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Vida y muerte en escena

El Teatro del Alma representa en Zaragoza ‘Bodas de sangre’ de Lorca

Vida y muerte en escena

Los estudiantes de 2º de Bachillerato de Artes Escénicas del IES Pedro de Luna tuvimos la ocasión de presenciar el pasado 20 de enero en el Teatro de las Esquinas, junto a compañeros de otros centros, la fabulosa versión dirigida por Laura Plano de la famosa obra de Lorca, Bodas de sangre. Desde su escritura en 1931, este texto es una de las obras más importantes del teatro de Lorca y de la historia del teatro en castellano. En él su autor reúne elementos folclóricos y de tradición andaluza, con su propia visión de la vida y todo su arte, pasión y talento.

Vida y muerte, amor y odio se entremezclan en la obra, y estas ambivalencias están continuamente presentes. La vida, las rencillas familiares, las indecisiones de una novia, un amor anterior, los enredos de las familias, el patriarcado y matriarcado, los acuerdos de los padres, el peso de la sociedad, la fuga y la consecuente decepción e ira, la deshonra y el deseo de venganza. Y finalmente, la muerte o la soledad del vivo, como un vivo enterrado.

En esta versión la directora juega con la música y el baile constantemente, consiguiendo contar la clásica historia de una forma mucho más entretenida y rítmica. Dos de la decena de actores son músicos e interpretan y cantan en directo unos seis temas, a modo de banda sonora de la obra teatral. Y esta versión opta por el tango. La música es interpretada por Óscar Plano y Fernando Salinas, con guitarra y bandoneón, además de por las voces de los actores. Esta es utilizada a modo de transición entre las diferentes escenas, lo que aporta cohesión a toda la obra. La única vez que la música no es en directo es en la escena de lucha entre Leonardo y el novio, donde se escucha una versión tango de la famosa canción Roxanne del grupo The Police. Es una de las escenas más inquietantes de la obra. Una escena impactante, donde danza y venganza son una misma cosa. Fue tal la impresión al acabar la escena que el público no dudó en aplaudir para descargar su emoción.

Un protagonismo que hay que destacar, tanto por su carácter innovador como por su espléndida ejecución, es el de la alegoría a la muerte; metamorfoseada en la bailarina que, mediante pasos complejos y guardando en todo momento la tensión que su personaje alberga, da continuidad también a toda la obra. Está interpretado por la bailarina Elia Lozano, que ronda por el drama, y lo ilustra e ilumina, desde el principio y hasta el final.

Merece la pena destacar su papel en la escena de la lucha mencionada, en la que estos no llegan a tocarse en ningún momento, y la bailarina hace de mediadora -y hasta manipuladora- de sus movimientos. Es una decisión que, desde nuestro humilde punto de vista, fue totalmente acertada, o al menos, interesante y novedosa.

Y durante toda la obra el texto, en cada diálogo, es poesía y pura pasión unidas a una imagen embellecedora. La directora supo mantener el interés de la obra ante un público juvenil, un tanto difícil, combinando momentos chistosos con otros dramáticos, como los descritos. La nómina de intérpretes la forman Ana Marín (madre), Jesús Sesma (padre), Evelia Sancho (novia), Saúl Blasco (Leonardo), Pepe Gros (novio), Susana Martínez (mujer de Leonardo), Carmen Marín (suegra), Nuria Herreros (criada), Violeta Rebollo (niña) y Elia Lozano (muerte).

Para la escenografía, esta versión opta por la más pura sencillez: unas pocas sillas blancas que destacan sobre el oscuro escenario. Eso sí, se juega durante toda la obra con los efectos lumínicos, con distintos tipos de luces y focos para, de este modo, crear distintos espacios en el mismo escenario.

En resumen, una fantástica versión teatral que sin duda alguna vale la pena ir a ver.

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