Fútbol Emotion, de Zaragoza a la 'Champions League' del comercio deportivo

La empresa aragonesa se ha convertido en la tienda del deporte rey más grande de España y el sur de Europa, además de ocupar el puesto de plata a nivel continental

La facturación del grupo se ha triplicado en solo dos años, hasta los 100 millones, un referente del comercio ‘online’ que aspira a comerse el mundo

Carlos Sánchez Broto, consejero delegado de Fútbol Emotion, y su hermano Javier, exportero profesional y fundador de la empresa.

Carlos Sánchez Broto, consejero delegado de Fútbol Emotion, y su hermano Javier, exportero profesional y fundador de la empresa. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA / EL PERIÓDICO

Decía Johan Cruyff que un jugador de fútbol debía dedicarse solo a jugar para no perder la concentración. El zaragozano Javier Sánchez Broto, que fue portero profesional de equipos de primer nivel, le ha llevado la contraria con la aventura empresarial que inició hace ya 23 años, cuando todavía estaba bajo los palos. «Siempre he creído que un futbolista podía hacer más cosas», asegura el que fuera guardameta del Real Zaragoza, el Celtic de Glasgow, el Villarreal o el Málaga. Su caso lo ejemplifica. En 2001 abrió una minúscula tienda en Zaragoza que con el tiempo se ha convertido en líder en la venta de material del deporte rey, tanto en España como en el sur de Europa. Se trata de Fútbol Emotion, una compañía que hoy es todo un fenómeno del sector comercial gracias a la tecnología, la creatividad y un modelo con valores diferenciales.

Con 29 establecimientos físicos y una potente ventana en internet, donde recibe 3.500 pedidos al día y tiene 4 millones de seguidores en redes sociales, juega ya en la 'Champions League' de su sector, donde es ya el tercer operador más relevante de toda Europa. Y todo apunta a que llegará al Mundial del mercado deportivo.

El ascenso a la élite no ha sido de un día para otro, sino que le ha llegado tras duros entrenamientos y muchas temporadas en ligas inferiores. Todo comenzó hace 23 años cuando Sánchez Broto jugaba en Escocia y decidió dar rienda suelta al espíritu emprendedor que llevaba dentro, como bien sabían sus compañeros de vestuario, a los que solía ayudar a conseguir móviles, cursos de inglés o equipaciones. «Se me ocurrió suministrar material deportivo a porteros al recordar las dificultades que yo tenía de pequeño a la hora de encontrar guantes, camisetas y demás», explica.

La empresa empezó en el año 2001 con una tienda en Zaragoza de 30 metros cuadrados y hoy vende a más de 100 países por internet y cuenta con 29 establecimientos físicos en España, Portugal e Italia

Así abrió la primera tienda, entonces llamada Soloporteros y dedicada en exclusiva a este perfil de jugador. Estaba en la calle Genoveva Torres Morales de Zaragoza, un local de apenas 30 metros cuadrados donde el cuarto de baño hacía las veces probador. A pesar de sus pequeñas dimensiones, tenía algo revolucionario por entonces: vendía online en el pleistoceno del comercio electrónico. «La gente pensaba que estaba loco por tener una página web», recuerda. Fue un visionario de lo que estaba por venir, siguiendo los pasos del oscense Carlos Barrabés, un canal digital que ha acabado dando a la empresa grandes alegrías.

A pesar de ello, los principios no fueron fáciles: «Casi no había llamadas ni ventas, pero le pusimos mucha pasión y fuimos tenaces. El trabajo al final tuvo su recompensa». Javier y su familia, que estuvo implicada en el negocio desde sus inicios con su padre como gran apoyo, no tiraron la toalla y fueron prosperando «partido a partido», un mantra del Cholo Simeone que aseguran seguir al pie de la letra.

Los hermanos Carlos y Javier Sánchez Broto, en un montaje con imágnes de las instalaciones de la empresa en el polígono Plaza de Zaragoza.

Los hermanos Carlos y Javier Sánchez Broto, en un montaje con imágnes de las instalaciones de la empresa en el polígono Plaza de Zaragoza. / EL PERIÓDICO

En el año 2004 dieron un pequeño salto con el traslado de la tienda al barrio Delicias, a un local de 200 m² y con porfolio de productos más amplio. El despegue fue mayor en 2007, cuando pasó a ocupar una nave de 1.000 metros cuadrados en el polígono Plaza, una ubicación donde fue creciendo hasta contar hoy con un centro logístico de 8.000 m² y unas oficinas de 1.500 m². Entre tanto, en 2016 dejaron atrás el nombre de Soloporteros para rebautizarse como Fútbol Emotion, aunque mantiene la marca SP como una de sus fortalezas.

En la empresa saborean ahora las mieles del éxito pero conscientes de cómo ha sido su trayectoria. "El negocio me ha dado lo mejor de mi vida, pero hay cosas que han sido muy duras. No todo ha sido de color de rosa", recuerda el fundador. Llegar al primer millón de euros de facturación les costó diez años y otros diez alcanzar la barrera de los 10 millones. Ha sido en los últimos ejercicios cuando ha logrado marcar su particular goleada, gracias a la eclosión del grupo y las diferentes líneas de negocio abiertas. De unas ventas de 30 millones en 2021 ha pasado a 50 en 2022 y casi 100 en 2023, de manera que ha triplicado los resultados en solo dos temporadas. Las previsiones para 2024 pasan por mantener un ritmo de crecimiento de doble dígito.

De 150 a 600 trabajadores en cinco años

La plantilla ha seguido un auge similar. De los 150 trabajadores de hace cinco años a los 600 actuales, de los que 350 están en Plaza, unas instalaciones que se han quedado pequeñas. Acaba de anunciar la apertura de un complejo logístico adicional de 15.350 m² en este polígono, con vistas a duplicar o, incluso, triplicar el espacio en un futuro si su crecimiento así lo exige.

La empresa ha avanzado en su diversificación. El 80% de sus ingresos vienen del comercio (el 50% de las ventas online a más de 100 países y el 30% de las tiendas físicas) y el 20% de su división Team Sports, con la que gestiona el material deportivo de 600 clubes y más de 120.000 jugadores. Dentro de este último segmento ha lanzado un servicio de 360 grados para equipos profesionales, a los que ofrece la gestión integral (retail, ecommerce y merchandising), algo que ya hace para el Huesca, el Mallorca, el Nàstic de Tarragona o la Kings League.

La compañía ha lanzado un servicio 360 grados para gestionar el material deportivo de clubes de primer nivel, algo que ya hace para el Huesca, el Mallorca, el Nàstic de Tarragona o la Kings League

Aunque el futbolista es el fundador, quien lleva hoy el peso del negocio es su hermano Carlos Sánchez Broto, que lleva implicado en el proyecto desde sus orígenes y ahora es el consejero delegado tras haber pasado por todos sus departamentos desde que tenía 18 años. «Ante todo somos una compañía tecnológica. Todo lo hacemos en casa. Tenemos más de 40 programadores informáticos», destaca el CEO. «Para nosotros es clave centrarnos en el cliente y la digitalización», subraya. En la parte no puramente de negocio, pone el foco en «aportar valor al consumidor y las marcas», algo que consigue con la generación de contenidos digitales en torno a sus productos y servicios. Para ello tiene en plantilla un equipo de 20 personas dedicadas a las redes sociales en España, Portugal, Francia e Italia. «Tratamos de crear un ecosistema del deporte que va más allá de la tienda», afirma.

Tras la entrada del grupo Tansley en su capital en 2022, en sustitución del fondo Meridia Capital, y culminar la expansión de Fútbol Emotion, el proyecto ha abierto una nueva fase. Así lo marca la reciente creación del holding Sports Emotion, que agrupa sus negocios y las empresas que ha adquirido en los últimos meses, como Basket Revolution, Ivanca Custom, Ekinsport y Yulava Connect. En paralelo, ha reforzado su ofensiva internacional con el desembarco en México y ha empezado a replicar su modelo con el lanzamiento de la enseña Basketball Emotion, que cuenta ya con dos tiendas en Zaragoza (Puerto Venecia) y Madrid.

"Todavía somos una gota en el océano con lo que podemos hacer, pero podemos morir de éxito si no se hacen bien las cosas. Nuestra filosofía es crecer con solidez", reflexiona Javier. «Tenemos la ambición de liderar el mercado a nivel mundial, pero con absoluta humildad y autocrítica. Está todo por hacer», concluye Carlos, quien aboga por seguir creciendo con una empresa «que busca ganar dinero, pero anclada en valores». Larga vida al deporte.