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La criptografía y la máquina Enigma

La máquina Enigma fue un invento electromecánico de aspecto similar a una máquina de escribir.

La máquina Enigma fue un invento electromecánico de aspecto similar a una máquina de escribir. / EL PERIÓDICO

Unai Flores

La criptografía es una de las grandes olvidadas de las matemáticas, la programación y la guerra, y es a su vez la base de nuestra sociedad. Por definición la criptografía es el desarrollo conjunto de técnicas que permiten alterar o modificar archivos o mensajes, para que, solo un selecto grupo de personas, pueda descifrarlos. La criptografía, nos rodea y moldea, y su nacimiento se remonta a los albores de la humanidad. Desde las rudimentarias almenaras griegas y fenicias, hasta el blockchain, esta herramienta ha acompañado a la sociedad. Era tras era, la criptografía, ha avanzado a la par que la tecnología, pero a principios del siglo XX, solo unas pocas máquinas eran completos enigmas.

Referenciando este nombre, nació en la Alemania de los años veinte un revolucionario invento, que crearía un sinfín de problemas a los aliados durante la Segunda Guerra Mundial: la máquina Enigma. De la mano de la empresa Scherbius y Ritter, la enigma se concibió para los bancos, aunque la fama no le viene dada por ese destino. Adoptada en 1926 por el reducido ejército alemán, especialmente por la flota submarina germana, la Enigma ganó relevancia con el paso de los años.

¿Cómo funciona la máquina Enigma?

Con la forma de una pequeña caja, la máquina enigma, era un invento electromecánico de aspecto similar al de una máquina de escribir. Constaba de una serie de bombillas, que se encendían en función de la tecla que se pulsase. Además, poseía varios cilindros, de veintiséis contactos (uno por cada letra del abecedario), conectados entre sí. Estas uniones, eran únicas en cada máquina y  provocaba que, junto con algunos mecanismos menores, en el mismo texto, la misma letra tuviese dos o más equivalencias en el cifrado.

En conjunto, esta máquina suponía un punto de inflexión en la criptografía. Sus mensajes, indescifrables sin otra enigma, eran un galimatías que no se asemejaban a nada que hubiese habido anteriormente. De hecho, aunque la utilización de Enigma entre las filas alemanas estaba muy extendida, guardaban con mucho recelo tanto las máquinas como los códigos para descifrarlas porque debido a la naturaleza de esta máquina, cada mensaje se cifraba de una manera diferente, y sin una "clave" no se podía leer el texto aunque se tuviese otra Enigma. Estas claves se cambiaban  mensualmente, y eran tan incomprensibles como los mensajes.

El proyecto Bletchley Park y Alan Turing

Como respuesta a un constante problema con los u-boats alemanes, los llamados "lobos grises", el gabinete británico formó Bletchley Park. La tecnología británica de principios de los cuarenta les permitía interceptar los mensajes de los submarinos, pero no descifrarlos pues estaban escritos con enigmas. Bletchley Park fue otra de las descabelladas ideas del primer ministro inglés, Winston Churchil. Se trataba de  un selecto grupo de genios, matemáticos, amantes de los crucigramas y demás personalidades cuya afición era la criptografía. Con la ayuda de los polacos, y especialmente de Marian Rejewski, se dedicaban a descifrar mensajes por "fuerza bruta". Tal como sugiere el nombre, esta manera de obrar no era muy eficiente. Es aquí donde Alan Turing, padre de la robótica y  de la programación, se cuelga otra medalla. Con la llegada de una enigma a Bletchley Park, el excéntrico genio se puso manos a la obra para desentrañar los secretos de la máquina enigma.

¿Cuál fue el lugar de procedencia de dicha máquina? Procedía de un submarino, concretamente del U-110, comandado por Fritz-Julius Lemp. Después de un funesto ataque a un convoy de suministros, el submarino fue ferozmente atacado con cargas de profundidad. El comandante, creyendo que el buque era insalvable y que se iba a hundir, ordenó a la tripulación llevar el sumergible a superficie y salir a cubierta. Tras esto, los navíos británicos abrieron fuego creyendo que los marinos alemanes iban a usar el cañón de proa. Al cesar el ataque, los alemanes restantes fueron capturados. Cuando se aclaró la situación, Lemp vio cómo su sumergible no se hundía, y sabiendo que había dejado la enigma intacta junto con el libro de códigos, se lanzó al agua para destruir la máquina. No se volvió a saber de él.

Una gran aportación

Finalmente, la guerra acaba el 8 de mayo de 1945, dejando tras de sí una estela de muertos, héroes y leyendas, una de ellas, la que se cuenta aquí. No es una historia de valentía o de lucha, es el relato de cómo personas ajenas a la guerra, pueden cambiarla. El ser humano siempre se llena la cabeza con las grandes historias: el hombre que pisó la luna, el desembarco de Normandía o la caída del muro de Berlín. Pero nos olvidamos de las personas que lo hicieron posible. La Segunda Guerra Mundial se saldó muchísima sangre. Pero, de no haber sido por los criptógrafos de Bletchley Park y por Turing, el genio que entendió a la enigma, este derramamiento de sangre hubiese sido mucho mayor.