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El trabajo en el campo no renta

Entre las múltiples causas de las protestas agrarias de estas últimas semanas figuran los bajos precios que agricultores y ganaderos reciben por los alimentos que producen

Tractores en las protestas de agricultores.

Tractores en las protestas de agricultores. / EUROPA PRESS

Laura Rabanaque

Laura Rabanaque

Trabajar en el campo no renta. A un agricultor y ganadero le cuesta cada vez más dinero producir alimentos y el precio al que vende sus productos es cada vez más bajo. La situación no es nueva pero se ha vuelto insostenible y, unida a otros factores, ha llevado a los trabajadores del sector primario a movilizarse y salir a la calle para clamar por su futuro. 

Desde el pasado 6 de febrero, las revueltas agrarias copan la actualidad informativa de nuestro país, con tractoradas en numerosas ciudades y cortes de carreteras. Los agricultores y ganaderos piden menos burocracia y un mayor control de los productos que llegan de terceros países de fuera de la Unión Europea, así como unos precios justos por los alimentos que producen.

Según explican desde la Unión de Agricultores y Ganaderos de Aragón (UAGA), la diferencia de precio entre lo que los agricultores reciben y lo que el consumidor paga en las tiendas o supermercados por la comida va en aumento. "En algunos casos hablamos de incrementos de precio de un 500 y un 800%, aunque depende del tipo de producto".

Archivo - Una persona en un supermercado.

Archivo - Una persona en un supermercado. / H.Bilbao - Europa Press - Archivo

Este margen de beneficio no repercute directamente en el agricultor sino que se distribuye "de manera desigual" entre los diferentes eslabones que forman la cadena alimentaria: agricultores y ganaderos, transformación, transporte y distribución.

Los consumidores tenemos algo que ver en esta disparidad de precios por los cambios en los hábitos de consumo. Cada vez se compra menos en los mercados y en las tiendas de barrio y se opta por acudir a las grandes superficies que aglutinan buena parte de la oferta de alimentos que llegan del campo a la ciudad.

Así aumenta el precio de los alimentos del campo a la mesa

Los alimentos pasan por toda la cadena alimentaria de los agricultores hasta los supermercados y van acumulando costes hasta su precio final. Según el último IPOD (Índice de Precios en Origen y Destino de los Alimentos) que elabora la organización agraria COAG, la media de veces que un producto multiplica su precio en España de origen hasta que llega al consumidor es hoy en día de 3,92. Algunos productos como los limones o los plátanos son los que más se encarecen porcentualmente, entre un 700 y un 800%. Por ejemplo, en el caso de los plátanos, un agricultor recibe 0,27 euros por kilo mientras que el consumidor paga 2,25 euros. 

Según Juan Laborda, técnico de dinamización y coordinador del programa Mincha d’Aquí del Centro de Estudios Rurales y de Agricultura Internacional de Aragón (Cerai), cinco grandes cadenas de supermercado venden más de la mitad de los alimentos que se compran en España. Esta "cuota de mercado" les da mucho poder a la hora de negociar precios y comprar lo más barato posible, presionando para que la balanza del beneficio se incline a su favor.

"En algunos casos no se cubre el coste de todos los recursos que necesita la agricultura: abonos y pesticidas, gasoil para los tractores, maquinaria, etc.", indica Laborda, que recuerda que "los agricultores y ganaderos son el eslabón más importante de la cadena, pero también el más débil porque es el que más arriesga, todos los años hacen una inversión y solo la climatología dirá si la van a recuperar" 

Posibles soluciones

Para evitar estas prácticas desleales, los productores del sector primario exigen un mayor control de la cadena alimentaria, para que el reparto de precios sea más proporcional de lo que es actualmente. En España ya existe una ley de la cadena alimentaria aunque desde Uaga indican que "no se aplica adecuadamente" y en los casos en los que hay sanciones, la multa es tan baja que a los grandes distribuidores les merece la pena cometer la infracción.

Además de cumplir con la legislación, existen otras posibles soluciones para que los trabajadores del sector primario reciban un precio más justo por su trabajo. 

Dos cosechadoras en campos de trigo en la localidad zaragozana de Sádaba.

Dos cosechadoras en campos de trigo en la localidad zaragozana de Sádaba. / RED ARAX

Desde el Cerai apuestan por una producción y un consumo conscientes. Por ejemplo, intentando producir lo que mejor se adapte a cada sitio ya que hay cultivos que resisten peor los efectos del cambio climático y la sequía, y sus cosechas son cada vez más escasas.

Por otro lado, los consumidores debemos exigir a las grandes superficies "el buen trato a los proveedores" y optar por alternativas como los mercados y tiendas de proximidad, o los canales de compra directa, como mercados agroecológicos o grupos de productores.

También, "como consumidores hay que ser conscientes de que comer bien y sano tiene un coste. Hoy en día es más fácil alimentarse mal y de manera insostenible", afirma Laborda. En este sentido explica que hacen falta más ayudas para que los alimentos sean más sostenibles y exigir a los productos que llegan de fuera de la UE los mismos controles que pasan los de aquí.