alcanzar una facturación de 10 millones de euros en una década –un millón por año– y, una vez alcanzada esa cota, abordar la captación de clientes internacionales. La previsión saltó por los aires el primer ejercicio completo, en 2017, al lograr de una atacada 5 millones de cifra de negocio. El crecimiento desde entonces ha sido exponencial –10 millones en 2018, 25 en el 2019, 100 en 2021 y 135 en 2022– gracias a la efervescencia del sector logístico, que ha disparado la demanda en los últimos años debido en parte a la eclosión del comercio electrónico. «Había una necesidad en el mercado y nos hicimos un hueco más rápido de lo que pensábamos. Todo gracias a que clientes y proveedores confiaron muy pronto en nosotros», relata.

La guinda de esta exitosa trayectoria se marcó en 2023, un ejercicio en el que culminó la construcción de cuatro edificios de 100.000 metros cuadrados, entre otros proyectos. El volumen de ventas rompió así la barrera de los 200 millones de euros (en concreto, 210), una cifra récord que le ha coronado como constructora líder del llamado sector inmologístico. Ha llegado a lo más alto con un modelo especializado en la promoción delegada (delegación de responsabilidades), una gestión integral y completa que abarca desde la redacción de los proyectos técnicos a la solicitud de licencias y la construcción. Es una figura más común en Europa que permite al inversor transferir el riesgo de la inversión y centrarse en otros aspectos de su estrategia económica. En paralelo, la plantilla ha crecido también a un rimo vertiginoso, de los tres trabajadores con que inició su andadura a los 180 que tiene en la actualidad.

El primer proyecto que levantó Eigo fue un concesionario para las marcas DS y Citroën en Zaragoza que le encomendó el grupo Aramovil, de la familia Martín Retortillo. La satisfacción con la gestión y el resultado de la obra le valió en poco tiempo el encargo de otro establecimiento para el mismo cliente. Y tras esos dos primeros edificios dio el gran salto a Madrid, donde ha acabado teniendo el grueso de su actividad por la explosión de las grandes superficies logísticas que se ha producido en la zona centro de España.

Un aliado de Amazon

El estreno en el mercado nacional le llegó de un fondo de inversión del Deutsche Bank por mediación de una family office local que daba también sus primeros pasos. Fue un almacén de 15.000 metros cuadrados en Torrejón de Ardoz, una primera obra que hizo de efecto llamada para otros muchos contratos. «Fidelizamos a este cliente y le hacemos todo lo que promueve», reconoce Martínez.

A su puerta acabaron llamando los fondos internacionales que invierten en logística, entre los que ha logrado ganarse una reputación y prestigio. Prueba de ello es que entre sus principales clientes se encuentran grandes promotoras del sector como ICC, Panattoni o GLP (antes Gazeley). «Nos fuimos metiendo en el mercado, creciendo en volumen y luego llegó Amazon a nuestra vidas», recuerda. Ha levantado cuatro almacenes logísticos para el gigante del comercio electrónico –en Zaragoza (Plaza), Tarragona, Getafe y Villaverde–, del que es uno de sus constructores de referencia en España. «Cualquier promotor que quiera hacer un gran edificio logístico piensa en nosotros, es una imagen de marca que nos hemos conseguido ganar», sostiene.

«El secreto de Eigo es la ética de construcción. Todos buscamos un criterio de rentabilidad pero lo importante es cómo llegas a ese umbral», explica Martínez. Los criterios de ESG o ASG (factores ambientales, sociales y de buen gobierno) están en su ADN. «Es lo que nos piden los clientes internacionales, que huyen de constructoras que tengan más abogados que ingenieros. Quieren a alguien que les trate bien y que funcione, sin trampas. Si cuesta más, cuesta más, pero no me digas tres cuando son cinco», agrega. 

Esta manera de trabajar la hace extensible a los proveedores, «que son los mejores prescriptores que puedes tener», recalca Martínez. En su base de colaboradores, la constructora barre además para casa. Destaca especialmente el caso de Tecnyconta, el fabricante de prefabricados de hormigón asentado en Tauste, pero también figuran otras firmas aragonesas como Levitec, Covertia, Mindual o Tecnydeck. «Le llamamos el equipo maño», ironiza. Y_entre sus clientes también destaca un operador vinculado a su tierra, la socimi Montepino, que dirige desde Zaragoza la familia Vera a través de la sociedad Valfondo.

A por los centros de datos

Tras unos años de gran ebullición, el sector inmobiliario especializado en logística tiende a ralentizarse debido en buena medida al impacto de los altos tipos de interés. La financiación se encarece y la rentabilidad de los proyectos se achica, lo que hace que los fondos de inversión pongan su mirado hacia otros productos. Eigo sigue esa estela y avanza asimismo en su diversificación poniendo el foco en la construcción de centros de datos, un sector de más valor con gran potencial de crecimiento en España. «Es una evolución lógica. Algunos de nuestros clientes están también en este segmento. Creo que pronto cerraremos el primer contrato», augura el director general.

Aunque las macronaves representan el 80% de su facturación, la compañía ha ido abriendo en los últimos años otras líneas de negocio. Esa apuesta la ha llevado a cabo Eigo Plus, la división dedicada a reforma de naves y construcciones de menor tamaño. Cuenta además con una pequeña promotora de vivienda (Domia), que ha concluido su primer proyecto en Cuarte de Huerva (Ánfora Residencial, formada por 19 unifamiliares) y está impulsando un edificio residencial en el barrio zaragozano de Valdefierro (Next), además de hacer trabajos para terceros. 

El objetivo de la empresa para este año pasa por consolidar la actividad tras la curva de crecimiento exponencial que ha seguido en su todavía corta historia. Tomar aire para seguir creciendo en un futuro que se antoja prometedor para una empresa que ha demostrado que tiene premio hacer las cosas bien, incluso en el ajetreado mundo de la construcción.