El fonógrafo de Edison fue el primer dispositivo que permitió grabar y reproducir sonidos. Para aquellos primeros testigos del invento, debió parecer magia oír cómo voces, instrumentos musicales y hasta orquestas enteras salían de una caja de madera accionada con una manivela. Cosas que ahora nos parecen sencillas, como escuchar en nuestra habitación la última canción de nuestro grupo favorito, resultaban imposibles de creer en aquel entonces.

Unas décadas después, el gramófono de Emile Berliner fue el primer sistema de reproducción de música que triunfó comercialmente. Sustituyó los cilindros del fonógrafo por discos planos de ebonita, una goma de gran dureza, de los que podían obtenerse muchas copias a partir de un molde. El sistema de reproducción era completamente mecánico, sin necesidad de electricidad. Las vibraciones del sonido se registraban como surcos grabados en espiral en la superficie de un cilindro o disco giratorio.

Para escucharlo, la superficie se hacía girar de nuevo mientras una aguja rastreaba la ranura y vibraba, reproduciendo débilmente el sonido grabado. Este sonido se amplificaba con membranas, la propia caja del aparato y unos enormes conos en forma de trompetilla permitiendo que una sala entera se llenase de música y que los invitados a la fiesta pudiesen bailar al son de una orquesta de fantasmas.

Haz sonar un vinilo sin electricidad

Si todavía tienes por casa un tocadiscos te proponemos que te conviertas en un auténtico pinchadiscos, que es así como se llamaba en nuestro país a los discjokeys o DJs que ponían música en discotecas. Encuentra un material de corcho blanco o poliespán, que ayudará a amplificar el sonido, pínchale una aguja de coser y pósalo con cuidado sobre un disco de vinilo al que no tengas mucho cariño. No hace falta que enchufes el aparato a la corriente, simplemente haz girar el disco con la otra mano y ¡tachán!, comprobarás cómo el sonido aparece como por encantamiento, producido tan sólo por vibración.

Con la traducción del sonido a impulsos eléctricos aparecieron los tocadiscos y sus discos de vinilo y después, con la grabación en formato digital llegaron los casetes, que almacenaban la información en cintas magnéticas, y finalmente los reproductores de CD sustituyeron a todos los reproductores anteriores. Hoy en día los soportes físicos han acabado siendo innecesarios y la música se encuentra en forma de archivos formados por ceros y unos alojados en nuestro móvil o directamente en la nube.

La venta de vinilos supera ya la de los cedés

Pero aunque en los últimos tiempos estos formatos físicos han ido desapareciendo, como ha ocurrido con las fotografías, los vídeos y hasta con los libros, en el 2020 fue sin embargo la primera vez desde los años 80 en que la venta de vinilos superó a la de los cedés. Quién sabe si el hecho de tener realmente entre nuestras manos una canción, de verla allí dibujada mediante surcos sobre una superficie sólida, sea algo que no puede ser sustituido por ninguna lista de reproducciones en la red. Y es que el futuro puede acabar pareciéndose mucho al pasado.